miércoles, 30 de noviembre de 2005

De cumbres o cómo malgastar

Esta semana, como muchos ya sabréis, se ha celebrado la cumbre euromediterránea en Barcelona. No comprendo por qué usan el festivo verbo celebrar tratándose de una reunión de hostilidades, desencuentros y ceños fruncidos, pero así lo quieren ellos.

Como era de esperar ha sido un rotundo fracaso, por mucho que lo quieran revestir de ornamentos como un arbolito de navidad. Si ya per se resulta difícil ponerse de acuerdo con una docena de amigos, tratándose de treinta y cinco jefes de estado y de gobierno, con sus intereses particulares y generalmente encontrados y enconados, rivalidades y odios enquistados resulta a todas luces imposible. Y la desconfianza. La eterna desconfianza norte-sur, rico-pobre y viceversa, amén de los profundos fosos aislantes que avivan las religiones.

El resultado vendría a ser una analogía al maltratado e ignorado protocolo de Kioto. Según la clase política asistente a tan magno evento, se ha alcanzado un acuerdo. Un acuerdo de mínimos dicen los más honestos. O lo que es lo mismo –ya sabemos de la facilidad con que echan mano de eufemismos-, han firmado papel mojado. Acuerdos vagos e inconcretos que a nadie comprometen. Fantástico.

No puedo ni llegar a imaginar la ingente, la insultante cantidad de dinero que se ha malgastado en llegar a esos papeles mojados. Teniendo en cuenta los tantos jefes de estado, consejeros, ministros, expertos en la materia, traductores, guardaespaldas, ejército, policía, guardia civil, hoteles, dietas, comidas –eso no lo perdonan, que al McDonald’s no creo que los lleven a comer-, taxis, prostitutas –habrán tenido que recurrir a las ETT-, alquiler de vehículos y de salas de conferencias, vuelos de ida y de vuelta, etc. En fin, que prefiero no saberlo.

Los MonegrosLa única repercusión que ha tenido tamaño desaguisado ha sido inmediata y, en el caso de los habitantes de Barcelona, negativa. Calles cortadas, carriles de autopista reservados a los señores ministros, controles policiales, etc. Resultado: colas quilométricas de automóviles para entrar o salir de la ciudad. Y digo yo, ¿no podrían, en adelante, organizar estas fantochadas en un portaaviones en medio del Mediterráneo? O eso o en los Monegros, pero coño, que nos dejen vivir en paz.

martes, 29 de noviembre de 2005

George

George HarrisonTaxman
Wah-Wah
Something
What is life
Isn't it a pity
Savoy Truffle
My sweet lord
It's all too much
I want to tell you
When we were fab
All those years ago
Beware of darkness
Here comes the sun
Within you without you
I got my mind set on you
While my guitar gently weeps


Hoy hace cuatro años ya que dejó de componer hermosas canciones.
Pero nos dejó éstas y otras más, que seguirán sonando siempre.

domingo, 27 de noviembre de 2005

Mucho mejor

Ariel Rot en la sala Bikini de Barcelona

Arrancó, con puntualidad británica, tocando su Hoja de ruta. Como ya viene siendo habitual, tuvo un recuerdo -reconocimiento de deuda- con Moris, y a lo largo de todo el concierto, entre rifts stonianos, fue desgranando sus viejos y nuevos temas con el buen hacer que le otorgan sus casi treinta años en los escenarios, para finalizar en un amago.
Pero no terminaba ahí. Él lo sabía y nosotros sabíamos que él lo sabía. Aún quedaban deudas por saldar.
La parte de los bises la inició con el esperado Me estás atrapando otra vez, que compuso hace más de una década, en su etapa en Los Rodriguez. Se acordó también de su etapa en Tequila, hace veinticinco años ya, con Nena. Y finalizó el concierto como debía, como todos esperábamos, tocando Mucho mejor (hace calor, hace calor, yo estaba esperando que cantes mi canción, y que abras esa botella, y brindemos por ella...).

jueves, 24 de noviembre de 2005

Sin tamizar

"He hecho un pacto tácito conmigo mismo: no cambiar ni una línea de lo que escribo. No me interesa perfeccionar mis pensamientos ni mis acciones."

