viernes, 16 de diciembre de 2005

Página 23; párrafo quinto

Visitando las cosas que no sabe pab, descubrí una interesante iniciativa, uno de esos memes que circulan por la red. Al tratarse de una propuesta facultativa relacionada con la literatura –que siempre me interesa-, en la línea de las diez palabras, he decidido formar parte de ella.
Se trata de compartir –algo siempre hermoso- el quinto párrafo de la página 23 del libro que tienes entre manos. El quinto párrafo en el libro que estoy leyendo continúa en la página siguiente, pero me ha parecido inoportuno cortarlo, así que me he tomado la licencia de continuar paseando por la 24.

Adieu. Quizás es mejor así”, escribió Demon a Marina a mediados de abril de 1869 (¿se trata de la carta original, que no llegó a echarse al correo, o de una copia de propia mano de Demon?), “porque, cualquiera que fuera la felicidad que pudiese haber acompañado a nuestra vida de casados, y por mucho que esa vida feliz hubiera durado, hay una imagen que nunca habría podido olvidar y nunca habría querido perdonar. Deja que se grabe en ti, querida mía. Déjame que la repita en términos adecuados para una actriz. Tú habías ido a Boston para ver a una vieja tía, un lugar común de novela, pero que en esta ocasión es la verdad. Y yo había ido a ver a mi tía en su rancho, cerca de Lolita, Texas. Una mañana de febrero (ya cerca de mediodía donde tú estabas) te telefoneé al hotel, desde una cabina de la carretera. El cristal estaba todavía salpicado de lágrimas, vestigio de una tremenda tormenta. Yo quería pedirte que tomases el avión sin perder un minuto y que volases hacia mí, porque…

(Aquí termina la página 23. Lo que continúa en la 24 es lo que sigue.)

… yo, batiendo mis alas decaídas y maldiciendo el dorófono automático, me repetía que no podía vivir sin ti y porque deseaba que, protegida entre mis brazos, vieras las sorprendidas flores del desierto que la lluvia había hecho brotar. Tu voz era remota, pero dulce. Me dijiste que estabas en traje de Eva; no cuelgues, espera que me ponga un penyuar; pero, en vez de eso, bloqueando el receptor para que yo no oyese, hablaste, supongo, al hombre con quien habías pasado la noche (y a quien de buena gana yo habría despachado al otro mundo, aunque de lo que de verdad sentía deseos era de castrarle). Ése es precisamente el boceto hecho para el fresco de nuestro destino por un joven artista de Parma, en trance profético, el siglo XVI; un fresco que coincide, excepto en la funesta manzana del Saber, con una imagen repetida en la mente de dos hombres. A propósito, tu doncella fugitiva ha sido encontrada por la policía en un burdel de aquí. Te será reexpedida tan pronto como haya sido suficientemente cubierta de mercurio.”


Ada o el ardor
Vladimir Nabokov
(trad. David Molinet)

jueves, 15 de diciembre de 2005

(arrebato XIV)

Desaprendí a dormir solo
cuando no estás a mi lado te añoro
y si no fuera por las lágrimas que no me deja ver
te diría que lloro.

Me dibujé como yo quiero
no es que no sea así, es que no puedo
no es que quisiera quererte
es que te quiero.




Rimo en la mente, después escribo. No me gusta interrumpirme buscando esa palabra. Cuando eso ocurre, concluyo. Ya no es lo que busco.

se me da mal (arrebato XIII)

Pensé que había cambiado pero todo sigue igual.
Explicarlo se me da mal.

Demasiadas trampas del pasado
aunque está mal reprochar quien me ha criado
y el olor a podrido me parece normal
aunque explicarlo se me da mal.

Evito al espejo para no verme
y el gusano que me devora nunca duerme.
Mi alma siempre se refleja vulgar, sí
aunque explicarlo se me da mal.

Siempre espero lo que no llega
y la culpa y el remordimiento me ciega.
La rueda gira hacia el mismo lugar
aunque explicarlo se me da mal.

Pensé que había cambiado pero todo sigue igual.
Explicarlo se me da mal.

No quiero más corazones en las orillas
ni el tuyo ni el que guardan mis costillas.
Debo enseñarle a mi vida a cantar
aunque explicarlo se me da mal.


(O quizás –tienes razón- fatal)

Pensamientos fragmentados I (arrebato XII)

Desde que tengo memoria –que no uso de razón, que eso no lo podré perder nunca por ser carencia endémica- siempre he tenido un libro abierto ante mis ojos. Escribir, por tanto, fue una evolución lógica, aunque con interrupciones. A lo largo y ancho de mi vida he pasado prolongados vacíos yermos de arrebatos. Así como no puedo pasar sin leer, sí puedo en cambio pasar sin escribir, entendido como el acto mecánico de poner en negro sobre blanco, pues todo mi pensamiento, que es el germen de la propia escritura, fluye de igual forma. No queda registrado para el posterior recuerdo, pero ha sido escrito in mente. Y además, me ahorro esa desagradable sensación que queda al concluir la escritura de que algo, la esencia, se ha quedado en el tintero. Perdido entre los pliegues de la materia gris.

Ahora estoy en uno de esos vacíos y me estoy auto imponiendo escribir. Me obligo como terapia. Es algo que me gusta, con lo que disfruto, pero que ahora me cuesta iniciar. Es parecido a ir al gimnasio: si lo hago con cierta frecuencia surge solo, mientras que si paso un tiempo sin hacerlo, como ahora tras casi dos semanas, debo hacer el esfuerzo.

Pensamientos fragmentados, interrumpidos por leves distracciones que se convierten en excusa para posponer. Ayer lo empecé, ahora sigo.

Pudiera esgrimir como excusa –y lo esgrimo- que otros más agradables placeres absorben todo el tiempo libre de que dispongo, que tampoco es demasiado. En parte es cierto, más cierta pereza se ha instalado en el vacío que dejó mi elocuencia escrita, que ahora anda de vacaciones vete tú a saber por dónde.

y el sol se hundía en el marComo de vacaciones he estado yo estos últimos días, aprovechando para regresar a los ancestros tecnológicos. Cambiando ordenadores, pdf, dvd, usb, televisores, gps y demás maravillas del ingenio humano creadas para ¿facilitarnos? la vida por libros de papel, radio mal sintonizada en el coche, paseos en bicicleta y a pie por la playa y por los barrios viejos de los pueblos.

Años hacía que no me veía en la situación de hinchar la rueda exhausta de una bicicleta. Las que tuve las malvendí o murieron oxidadas mucho tiempo atrás. Así que fue como un renacer a la ya lejana adolescencia. Por fortuna, pedalear es como las cicatrices del corazón: no se olvida. Y así estuve, ella a mi vera, pedaleando por un paseo marítimo de un pueblo al sur de Barcelona, con el sol bajando hasta hundirse allá a lo lejos, en el horizonte, bajo la esfera del mar. Recordando el olor del salitre que el viento de mar me invitaba a respirar. Escuchando su pausada, regular y sorda respiración, como un agotamiento lejano que hincha los pulmones y los vacía llevando las olas a la playa, lamiendo la arena para devolver a su origen pequeños fragmentos de conchas y piedrecillas de brillantes colores.

Después partí hacia el interior, pero esa es otra (post) historia.

miércoles, 30 de noviembre de 2005

De cumbres o cómo malgastar

Esta semana, como muchos ya sabréis, se ha celebrado la cumbre euromediterránea en Barcelona. No comprendo por qué usan el festivo verbo celebrar tratándose de una reunión de hostilidades, desencuentros y ceños fruncidos, pero así lo quieren ellos.

Como era de esperar ha sido un rotundo fracaso, por mucho que lo quieran revestir de ornamentos como un arbolito de navidad. Si ya per se resulta difícil ponerse de acuerdo con una docena de amigos, tratándose de treinta y cinco jefes de estado y de gobierno, con sus intereses particulares y generalmente encontrados y enconados, rivalidades y odios enquistados resulta a todas luces imposible. Y la desconfianza. La eterna desconfianza norte-sur, rico-pobre y viceversa, amén de los profundos fosos aislantes que avivan las religiones.

El resultado vendría a ser una analogía al maltratado e ignorado protocolo de Kioto. Según la clase política asistente a tan magno evento, se ha alcanzado un acuerdo. Un acuerdo de mínimos dicen los más honestos. O lo que es lo mismo –ya sabemos de la facilidad con que echan mano de eufemismos-, han firmado papel mojado. Acuerdos vagos e inconcretos que a nadie comprometen. Fantástico.

No puedo ni llegar a imaginar la ingente, la insultante cantidad de dinero que se ha malgastado en llegar a esos papeles mojados. Teniendo en cuenta los tantos jefes de estado, consejeros, ministros, expertos en la materia, traductores, guardaespaldas, ejército, policía, guardia civil, hoteles, dietas, comidas –eso no lo perdonan, que al McDonald’s no creo que los lleven a comer-, taxis, prostitutas –habrán tenido que recurrir a las ETT-, alquiler de vehículos y de salas de conferencias, vuelos de ida y de vuelta, etc. En fin, que prefiero no saberlo.

