domingo, 30 de abril de 2006

El fuego y el mar

El cerebro humano dispara sus alertas cuando percibe movimiento. Entramos en una sala donde el tiempo se ha detenido, todo es quietud. A través del cristal de los grandes ventanales cerrados, la luz de la luna, redonda y magnífica, se posa sobre los objetos inertes, dotándolos de cuerpo y forma, jugando a las sombras. Nada nos llama la atención hasta que, por el rabillo del ojo, vemos la manecilla de un reloj que avanza por la esfera, sin obstáculos, ininterrumpidamente. Automáticamente fijamos nuestra atención a ese movimiento. El cerebro nos ha puesto alerta, pero perdemos interés rápidamente al observar un movimiento monótono y repetitivo. Esa rutina que sigue la manecilla ha sido registrada y olvidada. No hay ninguna novedad que nos haga estar atentos.

Ahí, en su constante agitación, radica la magia del fuego y el mar. Siempre en movimiento, siempre siguiendo un mismo patrón, pero siempre distinto. Nuestra mente no puede registrar una pauta repetitiva en esa suave cadencia siempre cambiante. No existe la quietud. Por esa razón nos podemos quedar horas ante una chimenea, observando el temblor ondulante de las llamas, o mirando al mar. No podemos apartar la mirada, desviar la atención. Nos hipnotiza.

Esa fue la razón que nos encaminó hacia el faro entre las rocas, hacia el rompiente del mar, olvidando por completo un antiguo monasterio que era el motivo por el cual habíamos ido hasta ese cabo.

Faro de Punta da Barca

Te deix, amor, la mar com a penyora

Ella y el mar


Te deix, amor, la mar com a penyora

rosebud

rosebud

sábado, 29 de abril de 2006

Peticiones

Acabo de llegar a casa después de estar pedaleando a buen ritmo por las calles de Barcelona. Hace calor, quizás demasiado tratándose de finales de abril. O quizás sea el fuerte pedaleo y después cargar la bici al hombro por la estrecha escalera hasta mi ático. Sea como fuere, la cerveza que he vaciado en dos tragos me ha sabido a gloria. La segunda la estoy tomando a sorbos, paladeándola, mientras escucho Mannish Boy, un blues en una versión en directo de los Stones.

Pienso en la tarde noche de ayer. De todas las peticiones que se pueden esperar de una mujer, la de ayer jamás podría ni siquiera haberla imaginado.

"Hoy no estoy para nadie
dejé conectado el contestador
la nevera está llena
de latas vacías
no me importa qué digan
o qué piensen de mí
…"

Hace tres o cuatro noches estaba escuchando esta canción de Bunbury y pensé que sería bueno concederme una noche noestoyparanadie. Llegar a casa con la calma de no tener ningún compromiso ni tener que madrugar la mañana siguiente. Poner esos discos que me gustan, desenpolvar el frasco donde guardo la maría y ausentarme por unas horas. Estar durante un tiempo desconectado y sabiendo que nadie va a importunar mi desconexión. Conducirme a ese estado de confusión de los sentidos, cuando la música se ve nítidamente y escucho imágenes sin ruido.

Le comenté a ella mis pensamientos y ella me concedió una noche que finalmente ha sido un fin de semana entero. No era eso lo que yo deseaba. En absoluto. Pero así ha sido. Ella se organizó el fin de semana completo con actividades desde el sábado muy de mañana, cena de cumpleaños con una amiga a la que no ve desde hace tiempo y el domingo a ver la final del trofeo Conde de Godó de tenis. Como a mí no me apetecían ninguna de las actividades me ha parecido bien.

Pero ayer me sorprendió cuando me dijo necesito una stripper. Supongo que mi cara de pero qué coño me estás diciendo la obligó a explicarme. Resulta que su amiga, la de la cena de cumpleaños, ha decidido regalarle a su marido (pues el que cumple años es él) una stripper. Para más señas vestida de policía. Y como ella no sabe a quién acudir se lo ha pedido a ella… Creo que la explicación me dejó más anonadado, si cabe, que antes. Supongo que es una opinión muy personal (pero para eso es mía), pero no se me ocurre regalo más patético que este. Que una mujer le regale a su marido una stripper no sé qué puede significar. Supongo que en mi caso la reacción sería de incomprensión primero, y más tarde, de indigestión. Y yo me pregunto ¿qué le regalará él a ella? ¿Un tío vestido de bombero con una manguera que desenrollada le llegue hasta la rodilla? Porque eso sí, la stripper tenía que estar muy buena, porque para estar sólo buena ya la tiene a ella.

Lo que me dejó más desconcertado fue que ella me preguntara a mí. Pues no, no conozco a ninguna furcia, le he dicho. Una furcia no, una bailarina de streeptease, ha dicho ella. Da igual, no conozco a nadie ni sé dónde puedes encontrar. No sé por qué me preguntas a mí. En mi vida no he pagado ni un céntimo por sexo. Como eres un tío… me ha respondido. Claro, como soy un tío tengo que conocer a todas la bailarinas y furcias de Barcelona, es obvio. Eso sí, pobre de mí que comente que a las mujeres no hay quién las entienda, porque entonces ella montará en cólera por incluirla en el genérico mujeres. Pero lo mío es distinto. Yo soy un tío.

martes, 25 de abril de 2006

Arrebatos foráneos: Iván Ferreiro (Los Piratas)