Trópico de Cáncer
Henry Miller
(trad. Carlos Manzano)


Igual que Henry Miller -pero sin su talento- escribo mis arrebatos, esos que brotan desde las tripas como un vómito y aporrean el teclado sin pasar por el cedazo neuronal. La diferencia es que yo no he pactado nada. Es algo inconsciente.

martes, 22 de noviembre de 2005

El tamaño importa

distintos tamaños...

Hace unos cuantos años, en EEUU –estas cosas siempre pasan ahí-, una empresa de productos clínicos e infantiles fabricados con látex decidió lanzar al mercado una nueva línea de preservativos. El departamento de marketing (mercadotecnia en español castizo) al completo, tras numerosos e imaginativos brainstormings –¿tormentacerebros?-, decidió qué marca era el mejor reclamo, qué colores eran más vistosos para sus cajas, cuántas unidades irían en cada una, qué campaña de publicidad acompañaría al lanzamiento, etc. También decidieron ofrecer al comprador tres tallas distintas de sus productos.

Unos meses más tarde, con el producto ya en venta, encargaron un estudio para saber el porqué de los atípicos índices de ventas de sus diferentes tallas, ya que los porcentajes diferían mucho respecto al resto de preservativos en el mercado. Al parecer, la talla grande tenía unas ventas iguales e incluso mayores que los de la competencia, mientras que la mediana se quedaba muy atrás y la más pequeña apenas tenía salida.

El resultado del estudio fue muy claro. Era un problema de egos, de la dichosa presunción y vanidad masculina. Las tallas de los preservativos estaban indicados mediante una S (pequeño), una M (mediano) y una L (grande) mientras que los preservativos de los competidores se indicaban con una L (grande), una XL (extra grande) y una XXL (extra extra grande).


(sugerencia de consumo)
Digo yo que nada mejor que Macho man de Village People

Picasso

Autorretrato picassiano

Hacia finales de este verano estuve en Madrid con la excusa de una completísima exposición de Juan Gris, uno de los genios creadores del cubismo. Aprovechando que estaba en el Reina Sofía, me acerqué a la exposición permanente de otro de los genios –el más grande, sin duda- de ese mismo movimiento artístico. Aunque, en realidad, más que la exposición de Picasso, lo que yo iba a ver era el Guernica. Me planté delante del grandioso lienzo –grandioso por tamaño, por significado, por genial- y lo estuve admirando en silencio largo tiempo. Después di media vuelta y me marché sintiéndome pequeño, insignificante, nada. Pero con la sensación, eso sí, de ser un privilegiado.

Hoy, de visita al blog de Groupie, lo he recordado al ver esto.

lunes, 21 de noviembre de 2005

Andrés Calamaro (Los Rodriguez revisited)

Andrés Calamaro y Ariel Rot en el concierto de Barcelona


Andrés y su amigo Ariel (en la foto) nos hicieron pasar dos horas memorables. Cantamos –nos desgañitamos-, bailamos –tengo un palo de escoba en el espinazo-, reímos –la cerveza y la botánica ayudan- y nos sentimos rejuvenecer diez años cuando atacaron los primeros acordes de esos temas clásicos de Los Rodriguez.

Este viernes asistiré a la segunda parte de la fiesta.


(sugerencia de consumo)
Y finalizaron el concierto con Sin documentos de Los Rodriguez

domingo, 20 de noviembre de 2005

Tiempo de vinilos

Hará poco más de media hora que encendí la calefacción, pero aún hace frío. Quizás sea porque mi terraza siempre mira al norte, expuesta al viento que desciende de las montañas; quizás sea por su ausencia. Me he puesto a golpear el teclado con los dedos entumecidos. No es agradable. Pensar que mis padres, cual aves migratorias, cerraron las puertas y ventanas de su casa para emigrar durante unos días a Cuba no ayuda demasiado.