Los MonegrosLa única repercusión que ha tenido tamaño desaguisado ha sido inmediata y, en el caso de los habitantes de Barcelona, negativa. Calles cortadas, carriles de autopista reservados a los señores ministros, controles policiales, etc. Resultado: colas quilométricas de automóviles para entrar o salir de la ciudad. Y digo yo, ¿no podrían, en adelante, organizar estas fantochadas en un portaaviones en medio del Mediterráneo? O eso o en los Monegros, pero coño, que nos dejen vivir en paz.

martes, 29 de noviembre de 2005

George

George HarrisonTaxman
Wah-Wah
Something
What is life
Isn't it a pity
Savoy Truffle
My sweet lord
It's all too much
I want to tell you
When we were fab
All those years ago
Beware of darkness
Here comes the sun
Within you without you
I got my mind set on you
While my guitar gently weeps


Hoy hace cuatro años ya que dejó de componer hermosas canciones.
Pero nos dejó éstas y otras más, que seguirán sonando siempre.

domingo, 27 de noviembre de 2005

Mucho mejor

Ariel Rot en la sala Bikini de Barcelona

Arrancó, con puntualidad británica, tocando su Hoja de ruta. Como ya viene siendo habitual, tuvo un recuerdo -reconocimiento de deuda- con Moris, y a lo largo de todo el concierto, entre rifts stonianos, fue desgranando sus viejos y nuevos temas con el buen hacer que le otorgan sus casi treinta años en los escenarios, para finalizar en un amago.
Pero no terminaba ahí. Él lo sabía y nosotros sabíamos que él lo sabía. Aún quedaban deudas por saldar.
La parte de los bises la inició con el esperado Me estás atrapando otra vez, que compuso hace más de una década, en su etapa en Los Rodriguez. Se acordó también de su etapa en Tequila, hace veinticinco años ya, con Nena. Y finalizó el concierto como debía, como todos esperábamos, tocando Mucho mejor (hace calor, hace calor, yo estaba esperando que cantes mi canción, y que abras esa botella, y brindemos por ella...).

jueves, 24 de noviembre de 2005

Sin tamizar

"He hecho un pacto tácito conmigo mismo: no cambiar ni una línea de lo que escribo. No me interesa perfeccionar mis pensamientos ni mis acciones."

Trópico de Cáncer
Henry Miller
(trad. Carlos Manzano)


Igual que Henry Miller -pero sin su talento- escribo mis arrebatos, esos que brotan desde las tripas como un vómito y aporrean el teclado sin pasar por el cedazo neuronal. La diferencia es que yo no he pactado nada. Es algo inconsciente.

martes, 22 de noviembre de 2005

El tamaño importa

distintos tamaños...

Hace unos cuantos años, en EEUU –estas cosas siempre pasan ahí-, una empresa de productos clínicos e infantiles fabricados con látex decidió lanzar al mercado una nueva línea de preservativos. El departamento de marketing (mercadotecnia en español castizo) al completo, tras numerosos e imaginativos brainstormings –¿tormentacerebros?-, decidió qué marca era el mejor reclamo, qué colores eran más vistosos para sus cajas, cuántas unidades irían en cada una, qué campaña de publicidad acompañaría al lanzamiento, etc. También decidieron ofrecer al comprador tres tallas distintas de sus productos.

Unos meses más tarde, con el producto ya en venta, encargaron un estudio para saber el porqué de los atípicos índices de ventas de sus diferentes tallas, ya que los porcentajes diferían mucho respecto al resto de preservativos en el mercado. Al parecer, la talla grande tenía unas ventas iguales e incluso mayores que los de la competencia, mientras que la mediana se quedaba muy atrás y la más pequeña apenas tenía salida.

El resultado del estudio fue muy claro. Era un problema de egos, de la dichosa presunción y vanidad masculina. Las tallas de los preservativos estaban indicados mediante una S (pequeño), una M (mediano) y una L (grande) mientras que los preservativos de los competidores se indicaban con una L (grande), una XL (extra grande) y una XXL (extra extra grande).


(sugerencia de consumo)
Digo yo que nada mejor que Macho man de Village People

Picasso

Autorretrato picassiano

Hacia finales de este verano estuve en Madrid con la excusa de una completísima exposición de Juan Gris, uno de los genios creadores del cubismo. Aprovechando que estaba en el Reina Sofía, me acerqué a la exposición permanente de otro de los genios –el más grande, sin duda- de ese mismo movimiento artístico. Aunque, en realidad, más que la exposición de Picasso, lo que yo iba a ver era el Guernica. Me planté delante del grandioso lienzo –grandioso por tamaño, por significado, por genial- y lo estuve admirando en silencio largo tiempo. Después di media vuelta y me marché sintiéndome pequeño, insignificante, nada. Pero con la sensación, eso sí, de ser un privilegiado.

Hoy, de visita al blog de Groupie, lo he recordado al ver esto.

lunes, 21 de noviembre de 2005

Andrés Calamaro (Los Rodriguez revisited)

Andrés Calamaro y Ariel Rot en el concierto de Barcelona


Andrés y su amigo Ariel (en la foto) nos hicieron pasar dos horas memorables. Cantamos –nos desgañitamos-, bailamos –tengo un palo de escoba en el espinazo-, reímos –la cerveza y la botánica ayudan- y nos sentimos rejuvenecer diez años cuando atacaron los primeros acordes de esos temas clásicos de Los Rodriguez.

Este viernes asistiré a la segunda parte de la fiesta.


(sugerencia de consumo)
Y finalizaron el concierto con Sin documentos de Los Rodriguez

domingo, 20 de noviembre de 2005

Tiempo de vinilos

Hará poco más de media hora que encendí la calefacción, pero aún hace frío. Quizás sea porque mi terraza siempre mira al norte, expuesta al viento que desciende de las montañas; quizás sea por su ausencia. Me he puesto a golpear el teclado con los dedos entumecidos. No es agradable. Pensar que mis padres, cual aves migratorias, cerraron las puertas y ventanas de su casa para emigrar durante unos días a Cuba no ayuda demasiado.

Vinilo de 'Jazz en Massey Hall' en su edición argentinaMe he servido una copa de vino que una amiga, conocedora de mis gustos, me trajo de Oporto. Su dulce calor me atempera levemente el cuerpo bajando por la garganta, mientras espero que la calefacción cumpla con su cometido. Lo acompaño con unas galletas caseras de almendras. Busco en las estanterías donde guardo la música algo que me ayude a pasar las horas, que las convierta en fugaces. Cojo uno, lo pongo sobre el giradiscos, levanto el brazo con la aguja y lo dejo cuidadosamente al inicio del surco. Inmediatamente empieza a sonar Perdido exactamente del mismo modo –más frío y distante- que sonó en el Massey Hall hace más de cincuenta años por gracia de Bird, Dizzy, Bud Powell, Charlie Mingus y Max Roach. Todos ellos murieron, pero siguen vivos, ahora, en mi casa.

Hoy no he comprado ningún periódico –ni siquiera hojeado en la cafetería- y sigo sin encontrar una buena excusa para encender el televisor. Pero viendo la fecha en el calendario, de inmediato la he relacionado con un hecho importante aquí en este país. Hoy hace exactamente treinta años que muchos miembros de mi familia –y en otros tantos hogares- estaban celebrando la noticia con champagne. Yo lo miraba con los ojos muy abiertos, contento por esa inesperada fiesta, aunque en esa época sólo tomaba leche. Las botellas habían permanecido, en tensa espera, unos cuantos días en la nevera antes de ser descorchadas. Quizás los mismos días que ellos, el equipo médico habitual, habían mantenido el cadáver putrefacto del dictador antes de dignarse a darlo definitiva y afortunadamente por muerto. Antes de ese día, igualmente putrefacto, el dictador había repartido durante cuarenta años miseria y favoritismos, guerra y muerte, mentiras, odios, ignorancia, aislamiento, mediocridad, hambre y dolor por todo el país. Desafortunadamente su herencia sigue viva, encarnada en señores unos con sotana, otros con medallas y otros más aglutinados en un partido que se siente incómodo en el corsé de la democracia. Su estilo: repetir las mentiras hasta que asemejen verdades. Sus métodos: darse la razón a gritos.

Le doy la vuelta al vinilo y vuelvo a dejar con sumo cuidado la aguja sobre el surco. Qué grande Charlie; qué grande Dizzy. En previsión de una noche de lectura tranquila, dejo a mano a Ben Webster y a Thelonious Monk.


(sugerencia de consumo)
Sonando Bird y Dizzy en buena compañía, ahora atacando A Night In Tunisia
.

jueves, 17 de noviembre de 2005

Ahí estaremos, loco

Andrés Calamaro

miércoles, 16 de noviembre de 2005

Pausa













Salgo a tomar un café y ahora vuelvo.

viernes, 11 de noviembre de 2005

Robert Doisneau

Sidelong glance de Robert Doisneau (1948)

El nombre de este fotógrafo es conocido en todo el mundo (aunque no por todo el mundo) sobretodo por una fotografía, popularmente conocida como el beso. La admiración que se le profesa se sustenta, básicamente, en su capacidad para captar el momento, la esencia de la vida. Tenía el don de congelar en una instantánea ese detalle fugaz, la magia de un gesto, lo efímero. Años más tarde parte de esa admiración se desmoronó cuando, a raíz de un pleito, se supo que la fotografía del beso estaba preparada, que los dos personajes supuestamente anónimos eran dos modelos que estaban posando. Y que ahora esos modelos le reclamaban derechos de imagen. De todos modos ahí está la foto, en la posteridad.

