martes, 27 de octubre de 2009

Tapando mierda

Lo sospechábamos porque no cuadraban las cifras; era un secreto a voces. Ahora ya empezamos a saber de qué forma se financia la partidocracia en este país, aunque jamás se sabrá de la misa la mitad, está demasiado enraizado. La corrupción se ha institucionalizado y es un cáncer con metástasis que afecta a todos los niveles. La desconfianza en la élite política, financiera y empresarial es tal que ya no se puede extirpar separando el grano de la paja: hay que sacrificar.

Salta a los titulares un nuevo caso de corrupción y los unos se tiran sobre los otros como buitres al olor de la carroña, con el cinismo de quien se sabe podrido mientras señala la podredumbre ajena. Y en estas, el ex president de la Generalitat Jordi Pujol –aquí la entrevista, en catalán, a partir de los 17:35 minutos-, al respecto de la cuestión amenaza: "si entramos aquí nos haremos mucho daño, porque yo tendré una respuesta fácil. Yo también le podría decir estos dieron tanto a tanto", para añadir que "todos haríamos algo de hedor". Concluye con la puntilla de que "si hay que entrar, entraremos, aunque yo creo que no debo. Pero si tengo que entrar, personalmente, voy a entrar". Señor Pujol, por dignidad, por ética, por conciencia cívica y democrática, entre. Pero no en una conferencia de prensa, no. Vaya a los juzgados y denuncie a quien tenga que denunciar aportando las pruebas que usted conozca. No denunciar le convierte en cómplice.

Pero claro, no denunciará porque sabe que después vendrán los otros y le denunciarán a él por lo mismo. Porque cuando Maragall –de quien Pujol decía que no era de fiar- largó esa vergonzosamente célebre “el problema de CiU se llama tres por ciento”, sólo hubo ruido de fondo y entre todos echaron tierra sobre el asunto. Olía demasiado mal y había que taparlo. En esa época, en marzo de 2005, yo trabajaba para la empresa que gestiona las obras públicas de la Generalitat. Y durante esos días todo fueron comentarios jocosos. “¿El tres por ciento dice? ¿Sólo?” y se reían a carcajadas. Y a mí me daba un asco inmenso estar trabajando para ellos, incluso cuando me encargaron que registrara cambios anómalos en los importes de algunas bases de datos. ¡Eso significaba que hasta ese momento no había habido ningún control! Así que señor juez, llame a declarar al señor Pujol, porque él sabe dónde huele mal y lo calla. Teme tirar de la manta y que la mierda nos ahogue a todos, pero no tema señor juez, que ya estamos con la mierda al cuello.

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