viernes, 21 de enero de 2011

Miles Davis meets Kenny G

Un oxímoron es, según el diccionario de la RAE, la combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido. Ponen como ejemplo “un silencio atronador”. Bien, pues en una fotografía acabo de hallar una variante del oxímoron que he bautizado como sinoxímoron fusionando ésta con "sinsentido", que según el diccionario de la RAE es una cosa absurda y que no tiene explicación. Así pues, tenemos que un sinoxímoron es la combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan una cosa absurda y que no tiene explicación.

La forma visual de un sinoxímoron es la fotografía que acabo de encontrar en “A Blog Supreme”: Kenny G con Miles Davis. Algo así como Hombres G -¿Qué tendrá la G?- con los Stones, Michael Bolton con Leonard Cohen o Céline Dion con Ella Fitzgerald.

Miles Davis meets Kenny G
No sé vosotros, pero a mí me da la impresión que Miles lo mira con cara de “¿le parto el pescuezo antes de que perpetre más aberraciones?”. Una verdadera lástima para la humanidad que no se decidiera a hacerlo.

lunes, 10 de enero de 2011

Ahora

Ahora que los olivos comienzan a desnudarse de la aceituna; ahora que los dedos, ateridos en las heladas del día recién descorchado, apenas sujetan la vara y se atemperan junto a la hoguera donde asamos tocino. Ahora que brotan las coles, se prepara la tierra para sembrar ajos y empiezan a asomar las yemas en los almendros. Ahora que el garaje de la casa huele al especiado producto de la matanza y que los intensos y copiosos pucheros nos conducen con paso lento junto a la lumbre a descabezar un sueñecito. Ahora que los pastos desbordan de verde y los caminos de ocres como se desborda el ramblón del agua de las lluvias y la sierra nos achica los ojos con su deslumbrante atuendo invernal. Ahora que recurro al calor de la lana para salir a un monte cubierto de pinaza mojada, setas y musgo; ahora que respiro aire puro y bebo agua fresca, que duermo bajo media docena de mantas y me despiertan el gallo y la luz que se cuela a través de las persianas. Ahora que tengo la calma para escuchar mi respiración y el fluir de mi sangre; ahora que puedo caminar sin prisa y detenerme a observar el cambiante paso de las nubes y el ondulante recorrido de las sombras de los árboles en los surcos de los campos dormidos. Ahora que comienzo a andar por este nuevo año sabiendo que aquello es lo más cercano a la felicidad que conozco, un día se quiebra la quimera y un avión me trae de vuelta a la ciudad gris y mugrienta, a la desolación del despertador, al agobio de la multitud, a las prisas y el ruido irritante de las calles, al hastío de una realidad en la que año tras año me siento más ajeno. Y ahora que todo ha vuelto a la grosera normalidad, todo este año entero que acabo de comenzar, con todos sus días y sus semanas y sus meses llenos de horas, minutos y segundos me parece una losa demasiado grande y pesada de cargar.

Sierra Nevada