Respecto a la foto que encabeza este texto, Sidelong glance, no sé si estará preparada o será fruto de su admirada capacidad. Sea como sea me hizo gracia. Está claro que la mujer y el hombre no tienen los mismos gustos en cuanto a arte se refiere.



(sugerencia de consumo)
la foto me sugiere Cool Blues de Charlie Bird Parker

jueves, 10 de noviembre de 2005

Culpa y desorden (arrebato XIII)

Muchas cosas han cambiado en mi vida durante el último año. Poco a poco, con esfuerzo y ayuda, he conseguido abrir algunos huecos en mi caparazón. Tras mucho tiempo observando la vida tras el cristal ahora, sin duda, formo parte de ella, me dejo impregnar de ella y la absorbo por todos mis poros, me llena los sentidos. He purgado mis culpas, todas ellas auto impuestas, y comienzo a gozar el riesgo, antes impensable, de tomar decisiones. Al contrario que Pink en The Wall, he logrado quitar, uno tras otro, los ladrillos de mi particular muro aislante.

Sólo un detalle enquistado sigue causándome cierto desasosiego. Mi vida sigue adoleciendo de eterna provisionalidad, de precariedad atrancada en lo cotidiano. Mi pequeño apartamento sigue aparentando una reciente mudanza. Mi mirada se pierde en el vacío de paredes desnudas, algunas todavía sin pintar, otras ya manchadas de vino. Mis pasos zigzaguean entre cajas por abrir, bolsas por ordenar, sillas prestadas, pertenencias extraviadas, mesas regaladas y un sofá desvencijado cuya única utilidad es la de almacén de desbarajustes.

Y esa anarquía no deja de ser un reflejo de mi vida. Aunque ya, después de tanto tiempo, no sé en realidad qué es origen y qué reflejo. Sin duda buena parte de la culpa la tiene mi proverbial inconstancia, mi voluntad voluble. Siempre hay algo mejor, o más interesante, o más urgente o importante. Qué más da. La cuestión es que acaba cerrándose un círculo ya de por si vicioso en su inicio. Apenas estoy en casa por sentirme incómodo y jamás estaré cómodo si no estoy en casa para ponerle remedio. Y el círculo gira y gira y lleva girando desde hace casi un año.

Debo enmendar la situación, pero primero debo incluir el verbo debo en mi vocabulario. A menudo queremos vivir el carpe diem olvidando el memento mori.


(sugerencia de consumo)
recordé Confortably Numb de Pink Floyd

martes, 8 de noviembre de 2005

Ficciones

Internet se ha convertido en esa gran biblioteca infinita que imaginó –o recreó– Borges en La Biblioteca de Babel, relato incluido en Ficciones. Y precisamente por eso, por infinita e inabarcable, se convierte en poco fiable. Hay que saber separar el grano de la paja, comprobar los datos, las fuentes. Las mentiras, los errores y los falsos mitos se mezclan con demasiada frecuencia con la información veraz.

Tumba de Groucho MarxSi vamos a cualquier buscador y pedimos citas célebres obtendremos un montón de ellas pero… ¿Cuántas son realmente ciertas? A menudo he pensado que si todas las citas atribuidas a Confucio fueran veraces, el pobre hombre apenas hubiera tenido tiempo de dormir. Y quien dice Confucio dice Groucho Marx. He visto (casi) todas sus películas y si no todas, imagino que la mayoría de frases y diálogos son ciertos. Excepto una, la referente a su epitafio. Con frecuencia he visto atribuido a Groucho el epitafio “Disculpen que no me levante” e infinidad de variantes de la misma frase. Basta echar un vistazo a la tumba donde se guardan sus cenizas para confirmar que eso es más falso que una promesa electoral.

lunes, 7 de noviembre de 2005

Cavernas

Cavernas atestadas de lágrimas de humo y sudor de multitud, de soledades y urgencias y anhelos. Cacofonía de ritmos tribales, malformación del pentagrama. Flashes y luces de neón atrayendo a los insectos nocturnos. Ausencia de conversación y sosiego. Gritos a distancia de susurros. Escaparate de rostros pintados y cuerpos esculpidos. Mercado de alcohol y sexos que se exhiben y se rozan y se miran de soslayo, escudriñando entre la penumbra y el humo, evaluando la calidad del ganado. Lugares comunes donde mostrarse, donde observar y sentirse observado, calibrado y censado. Clasificado por tu pelaje. Tú entras, tú no; gracias, oh inquisidor. Mercadeo de roces y sonrisas. Adquirir y rechazar. Escupidera de mentiras e historias de mercaderes. Retoques en tu reflejo entre orines y vómitos, lamentos y risas histéricas. Vuelta a la plaza como un mihura, exhibiéndose. Engañándose. Ocultando.
No, no quiero volver a esos lugares, a esas cavernas. Añoro las risas alrededor de una mesa, con música de fondo. Las conversaciones sin gritos entre carambolas. Las palabras cruzándose sobre unas velas.

viernes, 4 de noviembre de 2005

Kurtz

Marlon Brando en su papel de capitán Kurtz






Gritó en un susurro a alguna imagen, a alguna visión, gritó dos veces, un grito que no era más que un suspiro:
“¡Ah, el horror! ¡El horror!”


Francis Ford Coppola puso estas palabras en boca de su capitán Kurtz –encarnado magistralmente por Brando- en Apocalipse Now, una denuncia de las atrocidades cometidas durante la guerra de Vietnam. Casi ochenta años antes, Joseph Conrad había escrito estas mismas palabras en su asfixiante Heart of Darkness (El Corazón de las Tinieblas) también para denunciar otras atrocidades.
De origen ucraniano, en 1886 adopta la nacionalidad británica, y como oficial de la marina inglesa viaja al Estado Autónomo del Congo en 1889, regresando en 1890. Sin duda ese horror del capitán Kurtz lo vivió él mismo en sus carnes, plasmándolo en 1902 en forma de novela.

El periodista y aventurero Henry Morton Stanley, cuyo verdadero nombre era John Rowlands, ha pasado a la historia por –¿Doctor Livingston supongo?- ser uno de los más grandes exploradores de todos los tiempos. Pero poco se conoce su faceta de ser brutal y despiadado, de gatillo fácil.
Abandonado por su familia a los seis años, emigra a los Estados Unidos donde tendrá varios empleos y adoptará varios nombres. A su vez, luchará tanto del lado de los confederados como del lado de la unión. Más tarde es contratado como periodista y enviado a cubrir la guerra de Etiopía contra los británicos.

En 1871 le encargan la casi imposible tarea de encontrar al doctor Livingston, de quien no se tiene noticia desde hace varios meses, y a quien encuentra en el lago Tanganika ocho meses más tarde. La fama que le reporta esta hazaña le sirve para que le financien una expedición al nacimiento del Nilo. Tres años más tarde llega a la desembocadura del Río Congo sin haber cumplido su objetivo, después de haber dejado por el camino a la mayor parte –más de 300 personas- de los miembros de su expedición. Esto le reporta mala fama de expeditivo y especialmente maltratador de los porteadores de raza negra, cayendo en desgracia.

Esta circunstancia la aprovechará el rey Leopoldo II de Bélgica quien, ávido de poder y riquezas, intenta emular a los otros monarcas europeos y hacerse con colonias en el continente africano. Financiado por el monarca belga, entre 1879 y 1884 Stanley recorre el río Congo y firma diversos tratados fraudulentos con gobernantes africanos, siempre en nombre de la Asociación Internacional del Congo, la tapadera del rey. Ese mismo año –1884- empieza la construcción del ferrocarril para facilitar el expolio.

Mientras en Europa el monarca iba enmascarando su ambiciosa aventura como obra altruista y civilizadora, consiguiendo de este modo financiación y préstamos de varias empresas y del propio estado belga, en África expropiaba tierras a los pueblos congoleños y se servía de su ejército privado para infringir todo tipo de atrocidades y torturas, asesinatos y secuestros, sometiendo a poblaciones enteras a la esclavitud para su propio beneficio. Creó su propia empresa de extracción de caucho y marfil y concedió tierras a empresas privadas a cambio de una parte de sus ganancias, convirtiéndose de este modo en uno de los hombres más ricos del mundo.

Negras figuras deambulaban indiferentes, echando agua sobre el fuego, de donde salía un sonido sibilante; el humo ascendía bajo la luz de la luna; el negro apaleado gemía en alguna parte. “¡Qué escándalo arma ese animal! –dijo el infatigable hombre de los bigotes, apareciendo junto a nosotros-. Le está bien empleado. Falta, castigo, ¡bang! Sin piedad, sin piedad. Es la única forma.”

Las denuncias que un misionero americano, G. W. Willians, hiciera en 1890 no cuajaron hasta 1900, cuando empezaron a publicarse en prensa de la mano de Joseph Conrad y Mark Twain, pero sobretodo por los informes de Edmund Dene Morel, informaciones y relatos que hicieron estallar un escándalo en Europa. No fue hasta 1908, y debido a las presiones internacionales, que el parlamento belga obligó a su rey a ceder sus dominios (pues eran de su exclusiva propiedad) al estado belga, quien ejerció su autoridad en la zona, pasándose a llamar Congo Belga.