Vinilo de 'Jazz en Massey Hall' en su edición argentinaMe he servido una copa de vino que una amiga, conocedora de mis gustos, me trajo de Oporto. Su dulce calor me atempera levemente el cuerpo bajando por la garganta, mientras espero que la calefacción cumpla con su cometido. Lo acompaño con unas galletas caseras de almendras. Busco en las estanterías donde guardo la música algo que me ayude a pasar las horas, que las convierta en fugaces. Cojo uno, lo pongo sobre el giradiscos, levanto el brazo con la aguja y lo dejo cuidadosamente al inicio del surco. Inmediatamente empieza a sonar Perdido exactamente del mismo modo –más frío y distante- que sonó en el Massey Hall hace más de cincuenta años por gracia de Bird, Dizzy, Bud Powell, Charlie Mingus y Max Roach. Todos ellos murieron, pero siguen vivos, ahora, en mi casa.

Hoy no he comprado ningún periódico –ni siquiera hojeado en la cafetería- y sigo sin encontrar una buena excusa para encender el televisor. Pero viendo la fecha en el calendario, de inmediato la he relacionado con un hecho importante aquí en este país. Hoy hace exactamente treinta años que muchos miembros de mi familia –y en otros tantos hogares- estaban celebrando la noticia con champagne. Yo lo miraba con los ojos muy abiertos, contento por esa inesperada fiesta, aunque en esa época sólo tomaba leche. Las botellas habían permanecido, en tensa espera, unos cuantos días en la nevera antes de ser descorchadas. Quizás los mismos días que ellos, el equipo médico habitual, habían mantenido el cadáver putrefacto del dictador antes de dignarse a darlo definitiva y afortunadamente por muerto. Antes de ese día, igualmente putrefacto, el dictador había repartido durante cuarenta años miseria y favoritismos, guerra y muerte, mentiras, odios, ignorancia, aislamiento, mediocridad, hambre y dolor por todo el país. Desafortunadamente su herencia sigue viva, encarnada en señores unos con sotana, otros con medallas y otros más aglutinados en un partido que se siente incómodo en el corsé de la democracia. Su estilo: repetir las mentiras hasta que asemejen verdades. Sus métodos: darse la razón a gritos.

Le doy la vuelta al vinilo y vuelvo a dejar con sumo cuidado la aguja sobre el surco. Qué grande Charlie; qué grande Dizzy. En previsión de una noche de lectura tranquila, dejo a mano a Ben Webster y a Thelonious Monk.


(sugerencia de consumo)
Sonando Bird y Dizzy en buena compañía, ahora atacando A Night In Tunisia
.

jueves, 17 de noviembre de 2005

Ahí estaremos, loco

Andrés Calamaro

miércoles, 16 de noviembre de 2005

Pausa













Salgo a tomar un café y ahora vuelvo.

viernes, 11 de noviembre de 2005

Robert Doisneau

Sidelong glance de Robert Doisneau (1948)

El nombre de este fotógrafo es conocido en todo el mundo (aunque no por todo el mundo) sobretodo por una fotografía, popularmente conocida como el beso. La admiración que se le profesa se sustenta, básicamente, en su capacidad para captar el momento, la esencia de la vida. Tenía el don de congelar en una instantánea ese detalle fugaz, la magia de un gesto, lo efímero. Años más tarde parte de esa admiración se desmoronó cuando, a raíz de un pleito, se supo que la fotografía del beso estaba preparada, que los dos personajes supuestamente anónimos eran dos modelos que estaban posando. Y que ahora esos modelos le reclamaban derechos de imagen. De todos modos ahí está la foto, en la posteridad.

Respecto a la foto que encabeza este texto, Sidelong glance, no sé si estará preparada o será fruto de su admirada capacidad. Sea como sea me hizo gracia. Está claro que la mujer y el hombre no tienen los mismos gustos en cuanto a arte se refiere.