En esos casi treinta años de dominio, el rey Leopoldo II de Bélgica torturó, mutiló y expulsó a millones de seres humanos, dejando un rastro de entre cinco y ocho millones de muertos. Se podría decir sin miedo a equivocarse que fue el artífice del primer genocidio documentado. Años más tarde, los ideólogos del tercer reich se inspiraron en estas atrocidades para su solución final.

Basta echar un vistazo a lo que sucede ahora mismo en Darfur (Sudán) para ver que el ser humano no ha cambiado en miles de años.

“¡Ah, el horror! ¡El horror!”


En cursiva fragmentos de:
El Corazón de las Tinieblas
Joseph Conrad
(trad. Araceli García Ríos e Isabel Sánchez Araujo)

Arrebatos foráneos: Fernando Pessoa (I)

'Retrato do poeta Fernando Pessoa' de Negreiros
Vivo siempre en el presente. El futuro lo desconozco. El pasado ya no lo tengo. Me pesa el uno como la posibilidad de todo, y el otro como la realidad de nada. No tengo esperanzas ni saudades. Sabiendo lo que ha sido mi vida hasta hoy –tantas veces y hasta tal punto lo contrario de lo que yo hubiera deseado-, ¿qué puedo presumir que sea mi vida mañana sino aquello que no presumo que sea, lo que no quiero, lo que me sucede desde fuera, incluso a través de mi propia voluntad? No tengo nada en mi pasado que recuerde con el deseo inútil de repetirlo. Nunca fui otra cosa sino un vestigio y un simulacro de mí mismo. Mi pasado es todo aquello que no conseguí ser.

(…)

Nunca amamos a alguien en concreto. Amamos tan sólo la idea que nos formamos de alguien. Es un concepto nuestro –es, en suma, a nosotros mismos- lo que amamos.
Esto es verdad en toda la escala del amor. En el amor sexual buscamos un placer propio que nos es dado por intermedio de un cuerpo extraño. En el amor distinto del sexual, buscamos un placer propio que nos es dado por intermedio de una idea nuestra. El onanista es abyecto, pero, en rigurosa verdad, el onanista es la perfecta expresión lógica del sentimiento amoroso. Es el único que no disfraza ni engaña.
Las relaciones entre un alma y otra, a través de cosas tan inciertas y divergentes como las palabras comunes y los gestos que se emprenden, son materia de extraña complejidad. En el acto mismo de conocernos, nos desconocemos. Dicen los dos “te amo” o lo piensan y lo sienten a modo de trueque, y cada uno quiere decir una idea distinta, una vida distinta, puede incluso que un color o un aroma diferentes, en la suma abstracta de impresiones que constituye la actividad del alma.

(…)

Es de comprender de lo que sobre todo nos cansamos. Vivir es no pensar.


Libro del desasosiego
Fernando Pessoa
(trad. Perfecto E. Cuadrado)

Seguridad y deseo (arrebato XII)

La seguridad es paralizante. Por el contrario, su carencia te mantiene alerta, tenso y con los nervios a flor de piel. Este axioma sirve para cualquier ámbito, ya sea trabajo, salud, estabilidad económica o emocional. Del mismo modo, la seguridad de poseer algo le quita deseo al bien poseído. Deja de ser nuestro objeto de deseo.

'Abans del bany' de Ramón CasasEs por ese motivo que te deseo tanto. Es por eso que mis dedos se pierden en los rizos de tu cabello. Es por eso que el tiempo se detiene mirándote cuando duermes. Es por eso que respiro el perfume de tu pelo. Es por eso que venero el sabor de tu piel. Es por eso que evoco la ternura de tus labios. Es por eso que me pierdo en el fulgor de tu mirada. Es por eso que me ahogo en la corriente de tus lágrimas. Es por eso que te arrebato la intimidad a través de la cortina de la ducha. Y es por eso que el miedo se inyecta en mis venas y un desagradable hormigueo se apodera de mis brazos cuando, levantando la mirada a través del humo de tu cigarrillo, sin un atisbo de sonrisa en tus labios, me dices tenemos que hablar.

Soy el cuidador del jardín. Me ha sido concedido este preciado bien con una única condición: no descuidarlo. Eso estoy haciendo, y lo hago lo mejor que sé. No ignoro el castigo si no cumplo con mi callada promesa. Aunque a veces –sin llegar a morder la manzana- he oteado a través de los setos para ver qué hay más allá de mi jardín, no tengo intención de marchar de él, de descuidarlo. Es el jardín que quiero cuidar y es por eso el más hermoso de los jardines.

jueves, 3 de noviembre de 2005

Otoño

Otoño en Sta Fe del Montseny


(...)
Pintaron de gris el cielo,
y el suelo se fue abrigando de hojas.
Se fue vistiendo de otoño.
La tarde que se adormece,
parece un niño que el viento mece
con su balada de otoño...
Una balada de otoño.
Un canto triste de melancolía
que nace al morir el día.
Una balada de otoño,
a veces como un murmullo
y a veces como un lamento
y a veces, viento.
(...)


Balada de otoño
Joan Manuel Serrat

miércoles, 2 de noviembre de 2005

Panellets

Panellets recién salidos del horno


Ingredientes
500 gr de almendra molida
400 gr de piñones
400 gr de azúcar
200 gr de patata o boniato
2 huevos


Elaboración
Se pelan y hierven las patatas. En un recipiente grande y redondo se machacan con un tenedor, aún en caliente, y se mezclan con el azúcar, hasta que quede líquido y sin grumos. Después añadiremos progresivamente la almendra molida, sin dejar de remover, hasta que quede una masa de mazapán muy densa y espesa (nos tiene que doler el brazo de tanto remover). Esta mezcla la guardaremos en la nevera durante un día.
Al día siguiente, batiremos dos yemas y una clara de huevo y lo dejaremos en un recipiente, una taza servirá. Con la ayuda de una cuchara iremos cogiendo la masa de mazapán y haremos una bola con las manos. La mojaremos en el huevo para facilitar que se peguen los piñones. Éstos los tendremos en un recipiente un poco profundo para poder cogerlos con facilidad. Hundiremos un poco la bola en los piñones y la rodaremos con las manos para que queden bien sujetos.
Una vez terminado el panellet, lo dejaremos en una fuente para horno untada de mantequilla.
Cuando estén todos hechos, los pondremos en el horno previamente calentado a 200°C durante 10 ó 12 minutos. Después gratinaremos un par de minutos más.
Finalmente los comeremos, junto con las castañas y los boniatos asados, tomando moscatel.


Tradición
Este dulce se come en toda Catalunya durante la celebración de la castanyada, la noche del primero de noviembre, festividad de Todos los Santos.

Atardecer en Barcelona


Puesta de sol tras el Tibidabo


Puesta de sol tras el Tibidabo


Puesta de sol tras el Tibidabo


Puesta de sol tras el Tibidabo


Las fotos fueron tomadas en el mismo orden que se muestran, sin usar ningún filtro. Con esos colores ¿para qué voy a usar filtros?

jueves, 27 de octubre de 2005

Dos mil años

Han perseguido, torturado y asesinado a miles de personas. Promovido guerras contra quienes no pensaban como ellos. Se han alineado siempre del lado de los sistemas totalitarios. Ellos mismos son un sistema totalitario y excluyente, clasista, racista y sexista. Han practicado el adoctrinamiento y la anulación de la personalidad y libertad de pensamiento de millones de personas. Han prohibido y quemado libros por considerarlos sacrílegos. Han robado, expoliado y tolerado ese robo y expolio. Y todo eso lo han hecho durante siglos.
Sí, de acuerdo, alguna cosa buena habrán hecho –sin duda la publicidad de marca es la mejor que ha habido jamás–. Pero me indigna, me subleva, me sulfura que sean tan cínicos al anunciar un slogan que reza (y nunca mejor dicho) dos mil años haciendo el bien.

Literatura

Es obvio que no todo lo que se publica es literatura. Ahí están, a modo de ejemplo, la guía telefónica, la revista semanal del Lidl, los plagios de Bucay(1), el reverso de los botes de champú o los premios Planeta, tanto aquí como allí.



(1) No fue plagio, fue autoayuda.

Gestos

No sé porqué me puse a pensar en ello. Imagino que saltando de una cosa a otra, de un eslabón a otro de esa cadena que llamamos asociación de ideas, llegué hasta aquí. Pensé en el lenguaje de los gestos. No me quiero referir al leguaje de las expresiones, pues en ése siempre navego a la deriva; me pierdo en los matices y me quedo con lo superficial del gesto –¿si no te duelen las muelas por qué pones esa cara?–.

Recordé algunas imágenes vistas por televisión. En algunos países, levantar los dedos índice y corazón –tuve que buscar los nombres de los dedos de la mano- formando una V significa victoria, mientras que en otros, para esa misma simbología, levantan los dedos índice y meñique, cerrando sobre la palma de la mano el corazón y el anular, sujetándolos con el pulgar. La curiosidad es que ambos signos, en otros distintos países, significan cornudo.

En la cultura occidental, para saludar, extendemos la mano derecha hacia delante. El aludido hace lo mismo, se cogen las manos y se agitan arriba y abajo. Esto se hacia en la Edad Media en Europa para indicar a un posible adversario que no tenías intención de sacar la espada. Obviamente, en algunas culturas, al carecer de espadas, este gesto carece de simbología. Como carece de simbología en –por ejemplo- el sur de Italia frotarse las narices. Los esquimales se saludan así porque es la única parte del cuerpo –aparte de los ojos, aunque saludarse chocando los párpados en una sucesión de guiños no es práctico- que llevan descubierta.

Pero el problema o la confusión en la comunicación aparece cuando dos gestos opuestos tienen el significado invertido. Aquí, en mi casa, para reforzar una afirmación, un sí, inclinamos la cabeza hacia delante y atrás, mientras que para la negación la giramos a derecha e izquierda. A estos gestos les llamamos asentir con la cabeza y negar con la cabeza. Cuando vamos a un país extranjero del que desconocemos el idioma, nos valemos de toda una gestualidad que suponemos común para hacernos entender, y asentir y negar con la cabeza es de lo más habitual.

Asterix, 'El combat de caps' (edició en català)

(1) -¡Ave!
(2) -¡Muy bien! ¡Haced como vuestro compañero que ha sabido saludar tan bien a nuestro amigo romano!
(3) -¡Traigo un importante mensaje de parte del centurión Langelus!
-¡Salgamos!
(4) -¡Está muy bien! Catedralgotix, te pondré un punto. Pero ya no merece la pena seguir saludando. ¡Ya salieron!
-¡Pero si yo no saludo! ¡YO QUERÍA IR A MEAR!

A raíz de esto recordé una anécdota que escuché hace un tiempo. A finales de la década de los ochenta, un representante del F.C. Barcelona se fue a Bulgaria a fichar a un destacado jugador. Ninguno de los dos representantes conocía el idioma del otro, así que se entendieron como pudieron chapurreando inglés e italiano y usando un amplio abanico de gestos. Pero la confusión apareció cuando, sin saberlo, los gestos para afirmar y negar con la cabeza eran opuestos en su significado. Mientras que el representante catalán asentía inclinando la cabeza hacia delante, el búlgaro lo hacía girando a derecha e izquierda. Y para negar justo al revés. Después de pasarse horas negociando un punto del contrato, cuando lo repasaban uno asentía de una forma y el otro entendía que no estaba de acuerdo. Y vuelta a empezar. Imagino que fue un lío monumental, pero quedó todo aclarado con unas risas cuando descubrieron la trampa cultural. Ficharon al jugador y se convirtió en un ídolo para la afición blaugrana.

Por cierto. ¿Habéis probado a decir no asintiendo con la cabeza? ¿O a decir sí negando con la cabeza? Seguro que os lo tenéis que pensar dos veces antes de hacerlo.

miércoles, 26 de octubre de 2005

Cálido abrigo

Aquí y en todo el hemisferio norte se está acercando el invierno. Me gusta la estación fría del año, mucho más que el verano. Me gusta pasear por la montaña y me gusta sentarme junto al fuego y, envuelto en una cálida manta, observar los racimos de estrellas en las noches heladas.
Recordé un pasaje muy útil para aquellos que, como yo, disfrutan respirando el aire frío de las noches de invierno.

Der ZauberbergCuando volvieron a subir después de la comida, el paquete de mantas estaba ya en la habitación de Hans Castorp, sobre una silla, y en aquel día se sirvió por primera vez de ellas.
Su experto primo le enseñó el arte de empaquetarse como lo hacían todos y como todo recién llegado debía aprender. Se extendían las mantas, una después de otra, sobre el fondo de la silla, de tal manera que rebasasen bastante los pies. Luego uno se tendía encima y se comenzaba por doblar la manta interior, primero en toda su longitud hasta los hombros, luego en su parte inferior por encima de los pies, sentándose y cogiendo el doblez de la manta, primero de un lado y luego de otro, y aplicando exactamente ambos dobleces sobre el reborde de la chaise-longue si se quería obtener la mayor seguridad posible. Se procedía luego de la misma forma con la manta exterior, que era un poco más difícil de manejar, y Hans Castorp, como aprendiz torpe, no dejó de lamentarse al practicar los movimientos que le enseñaban. Joachim aseguró que sólo algunos veteranos sabían envolverse en las dos mantas a la vez con sólo tres movimientos. Ésa era una habilidad rara y envidiada que no sólo suponía largos años de aprendizaje, sino también disposiciones naturales. Hans Castorp, dejándose caer hacia atrás con la espalda doblada, se echó a reír al oír las palabras de Joachim, quien al principio no comprendió lo que había de cómico en ello y le miró con un aire incierto; luego también rió.
–Está bien –dijo, cuando Hans Castorp estuvo tendido en la silla con la blanda almohada bajo la nuca y agotado por toda aquella gimnasia–; aunque estuviésemos a veinte grados bajo cero no podría pasarte nada.


La Montaña Mágica
Thomas Mann
(trad. Mario Verdaguer)

jueves, 20 de octubre de 2005

Modas

Jerseys de cuello cisne sin mangas, pantalones rotos y ahora con manchas de pintura (tengo unos muy a la moda), faldas y vestidos sobre un pantalón, zapatillas de deporte destalonadas, bolsillos ciegos o ropa sin bolsillos simultáneamente a la aparición de todo tipo de bolsos para hombre, lentillas de colores, gafas de cristal sin tintar (para la noche, me explicaron), cremalleras que no cierran nada, tangas (menos de la mitad de tela por el mismo precio), calzoncillos por encima del pantalón (como supermán). O zapatos de punta redonda un año para ser puntiaguda al siguiente. A esto le añadimos que una temporada -antes era durante una época, o durante un año- se lleva el negro, la siguiente colores pastel, a la otra los crudos o tierra. O ropa ancha y después ceñida, o corta para más tarde larga...
Eso sí, siempre nos lo venden como tu estilo.



Forges

miércoles, 19 de octubre de 2005

Lamento, que no queja (arrebato XI)

Cuando todo parece estar funcionando mejor que en sueños. Cuando no tienes tiempo para pensar en el futuro pues tan intenso es el presente. Cuando lo que está más allá de tu vida, no es que ya no te importe, es que sencillamente no existe. Cuando el fin lo justifica todo, hasta las renuncias que ignoras renunciar (no existen), culpas asumidas sin un ápice de duda, costumbres olvidadas. Cuando todo eso ocurre es difícil ser consciente, coherente. Es difícil abrir los ojos.

Y suele ocurrir que cuando uno es consciente, de inmediato sabe que ya es tarde. Bien, pues empiezo a ser consciente. La sensación de que algo no va bien me golpea fuerte, oprimiéndome, asustándome. Algo no va bien, no marcha como debería –querría-, pero ignoro el motivo, el origen. Y mucho menos el destino.

Quizás he ido cerrando puertas sin prestar atención. Aún así, tengo sensación de injusticia. No hablo de fraude, todos conocemos las bases del concurso, las instrucciones del juego antes de empezar a echar los dados.

Hay una parte de mí, la parte despierta y consciente -¿autoengañada?- que me grita que no, que esto es pasajero, que no pasa de ser un decaimiento de lluvia otoñal. Que a los de mi signo -¿ahora te has vuelto crédulo, imbécil?- les afecta de forma negativa la luna llena. Pero hay otra que susurra al oído, con impertinente insistencia, despierta, es todo falso, despierta, despierta, esto es un sueño, despierta, despierta, despierta o te harás daño...


Esta primavera, en uno de mis habituales paseos, me crucé con una hermosa planta cuya flor era de una rara belleza. Algo así no ocurre todos los días -pensé. Jamás había visto nada igual, así que decidí quedármela. Me hice con una bonita maceta, le puse la mejor tierra, regué y me dispuse a transplantarla para, en mi egoísmo, disfrutar únicamente yo de su compañía. Era lo que se dice una planta con carácter, de fuertes raíces, así que me costó mucho esfuerzo llevármela. Pero fue un esfuerzo grato, merecía la pena.
De antemano sabía que iba a ser difícil. No soy muy bueno con las plantas. Me suelen durar bien poco y ésta, además, presuponía que iba a requerir de muchos cuidados y atención por mi parte. Ya se sabe que las flores más exóticas y hermosas son las más difíciles de conservar en todo su esplendor. Pero pese a todo, pese a mi proverbial inconstancia, pese a mi poca maña con las plantas, decidí dedicarle todo mi tiempo.
Le busqué el espacio más soleado y resguardado de mi terraza. La riego cada día. Le ofrezco los mejores abonos. Le hablo. Le pongo la música que me parece más harmónica. Le leo los párrafos más hermosos que encuentro. Me cuido de ella, día y noche, laborables y festivos. La mimo y le doy todo mi cariño. Pero no nos engañemos, no deja de ser egoísmo: quiero conservarla siempre conmigo. Quiero crearle una dependencia hacia mí a base de cariño y costumbre.
Pero sí, lo sé, aunque no piense en ello. Aunque procure no pensar en ello. No, no quiero pensar en ello... pero lo sé. Es una bella y frágil flor. Requiere de todos los mimos. Pero todas las flores son estacionales. La vida como un viaje en tren. Tal como apareció en primavera se marchitará en otoño. Me dejará una maceta llena de tierra húmeda que se cubrirá de moho. Y en invierno escarcha. Pero no, no quiero pensar en ello. Pero lo sé. No quiero ver como se marchita la flor. Si la arranco de la maceta no veré cómo se consume, cómo se apaga, cómo se va. Pero si la arranco... ¡Ay si la arranco! Me pasaré la vida pensando que quizás, con un poco de suerte, muchos mimos, mucha atención por mi parte quizás, y eso es importante, quizás, la flor seguirá conmigo todo el invierno hasta la próxima primavera.