(sugerencia de consumo)
la foto me sugiere Cool Blues de Charlie Bird Parker

jueves, 10 de noviembre de 2005

Culpa y desorden (arrebato XIII)

Muchas cosas han cambiado en mi vida durante el último año. Poco a poco, con esfuerzo y ayuda, he conseguido abrir algunos huecos en mi caparazón. Tras mucho tiempo observando la vida tras el cristal ahora, sin duda, formo parte de ella, me dejo impregnar de ella y la absorbo por todos mis poros, me llena los sentidos. He purgado mis culpas, todas ellas auto impuestas, y comienzo a gozar el riesgo, antes impensable, de tomar decisiones. Al contrario que Pink en The Wall, he logrado quitar, uno tras otro, los ladrillos de mi particular muro aislante.

Sólo un detalle enquistado sigue causándome cierto desasosiego. Mi vida sigue adoleciendo de eterna provisionalidad, de precariedad atrancada en lo cotidiano. Mi pequeño apartamento sigue aparentando una reciente mudanza. Mi mirada se pierde en el vacío de paredes desnudas, algunas todavía sin pintar, otras ya manchadas de vino. Mis pasos zigzaguean entre cajas por abrir, bolsas por ordenar, sillas prestadas, pertenencias extraviadas, mesas regaladas y un sofá desvencijado cuya única utilidad es la de almacén de desbarajustes.

Y esa anarquía no deja de ser un reflejo de mi vida. Aunque ya, después de tanto tiempo, no sé en realidad qué es origen y qué reflejo. Sin duda buena parte de la culpa la tiene mi proverbial inconstancia, mi voluntad voluble. Siempre hay algo mejor, o más interesante, o más urgente o importante. Qué más da. La cuestión es que acaba cerrándose un círculo ya de por si vicioso en su inicio. Apenas estoy en casa por sentirme incómodo y jamás estaré cómodo si no estoy en casa para ponerle remedio. Y el círculo gira y gira y lleva girando desde hace casi un año.

Debo enmendar la situación, pero primero debo incluir el verbo debo en mi vocabulario. A menudo queremos vivir el carpe diem olvidando el memento mori.


(sugerencia de consumo)
recordé Confortably Numb de Pink Floyd

martes, 8 de noviembre de 2005

Ficciones

Internet se ha convertido en esa gran biblioteca infinita que imaginó –o recreó– Borges en La Biblioteca de Babel, relato incluido en Ficciones. Y precisamente por eso, por infinita e inabarcable, se convierte en poco fiable. Hay que saber separar el grano de la paja, comprobar los datos, las fuentes. Las mentiras, los errores y los falsos mitos se mezclan con demasiada frecuencia con la información veraz.

Tumba de Groucho MarxSi vamos a cualquier buscador y pedimos citas célebres obtendremos un montón de ellas pero… ¿Cuántas son realmente ciertas? A menudo he pensado que si todas las citas atribuidas a Confucio fueran veraces, el pobre hombre apenas hubiera tenido tiempo de dormir. Y quien dice Confucio dice Groucho Marx. He visto (casi) todas sus películas y si no todas, imagino que la mayoría de frases y diálogos son ciertos. Excepto una, la referente a su epitafio. Con frecuencia he visto atribuido a Groucho el epitafio “Disculpen que no me levante” e infinidad de variantes de la misma frase. Basta echar un vistazo a la tumba donde se guardan sus cenizas para confirmar que eso es más falso que una promesa electoral.