Y mientras pienso, escribo. Y mientras escribo, no olvido y pienso. Y me pregunto ¿qué está pasando? Escudriño en mi memoria buscando ese momento, esa acción, ese gesto que hizo a la flor -lo lamento mi amor- empezar a marchitarse. Y vuelvo y revuelvo. Y ya me veo como antes, borracho y perdido. Angustiado por no encontrar. Y ya estoy otra vez como antes -ahora, mientras escribo- empapado en alcohol. Como una pera al vino pero sin fruta, porque las frutas no lloran.

Esta tarde, desde lo más alto, caí en barrena hasta media altura. No me di de bruces contra el suelo. Todavía no.

This is the end, my little friend, the end. I'll never look into your eyes again?



(sugerencia de consumo)
Sonaba You make me real (versión en directo) de The Doors.
Terminé antes de The End.

martes, 18 de octubre de 2005

Arrebatos foráneos: Kavafis (I)

Entendimiento


Mis más jóvenes días, mi vida sensual…
con qué claridad veo ahora su significado.

Qué inútil, vano pesar…

Pero entonces no veía el significado.

En la desatada vida de mis prontos años
los impulsos de mi poesía tomaron forma,
los límites de mi arte fueron urdidos.

De ahí que el pesar fuera tan voluble.
Y las decisiones de refrenarme, cambiar,
como mucho duraban dos semanas.

Kavafis
(trad. Alberto Manzano)

Bruma

Puede ser que los casi cuarenta grados de fiebre me fundieran la única neurona que me quedaba. O quizás la inundación de mi casa –¡qué bonita la lluvia!- ha diluido mi elocuencia. Aunque también es posible que las pesadillas febriles aún atenacen mi mente.
En cualquier caso, la cuestión es que estoy bloqueado –desbloggeado-, incapaz de escribir nada, ni siquiera comentar en blogs amigos.
Mis sensaciones son análogas al clima de estos días. Frío, bruma, niebla, nubarrones…

lunes, 10 de octubre de 2005

Virus

virus de la gripe

Los párpados se cierran bajo su propio peso. Duelen las cuencas de los ojos, que parece vayan a estallar por la presión. No recuerdo haberme tragado ningún cactus, pero seguro que lo he hecho y este dolor de cabeza me impide recordar. Tengo frío, sin embargo sudo. Me duele... No me duelen las pestañas. Algo se ha instalado entre el aire exterior y mis pulmones, como una gasa o un tamiz muy denso y cada bocanada de aire me resulta insuficiente. Estoy cansado, muy cansado... y todo por culpa de esas pequeñas y blanduzcas bolitas. Voy a reducir mi consumo energético al mínimo vital.

viernes, 7 de octubre de 2005

Arrebatos foráneos: Oscar Wilde (I)

Una oleada de sollozos apasionados la sofocó. Se acurrucó en el suelo como un ser herido, y Dorian Gray la contempló con sus bellos ojos, plegando sus labios por un exquisito desdén. Siempre hay algo ridículo en las emociones de las personas que ha dejado uno de amar. Sybyl Vane le parecía absurdamente melodramática. Sus lágrimas y sus sollozos le aburrían.
-Me voy -dijo al fin con voz tranquila y clara-. No quiero ser cruel, pero no puedo volver a verte. Me has desilusionado.

El retrato de Dorian Gray
Capítulo VII (fragmento)
Oscar Wilde

jueves, 6 de octubre de 2005

el (esperado) regreso

Hoy el día ha amanecido torcido –aunque en realidad no sé cómo ha amanecido, pues he estado durmiendo hasta casi las nueve, incapaz de poder levantarme- y durante toda la mañana, en el trabajo, esa sensación no ha hecho más que aumentar.
Pero al mediodía todo ha cambiado. Un amigo me ha enviado un e-mail con el texto “No nos lo perdemos verdad?” en el asunto. ¿Qué no nos perdemos? –he pensado mientras lo abría.
Pues resulta que ha empezado la gira y se va a producir el concierto más esperado de los últimos años. No estoy hablando de Pink Floyd, ni Rolling Stones o Tom Waits. Ni siquiera me refiero a Jimi Hendrix o The Doors. Estoy hablando del concierto de Andrés Calamaro. Actuará en Donosti, Barcelona y Madrid los días 16, 17 y 18 de noviembre respectivamente.
Y además, el 7 de noviembre sale a la venta su nuevo disco. Se titula “el regreso” y es una colección de temas grabados en directo.

Creo que nada podrá estropearme este día tan hermoso.


(sugerencia de consumo)
Compra la entrada escuchando Mi Funeral 11 de Andrés Calamaro

miércoles, 5 de octubre de 2005

La cena

–Cierra tú que estoy preparando la cena.
–Pero... –beso atrapándola entre sus brazos- ¿y este recibimiento?
–Bueno... No te rías, ya sabes que soy un desastre. Estoy poniendo lavadoras y no tengo qué ponerme.

(Cómo reírse si una mujer -la mujer- te recibe desnuda bajo un delantal)

-Si hueles a quemado soy yo.


Lo más sorprendente del caso es que ella pudo preparar la cena...

martes, 4 de octubre de 2005

Puedo tener (arrebato X)

Puedo tener los días con sus noches; el vino decantado; la luna llena o vacía; un firmamento de estrellas; los bosques; el olor de la resina; a Joyce; el murmullo del mar; la lluvia; el pelo mojado en verano; un copo de nieve en la mejilla; a Rimbaud, Beckett o Wilde; una cena con velas; las sábanas limpias; un concierto de guitarra; un aria de Mozart; el fuego en la chimenea; la luz a través de la persiana; a Hesse, Kundera o Cortázar; un prado en primavera; una pinta en Dublín o percebes en Galicia; a Miles Davis, Jobim, Bill Evans o Coltrane; un queso bien curado; el jamón de bellota; la fruta recién cogida; la hierba recién cortada; las montañas nevadas o fumar después de amar; una película de Wilder; una buena noticia; el regalo de un libro y ese sueño cumplido.

Puedo tener todo eso y más.
Pero de nada me sirve si no lo comparto contigo.
Puedo tener todas las letras para formar todas las palabras del mundo.
Pero de nada me sirve si no te escribo te quiero.

Maestro

Nació en Cuba hace ochenta y siete años. En los años 40 del siglo pasado empezaba una brillante carrera profesional como pianista, arreglista y compositor en las más populares orquestas cubanas. Estuvo en la orquesta de Julio Cueva, en el Cabaret Tropicana, en Sabor de Cuba. Fue arreglista de Cachao y colaboró con Celia Cruz, Osvaldo Farres, César Portillo… Se exilió, con sus maletas cargadas de música para repartirla por el mundo. New York, París, Amsterdam...
Pero lo dejó todo por amor y fijó su residencia en Suecia. Durante treinta años vive en el más absoluto anonimato hasta que, en 1994, recibe una llamada de Paquito D’Rivera. El resto está grabado en la historia de la música reciente con letras de oro. Obtiene dos Grammys. Toca en la Calle 54 de la mano de Fernando Trueba y llora Lágrimas Negras junto a Diego El Cigala.
Y ayer(1), formando parte de su Quartet, junto a Javier Colina, Rickard Valdes –su hijo menor- y Efraín Porro, maravilló con su música a los dos mil asistentes que llenaban el Palau de la Música. Su maestría al piano se movió desde las habaneras hasta Gershwin, pasando por El manisero o Bill Evans. Yo estuve allí.
Señoras y señores, damas y caballeros. El genial, el único, el inimitable…


¡Bebo Valdés!


Bebo Valdés Quartet en el Palau de la Música



(1) El concierto fue el jueves pasado y esto lo escribía el viernes. Por problemas técnicos y logísticos con la cámara y lúdicos conmigo no lo he podido publicar hasta hoy.

jueves, 29 de septiembre de 2005

Pequeños placeres

El agradable aroma asciende desde el plato, aún caliente, extendiéndose por toda la cocina. Pausa. Detengo el tiempo tensando el momento. Respiro hondamente a través de la nariz llenando mis pulmones, inundando mis sentidos de esa fragancia tan antigua, tan de pueblo, tan mediterránea. Una sonrisa se dibuja en mis labios. Todavía con el intenso sabor en la boca, vuelvo a coger el pan, parto un pedazo y lo unto, una vez más, en el aceite de un verde dorado. Lo como y de nuevo repito la escena mientras pienso en lo sencillos que son, a veces, los placeres.