lunes, 7 de noviembre de 2005

Cavernas

Cavernas atestadas de lágrimas de humo y sudor de multitud, de soledades y urgencias y anhelos. Cacofonía de ritmos tribales, malformación del pentagrama. Flashes y luces de neón atrayendo a los insectos nocturnos. Ausencia de conversación y sosiego. Gritos a distancia de susurros. Escaparate de rostros pintados y cuerpos esculpidos. Mercado de alcohol y sexos que se exhiben y se rozan y se miran de soslayo, escudriñando entre la penumbra y el humo, evaluando la calidad del ganado. Lugares comunes donde mostrarse, donde observar y sentirse observado, calibrado y censado. Clasificado por tu pelaje. Tú entras, tú no; gracias, oh inquisidor. Mercadeo de roces y sonrisas. Adquirir y rechazar. Escupidera de mentiras e historias de mercaderes. Retoques en tu reflejo entre orines y vómitos, lamentos y risas histéricas. Vuelta a la plaza como un mihura, exhibiéndose. Engañándose. Ocultando.
No, no quiero volver a esos lugares, a esas cavernas. Añoro las risas alrededor de una mesa, con música de fondo. Las conversaciones sin gritos entre carambolas. Las palabras cruzándose sobre unas velas.

viernes, 4 de noviembre de 2005

Kurtz

Marlon Brando en su papel de capitán Kurtz






Gritó en un susurro a alguna imagen, a alguna visión, gritó dos veces, un grito que no era más que un suspiro:
“¡Ah, el horror! ¡El horror!”


Francis Ford Coppola puso estas palabras en boca de su capitán Kurtz –encarnado magistralmente por Brando- en Apocalipse Now, una denuncia de las atrocidades cometidas durante la guerra de Vietnam. Casi ochenta años antes, Joseph Conrad había escrito estas mismas palabras en su asfixiante Heart of Darkness (El Corazón de las Tinieblas) también para denunciar otras atrocidades.
De origen ucraniano, en 1886 adopta la nacionalidad británica, y como oficial de la marina inglesa viaja al Estado Autónomo del Congo en 1889, regresando en 1890. Sin duda ese horror del capitán Kurtz lo vivió él mismo en sus carnes, plasmándolo en 1902 en forma de novela.

El periodista y aventurero Henry Morton Stanley, cuyo verdadero nombre era John Rowlands, ha pasado a la historia por –¿Doctor Livingston supongo?- ser uno de los más grandes exploradores de todos los tiempos. Pero poco se conoce su faceta de ser brutal y despiadado, de gatillo fácil.
Abandonado por su familia a los seis años, emigra a los Estados Unidos donde tendrá varios empleos y adoptará varios nombres. A su vez, luchará tanto del lado de los confederados como del lado de la unión. Más tarde es contratado como periodista y enviado a cubrir la guerra de Etiopía contra los británicos.

En 1871 le encargan la casi imposible tarea de encontrar al doctor Livingston, de quien no se tiene noticia desde hace varios meses, y a quien encuentra en el lago Tanganika ocho meses más tarde. La fama que le reporta esta hazaña le sirve para que le financien una expedición al nacimiento del Nilo. Tres años más tarde llega a la desembocadura del Río Congo sin haber cumplido su objetivo, después de haber dejado por el camino a la mayor parte –más de 300 personas- de los miembros de su expedición. Esto le reporta mala fama de expeditivo y especialmente maltratador de los porteadores de raza negra, cayendo en desgracia.

Esta circunstancia la aprovechará el rey Leopoldo II de Bélgica quien, ávido de poder y riquezas, intenta emular a los otros monarcas europeos y hacerse con colonias en el continente africano. Financiado por el monarca belga, entre 1879 y 1884 Stanley recorre el río Congo y firma diversos tratados fraudulentos con gobernantes africanos, siempre en nombre de la Asociación Internacional del Congo, la tapadera del rey. Ese mismo año –1884- empieza la construcción del ferrocarril para facilitar el expolio.

Mientras en Europa el monarca iba enmascarando su ambiciosa aventura como obra altruista y civilizadora, consiguiendo de este modo financiación y préstamos de varias empresas y del propio estado belga, en África expropiaba tierras a los pueblos congoleños y se servía de su ejército privado para infringir todo tipo de atrocidades y torturas, asesinatos y secuestros, sometiendo a poblaciones enteras a la esclavitud para su propio beneficio. Creó su propia empresa de extracción de caucho y marfil y concedió tierras a empresas privadas a cambio de una parte de sus ganancias, convirtiéndose de este modo en uno de los hombres más ricos del mundo.

Negras figuras deambulaban indiferentes, echando agua sobre el fuego, de donde salía un sonido sibilante; el humo ascendía bajo la luz de la luna; el negro apaleado gemía en alguna parte. “¡Qué escándalo arma ese animal! –dijo el infatigable hombre de los bigotes, apareciendo junto a nosotros-. Le está bien empleado. Falta, castigo, ¡bang! Sin piedad, sin piedad. Es la única forma.”

Las denuncias que un misionero americano, G. W. Willians, hiciera en 1890 no cuajaron hasta 1900, cuando empezaron a publicarse en prensa de la mano de Joseph Conrad y Mark Twain, pero sobretodo por los informes de Edmund Dene Morel, informaciones y relatos que hicieron estallar un escándalo en Europa. No fue hasta 1908, y debido a las presiones internacionales, que el parlamento belga obligó a su rey a ceder sus dominios (pues eran de su exclusiva propiedad) al estado belga, quien ejerció su autoridad en la zona, pasándose a llamar Congo Belga.

En esos casi treinta años de dominio, el rey Leopoldo II de Bélgica torturó, mutiló y expulsó a millones de seres humanos, dejando un rastro de entre cinco y ocho millones de muertos. Se podría decir sin miedo a equivocarse que fue el artífice del primer genocidio documentado. Años más tarde, los ideólogos del tercer reich se inspiraron en estas atrocidades para su solución final.

Basta echar un vistazo a lo que sucede ahora mismo en Darfur (Sudán) para ver que el ser humano no ha cambiado en miles de años.

“¡Ah, el horror! ¡El horror!”


En cursiva fragmentos de:
El Corazón de las Tinieblas
Joseph Conrad
(trad. Araceli García Ríos e Isabel Sánchez Araujo)

Arrebatos foráneos: Fernando Pessoa (I)

'Retrato do poeta Fernando Pessoa' de Negreiros
Vivo siempre en el presente. El futuro lo desconozco. El pasado ya no lo tengo. Me pesa el uno como la posibilidad de todo, y el otro como la realidad de nada. No tengo esperanzas ni saudades. Sabiendo lo que ha sido mi vida hasta hoy –tantas veces y hasta tal punto lo contrario de lo que yo hubiera deseado-, ¿qué puedo presumir que sea mi vida mañana sino aquello que no presumo que sea, lo que no quiero, lo que me sucede desde fuera, incluso a través de mi propia voluntad? No tengo nada en mi pasado que recuerde con el deseo inútil de repetirlo. Nunca fui otra cosa sino un vestigio y un simulacro de mí mismo. Mi pasado es todo aquello que no conseguí ser.

(…)

Nunca amamos a alguien en concreto. Amamos tan sólo la idea que nos formamos de alguien. Es un concepto nuestro –es, en suma, a nosotros mismos- lo que amamos.
Esto es verdad en toda la escala del amor. En el amor sexual buscamos un placer propio que nos es dado por intermedio de un cuerpo extraño. En el amor distinto del sexual, buscamos un placer propio que nos es dado por intermedio de una idea nuestra. El onanista es abyecto, pero, en rigurosa verdad, el onanista es la perfecta expresión lógica del sentimiento amoroso. Es el único que no disfraza ni engaña.
Las relaciones entre un alma y otra, a través de cosas tan inciertas y divergentes como las palabras comunes y los gestos que se emprenden, son materia de extraña complejidad. En el acto mismo de conocernos, nos desconocemos. Dicen los dos “te amo” o lo piensan y lo sienten a modo de trueque, y cada uno quiere decir una idea distinta, una vida distinta, puede incluso que un color o un aroma diferentes, en la suma abstracta de impresiones que constituye la actividad del alma.

(…)

Es de comprender de lo que sobre todo nos cansamos. Vivir es no pensar.


Libro del desasosiego
Fernando Pessoa
(trad. Perfecto E. Cuadrado)

Seguridad y deseo (arrebato XII)

La seguridad es paralizante. Por el contrario, su carencia te mantiene alerta, tenso y con los nervios a flor de piel. Este axioma sirve para cualquier ámbito, ya sea trabajo, salud, estabilidad económica o emocional. Del mismo modo, la seguridad de poseer algo le quita deseo al bien poseído. Deja de ser nuestro objeto de deseo.