Y es que mis padres me han traído del pueblo -Alfés, en Les Garrigues, Lleida- una garrafa de cinco litros de aceite de oliva arbequina virgen extra.


aceite de oliva arbequina

miércoles, 28 de septiembre de 2005

A propósito de la tradición

Dice Borges a propósito de la tradición (Historia del guerrero y de la cautiva; El Aleph), que es obra del olvido y de la memoria. Sin duda se refiere a la tradición oral. Esa que de un hecho notable (supuesto o real) se desprende una leyenda que lo deforma o agiganta dejándolo, en el mejor de los casos, irreconocible y poco verosímil.
Pero cuando se trata de una tradición popular activa, de un baile, una fiesta, una peregrinación... ¿de qué es obra? ¿A qué obedece?

A raíz de mi presencia como espectador en la última diada castellera, celebrada durante el transcurso de las Festes de la Mercè pasadas, recordé esa cita de Borges y me dio por pensar cual sería el origen de los castells. Reconozco, pobre ignorante de mí, que nunca antes había sentido esa curiosidad por una tradición que no frecuento demasiado, si bien disfruto viéndola. Así que he dedicado unas horas a documentarme.

La primera (grata) sorpresa es la unanimidad en cuanto a fechas y orígenes. No suele ser frecuente, aunque esta es una tradición que levanta pasiones en muchas zonas de Catalunya y ha sido estudiada a conciencia. Doy gracias, pues, a dichos apasionados estudiosos de la materia. La segunda sorpresa arranca en su origen y entronca con la cita borgiana, pues es en parte memoria y en parte olvido.

La raíz de los castellers parte de un baile denominado "Ball de valencians", del cual se tiene noticia documentada desde finales del S.XVII, aunque con toda seguridad sea anterior. Éste se bailaba en las fiestas de los pueblos, básicamente en el norte de Castellón y sur de Tarragona. Al final de dicho baile, los mozos hacían torres humanas de dos, tres y cuatro personas, entablando rivalidad con otras colles de pueblos vecinos para ver quién hacía la torre más alta. Paralelamente, había otro baile de carácter religioso, la Moixiganga, en el que también se hacían torres humanas. Sea como fuere, tal fue la popularidad que adquirieron estas torres, unida a la rivalidad entre grupos, que fueron paulatinamente desligándose del propio baile y adquiriendo entidad propia.

A principios del S.XIX ya se tiene noticia de colles exclusivamente de castellers, primero en Valls y más tarde en Vilafranca del Penedès, ya totalmente desvinculadas del baile original y unidas en una misma rivalidad: altius. Así pues, tenemos que darle la razón a don Jorge Luís: la memoria colectiva olvidó el baile. No queda claro, de todos modos, el motivo original de esas torres humanas al final del "Ball de valencians". A mi -National Geographic mediante- me da en la nariz que se trata de ritos de apareamiento.

Y así, desnuda del baile, la tradición se popularizó a lo largo del S.XIX, alcanzándose torres humanas de hasta nueve pisos -esos se apareaban seguro-, para entrar en decadencia a principios del S.XX cuando, como mucho, se hicieron de cinco, seis o siete. La Guerra Civil hizo mucho daño a la tradición -a la democracia y a casi todo-, pero una vez terminada empezó a detectarse cierta voluntad de retomarla.
Durante los años cincuenta se logra cargar algún castell de ocho, pero no es hasta finales de los sesenta de ese siglo cuando volvió a popularizarse -baste constatar que en 1981 se recuperó el castell de nou o castillo de nueve pisos- y hasta ahora, que se encuentra en su máximo esplendor, tanto por el número de colles participantes como por la dificultad en la ejecución de los castells.

Me agrada saber que el olvido de la tradición ha sido parcial. Que hay al menos diez colles que han alcanzado los nueve pisos y que un par han logrado el hito de llegar a los diez.

lunes, 26 de septiembre de 2005

Spanish Castle Magic


4 de 8 dels Castellers de Barcelona


Pilar de 8 amb folre i manilles dels Castellers de Vilanova


4 de 9 dels Minyons de Terrassa


miércoles, 21 de septiembre de 2005

Fiestas

Por estas fechas, y desde hace miles de años en la cuenca mediterránea, empieza la recogida de la uva, la vendimia. Obviamente los métodos de control han evolucionado mucho y cada denominación de origen establece unos parámetros de maduración, acidez y gradación muy estrictos. Por el contrario, la recogida de la uva sigue siendo manual, seleccionando sólo los racimos maduros. La vendimia empieza en las variedades y zonas donde, según el consejo regulador, la uva ya está en su punto óptimo de maduración. Son tantas las variedades existentes, entre las autóctonas y las introducidas en los últimos años, que el control de dicha maduración y recogida llega a ser por parcelas. Este año, en La Rioja, las variedades de tempranillo y garnacha han sido las primeras. Quedan pues las cabernet sauvignon, merlot, pinot noir, sirah, mazuelo, macabeo, cariñena, perellada…

La vendimia de GoyaEs también ahora cuando se presentan los vinos de la cosecha del año anterior. En la DO Ribera del Duero, al igual que en La Rioja, han calificado como excelente el 2004 –difícil encontrar uno de esta denominación que no sea, como poco, bueno-. Y si estas nos parecen poco, tenemos la inmensa fortuna de vivir en un país que cría vinos en Penedès, Priorat, Navarra, Rías Baixas, Rueda, etc. Y para paladares inquietos, siempre nos quedarán los caldos foráneos.
Coincidiendo con estas actividades, en todos esos lugares (Haro, Laguardia, Cenicero, Aranda de Duero, Peñafiel, Sant Sadurní d'Anoia, Falset, etc.) cuyo nombre sabe a vino se celebran las fiestas de la vendimia: pisado de uvas, ofrendas de los primeros mostos a la virgen, catas y recatas. Y hablando de catas…

En Barcelona, aunque no sea tierra de vinos, también estamos de fiestas. El 24 de septiembre, cada año, se celebran las Festes de la Mercè, patrona –junto a Santa Eulàlia- de la ciudad. Este año ya será fiesta desde el viernes 23, o lo que es lo mismo, desde el jueves por la tarde.
La lista de actividades es larga. Tenemos desde conciertos multitudinarios en la Plaça Catalunya con los grupos más populares del momento, hasta otros, como el BAM, que no por menos populares son menos interesantes. También veremos colles de castellers, correfocs, fuegos artificiales, vuelo acrobático, ferias gastronómicas, etc. Y aquí quería llegar yo al hablando de catas…

Cada año desde hace veinticinco se celebra, coincidiendo con la Mercè, la Mostra de Vins i Caves de Catalunya. Bien. Dada la admiración y respeto que profeso al buen dios Baco (soy ateo a medias) allí estaré, desde el jueves al domingo, catándolos todos. Es curioso. Cada año voy y cada año me pasa lo mismo. Empiezo a probar. Vinos blancos y cavas al principio, después algún rosado –no es santo de mi devoción- y finalmente tintos. Y siempre sucede lo mismo. Los últimos son los que más me gustan…

Lo dicho. Ahí os espero.

lunes, 19 de septiembre de 2005

La pesadilla del Quijote

Regresábamos a Barcelona después de pasar el fin de semana en Madrid. Como nos venía “de paso”, también nos dejamos caer por Logroño. Hicimos la obligada visita a la calle Laurel (impresionante el pincho de champis con gamba), nos pusimos tibios de comer tapas y beber buen vino y nos acostamos doblados.
Ya de vuelta –llegando a Zaragoza- soplaba un fuerte viento que, además de doblar árboles en perfecta parábola, forzaba al coche a dar algún que otro bandazo por la autovía.
–¡Qué viento! –exclamábamos admirados. Hasta que advertimos el motivo: Alguien, en un descuido injustificable, se había dejado todos los ventiladores funcionando.

"son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí"

En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y, así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:


—La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear, porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
—¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
—Aquellos que allí ves —respondió su amo— de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes, iba diciendo en voces altas:
—Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Levantóse en esto un poco de viento y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
—Pues, aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.


Y, en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y, dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo.
Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.


El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha.
Capítulo VIII. Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación (fragmento)
Miguel de Cervantes Saavedra

Autorretrato | ojelferrotuA

viernes, 16 de septiembre de 2005

Autoengaño

"Qué frío bárbaro hace", se dijo Oliveira que creía en la eficacia de la autosugestión. El sudor le chorreaba desde el pelo a los ojos, era imposible sostener un clavo con la torcedura hacia arriba porque el menor golpe del martillo lo hacía resbalar en los dedos empapados (de frío) y el clavo volvía a pellizcarlo y a amoratarle (de frío) los dedos. Para peor el sol empezaba a dar de lleno en la pieza (era la luna sobre las estepas cubiertas de nieve, y él silbaba para azuzar a los caballos que impulsaban su tarantás), a las tres no quedaría un solo rincón sin nieve, se iba a helar lentamente hasta que lo ganara la somnolencia tan bien descrita y hasta provocada en los relatos eslavos, y su cuerpo quedara sepultado en la blancura homicida de las lívidas flores del espacio. Estaba bien eso: las lívidas flores del espacio. En ese mismo momento se pegó un martillazo de lleno en el dedo pulgar. El frío que lo invadió fue tan intenso que tuvo que revolcarse en el suelo para luchar contra la rigidez de la congelación. Cuando por fin consiguió sentarse, sacudiendo la mano en todas direcciones, estaba empapado de pies a cabeza, probablemente de nieve derretida o de esa ligera llovizna que alterna con las lívidas flores del espacio y refresca la piel de los lobos.