'Abans del bany' de Ramón CasasEs por ese motivo que te deseo tanto. Es por eso que mis dedos se pierden en los rizos de tu cabello. Es por eso que el tiempo se detiene mirándote cuando duermes. Es por eso que respiro el perfume de tu pelo. Es por eso que venero el sabor de tu piel. Es por eso que evoco la ternura de tus labios. Es por eso que me pierdo en el fulgor de tu mirada. Es por eso que me ahogo en la corriente de tus lágrimas. Es por eso que te arrebato la intimidad a través de la cortina de la ducha. Y es por eso que el miedo se inyecta en mis venas y un desagradable hormigueo se apodera de mis brazos cuando, levantando la mirada a través del humo de tu cigarrillo, sin un atisbo de sonrisa en tus labios, me dices tenemos que hablar.

Soy el cuidador del jardín. Me ha sido concedido este preciado bien con una única condición: no descuidarlo. Eso estoy haciendo, y lo hago lo mejor que sé. No ignoro el castigo si no cumplo con mi callada promesa. Aunque a veces –sin llegar a morder la manzana- he oteado a través de los setos para ver qué hay más allá de mi jardín, no tengo intención de marchar de él, de descuidarlo. Es el jardín que quiero cuidar y es por eso el más hermoso de los jardines.

jueves, 3 de noviembre de 2005

Otoño

Otoño en Sta Fe del Montseny


(...)
Pintaron de gris el cielo,
y el suelo se fue abrigando de hojas.
Se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece,
parece un niño que el viento mece
con su balada de otoño...
Una balada de otoño.
Un canto triste de melancolía
que nace al morir el día.
Una balada de otoño,
a veces como un murmullo
y a veces como un lamento
y a veces, viento.
(...)


Balada de otoño
Joan Manuel Serrat

miércoles, 2 de noviembre de 2005

Panellets

Panellets recién salidos del horno


Ingredientes
500 gr de almendra molida
400 gr de piñones
400 gr de azúcar
200 gr de patata o boniato
2 huevos


Elaboración
Se pelan y hierven las patatas. En un recipiente grande y redondo se machacan con un tenedor, aún en caliente, y se mezclan con el azúcar, hasta que quede líquido y sin grumos. Después añadiremos progresivamente la almendra molida, sin dejar de remover, hasta que quede una masa de mazapán muy densa y espesa (nos tiene que doler el brazo de tanto remover). Esta mezcla la guardaremos en la nevera durante un día.
Al día siguiente, batiremos dos yemas y una clara de huevo y lo dejaremos en un recipiente, una taza servirá. Con la ayuda de una cuchara iremos cogiendo la masa de mazapán y haremos una bola con las manos. La mojaremos en el huevo para facilitar que se peguen los piñones. Éstos los tendremos en un recipiente un poco profundo para poder cogerlos con facilidad. Hundiremos un poco la bola en los piñones y la rodaremos con las manos para que queden bien sujetos.
Una vez terminado el panellet, lo dejaremos en una fuente para horno untada de mantequilla.
Cuando estén todos hechos, los pondremos en el horno previamente calentado a 200°C durante 10 ó 12 minutos. Después gratinaremos un par de minutos más.
Finalmente los comeremos, junto con las castañas y los boniatos asados, tomando moscatel.


Tradición
Este dulce se come en toda Catalunya durante la celebración de la castanyada, la noche del primero de noviembre, festividad de Todos los Santos.

Atardecer en Barcelona


Puesta de sol tras el Tibidabo


Puesta de sol tras el Tibidabo


Puesta de sol tras el Tibidabo


Puesta de sol tras el Tibidabo


Las fotos fueron tomadas en el mismo orden que se muestran, sin usar ningún filtro. Con esos colores ¿para qué voy a usar filtros?