Rayuela. Capítulo 41 (fragmento)
Julio Cortázar


Lo mismo que a Horacio Oliveira (¿ho hera Oracio Holiveira?), a mi también me resulta más sencillo creerme la mentira que afrontar la realidad. Más aún cuando la mentira me la digo yo mismo.

martes, 13 de septiembre de 2005

Despierto

Despierto bruscamente, los ojos abiertos pero sin ver nada. Es noche cerrada. Miedo disuelto en sangre. No ha sido una pesadilla, eso está claro… ¿o no? Tengo todo el cuerpo en tensión y los sentidos alerta. Respiro agitadamente… observo, escudriño en la oscuridad y el silencio. Ahora lo oigo claramente. Llueve. Mis sentidos entumecidos aún requieren de cierta adaptación al entorno. Oigo el repiqueteo de la lluvia en la persiana cerrada. Huele a tierra mojada y el aire que entra en mis pulmones es frío. Me estremezco y mi piel reacciona al cambio de temperatura. Pongo un pie en el suelo. Luego el otro. Y de nuevo ese ruido. Ese golpe que me ha arrancado de lo más profundo de mi sueño o que se ha mezclado con mi sueño haciéndome despertar. Es la puerta abierta de la terraza. Antes de acostarme la he dejado abierta, sin duda, golpeando ahora contra el marco a merced del viento. Las ráfagas de la tormenta la abren para cerrarla con furia, de un latigazo, en un crujido de maderas y queja de cristales. Me incorporo y comienzo a desandar el camino andado al acostarme. Un tenue resplandor de cielo brumoso se cuela por la puerta de la terraza al salón. No enciendo luces y ando tanteando sombras y perfiles familiares. Siento mis pies mojados. Sigo andando y sigo mojándome los pies. Veo pequeños objetos flotando en la oscuridad del suelo. Algo roza mi pie. Es una hoja caída de un árbol y arrastrada por el viento hasta flotar sobre el suelo de mi casa. El agua de la tormenta se desborda de la terraza hacia mi salón. El desagüe debe estar atascado y el agua de la lluvia no entiende de barreras humanas ni de invitaciones a cenar. El agua me moja los tobillos y las sillas, la mesa, el sofá, las cajas aún cerradas esperando nuevas mudanzas. Mi primera reacción es correr hacia el interruptor. Me detengo. Nueva inyección de miedo en las venas. No me atrevo a encender la luz. Angustia. Despierto bruscamente, los ojos abiertos pero sin ver nada. Es noche cerrada. Respiración desbocada. Miedo disuelto en sangre que el corazón bombea a velocidad de vértigo. Los dedos crispados. Me levanto de la cama para tranquilizarme fumando un cigarrillo. Ando por el pasillo y siento mis pies mojados. ¿Sigo durmiendo o ya desperté?

viernes, 9 de septiembre de 2005

De buena mañana

– Buenos días, son las siete y media…
– ¿mmmmm?
– Que son las siete y media.
– mmmnnzzzzz

(tictactictactictac…)

– Son las ocho menos cuarto…
– nnmmmmnm

(tictactictactictac…)

– Las ocho.
– mmm¿mmmmhh?

(tictactictactictac…)

– Las ocho y cuarto. Llegamos tarde…
– mmmmMMMMMMMMMMMmmmzzzzz

(tictactictactictac…)

– Las ocho y media. Ya no llegamos.
– ¿mmmMMMMM? ¿Las ocho y media? ¡JODER! ¿¡POR QUÉ NO ME AVISAS ANTES!?
– … uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis… (dios mío, dame paciencia ¡pero dámela ya!)

jueves, 8 de septiembre de 2005

Agua

Me lo explicaron docenas de veces.
Lo he visto centenares de veces.
Estudié el fenómeno.
Conozco los motivos físicos y químicos.
Sé de la presión y la temperatura.
De la evaporación y condensación…

Y así y todo, me sigue sorprendiendo,
admirando y
haciéndome enormemente feliz
que caiga agua del cielo,

que las nubes generen electricidad y la lancen desgarrando la noche,

que el silencio que más me estremece es aquel inmediatamente después del trueno.

miércoles, 7 de septiembre de 2005

Hay pocos lugares...

pocos bares



donde el tiempo



transcurre



tan aprisa



(sugerencia de consumo)
la aguja crepitando sobre Rambling On My Mind de Robert Johnson

Si hoy es miércoles

Los miércoles suelen resultarme especialmente agradables. Ya pasaron lunes y martes, sin duda los más penosos de amanecer, acercándose jueves y viernes, sin duda los más propensos a ser trasnochados. Aunque no es esa la razón que me produce la satisfacción de salir a la calle. Se trata más bien de un juego. De hecho es un singular juego. Singular porque, de los dos participantes, sólo uno -yo mismo- sabe que está jugando. El otro ignora completamente que sus acciones rutinarias converjan en azaroso juego, amén que ni siquiera lo conozco y no tengo especial interés por hacerlo.

Bajo las escaleras de casa, salgo a la calle y paso por delante del quiosco camino del metro. Desde el portal de mi casa hasta el metro hay exactamente dos quioscos y cinco papeleras. Paso por el quiosco donde suelo comprar tabaco y mientras me enciendo el primer cigarrillo me asomo a la primera papelera. Puede ser que esté ahí, pero puede ser que no. Ese es el juego. Sigo mi paseo sin desanimarme: todavía quedan cuatro papeleras. Además hay otro quiosco al final, junto a la boca del metro. Paso por la segunda papelera y me asomo distraídamente. Tampoco. No pasa nada, quedan tres. Continúo andando hacia el metro y de camino le echo un vistazo a la tercera papelera y después a la cuarta, justo antes de llegar al segundo quiosco. Aquí ya empiezo a pensar que quizás este miércoles voy a perder la partida. De acuerdo, queda la papelera que hay después del segundo quiosco, justo antes de las escaleras que se hunden hacia los túneles del metro. Pero empiezan a asaltarme las dudas. Un hormigueo en el estómago me alerta de la posibilidad que ya hayan pasado los de BCNeta. O del cambio de ruta del otro jugador. Puede ser incluso un cambio de hábitos.

Me acerco al segundo quiosco, paso por delante aflojando el paso para absorber la mayor cantidad posible de titulares y doy un pequeño rodeo a la barandilla que rodea la boca del metro para pasar por delante de la quinta y última papelera. La última mano de la partida. Gano o pierdo, pues el jugador desconocido no gana ni pierde nada. Ignora mi juego. Mientras me acerco escudriño entre la rejilla de la cesta de esta última, el ojo atento a identificar el premio. Ya he llegado a su altura, me asomo al hueco y de un rápido vistazo lo veo, semioculto por un periódico-panfleto gratuito. Lo aparto de un manotazo y cojo el botín. He ganado. Otro miércoles mi desconocido e inculto jugador ha comprado La Vanguardia en el segundo quiosco y ha lanzado a la papelera el suplemento.

Porque si hoy es miércoles, hoy sale el suplemento Culturas. Nada mejor para leer en el metro y durante el café.

Felices lecturas.


(sugerencia de consumo)
Y ahora está sonando Mr. Siegal de
Tom Waits.

martes, 6 de septiembre de 2005

de cubismo y olvidos

Fue el tercer mosquetero del cubismo. Vivió a caballo de los siglos XIX y XX. Era español pero, al igual que la mayoría de ellos, se instaló en París. Allí desarrollo su personal estilo y allí conoció a los otros dos mosqueteros: Picasso y Braque.

Así como Picasso, tanto antes como después, tocó distintos palos en la pintura, dibujo y escultura, Juan Gris se centró siempre en el cubismo, ya sea a través de la pintura o el collage, que colaboró a desarrollar junto con los otros dos –decir crear sería hacerle un feo a Kandinsky, aunque lo suyo sea pura abstracción- a principios de la segunda década del S.XX.


Quizás debido a su prematura muerte –contaba 39 años- es el menos conocido de ellos, aunque no el menos genial. También es el más lamentablemente olvidado por los responsables de cultura de este país. Su obra se encuentra repartida por todo el mundo –desde el MoMA de NY hasta colecciones privadas- y jamás hasta ahora había sido reunida en una exposición. ¡Hasta ahora! Finalmente, después de muchos lustros de olvido, se ha hecho una completísima retrospectiva en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. La mala noticia es que tenéis hasta el 19 de este mes para visitarla. Yo estaré allí, en Madrid, los días 17 y 18.


Huelga decir que es uno de mis pintores favoritos.

FJÄLLNÄS

bjursta
bonde ört nygärd
liatorp leksvik triggve
stripa järpen bjärnum lillsele
aspelund
mjuknäva mörkedal
ottenby

Siempre había pensado que me gustaría, que estaba hecho para mí. Cogía el catálogo y, más que los productos, mi mirada se detenía en esos nombres, en esas combinaciones imposibles de letras. Lo tenía claro: quiero ser quien ponga nombre a los muebles de IKEA.
Pero no. Hay que ser un genio, estar hecho de una pasta especial...

FJÄLLNÄS

... para poner dos a con diéresis en una misma palabra.

A mi nunca se me hubiera ocurrido.