Como una ventana que al cerrar
no ilumina el punto que ha dejado entre tinieblas
Una sombra entre las piedras
así se ha quedado sin razón
nadie le ha explicado que no existe explicación
y tiene tantas dudas
Y cómo le podría yo explicar
que la pena dura tanto
como quieras tú seguir llorando
y aunque tú revises tu interior
siempre queda algo que
te dice que esto es para largo

Aunque no lo tengas claro y quieras escapar
mi coco me dice que hoy
mi vida entera pasará
ante mis ojos
y pediré perdón
Con la razón estudiaría
un libro abierto es hoy
mi corazón
Mi alma entera te daría
si hoy tuviera garantías
de que soy yo
a quien tú esperas

Como una mentira se perdió
no esperó a que se callaran
los rumores que decían que él
no iba a volver
No se olvidó
ni tampoco repitió
sus errores se perdieron
como el amor
Y aunque nunca tuvo claro
si había sido bueno o malo
Cómo iba a recuperar
El tiempo que se va
nunca volverá
aunque tú te empeñes

Aunque no lo tengas claro y quieras escapar.



Mi Coco
Iván Ferreiro (Los Piratas)

lunes, 24 de abril de 2006

Este domingo pasado

Las Ramblas de Barcelona el día de Sant Jordi

Este domingo pasado, día 23 de abril, fue la diada de Sant Jordi aquí en mi tierra. Desde hace muchos años que el día de Sant Jordi (San Jorge), las principales calles de nuestras ciudades se llenan de libros y rosas y paseantes. Yo estuve paseando por la Rambla de Barcelona y puedo dar fe de ello. Y como la tradición manda, pues hay que regalar un libro y una rosa a la persona amada. Una vez cumplido este hermoso trámite, nos lanzamos los dos a la calle para comprar montañas de libros. Y para regalar libros y rosas a amigos y amigas.

Me da rabia que haya pasado casi sin darme cuenta. Este es para mí uno de los días más bonitos del calendario, tanto que cuando no es domingo como lo fue ayer me tomo el día libre en el trabajo. Y por ello quería hacer algo especial en el blog. Quería cambiar la imagen de cabecera, colgar algunas fotografías (no sólo esta), escribir un cuento, una breve explicación de la festividad y una posterior crónica de la jornada. Pero no he hecho nada. Primero estuve de viaje y después las cosas en el trabajo se complicaron. Y apenas he estado en casa estos últimos quince días.

Llevo tiempo sin escribir, ni siquiera comentarios en blogs amigos. Pero sabed todos los que estáis aquí a la derecha que os vigilo. Por cierto ¿qué pasó Azúl?

jueves, 20 de abril de 2006

hola chata ¿cómo estás?

Hoy hace exactamente dieciséis años que fue 20 de abril del noventa.


Y cómo hemos cambiado...

miércoles, 12 de abril de 2006

Guardar las formas

No acontece todos los días el privilegio de compartir una tarde de sofá y risas con los amigos. Pero todavía es menos frecuente que ese sofá esté en medio de la calle. Debo ser un privilegiado.

Obsérvese no obstante la impagable instantánea. Mientras que Chusky y Arrebatos reposan talmente hubieran sido arrojados desde un quinto piso, cayendo sobre el mullido sofá de forma desmadejada, Malaltdeneu nos obsequia con sus exquisitas maneras y nos sonríe con aspecto digno y sosegado, como si estuviese esperando a que un diligente mayordomo le ofrezca humildemente el té de las cinco.

Un sofá en la calle


Y es que no hay como ser de buena cuna.

martes, 4 de abril de 2006

Rojo

Desde que empecé este blog, los días han sido parecidos a esta fotografía. Vino tinto sobre fondo rojo. Con algunas zonas en sombras pero también con muchos reflejos luminosos, valga la redundancia. Pero, por encima de todo, han sido una embriaguez continua sobre una base pasional muy intensa.

Vino tinto sobre fondo rojo

Su boca (Rayuela, capítulo 7)

Veo esa boca y pienso que me gustaría ser capaz de escribir algo como esto. Pero no, no es posible. Y es por eso que dejo aquí debajo un texto de Cortázar, porque es el mejor. Y esos labios no se merecen nada que no sea lo mejor.

Su boca
Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.


Rayuela (capítulo 7)
Julio Cortázar

Memento mori (arrebato XIX)

Nací una calurosa tarde de verano a las cuatro de la tarde, para mayor sufrimiento de mi madre. Una hora después mi corazón había dejado de latir. Por un extraño fenómeno indigno de estudio se congeló, y así hasta hoy. Soy literalmente una persona fría. Por mis venas corre hielo granizado y mi corazón es blanco con una fina capa de escarcha, como recién sacado del congelador. Si lo tocas te quedarás pegado, te quemará las manos y te arrancarás la piel intentando liberarte. Obviamente carezco de emociones. No siento ningún interés, mucho menos pasión, por nada ni por nadie. No me interesa el arte, ni la música, ni la literatura, ni la cultura en general. Tampoco la gente. Las personas vivas, se sobreentiende. No me interesa nada que tenga relación con la vida. Yo, que estoy muerto. O ni siquiera eso pues no he estado jamás vivo. Yo que soy muerto no siento el menor aprecio por lo vivo. Palabras como emoción, compasión, amor o ternura carecen de sentido para mí. Bostezo con una sinfonía, me disgusta contemplar un paisaje, la pintura me produce náuseas y desprecio a la gente débil y enferma. Me parecen insignificantes, por no decir ridículos, los problemas de las personas. De unos seres que no son realmente conscientes de que su estado es un accidente, que lo común es la muerte. Es lo fácil. De donde vienen y a donde van. Porque la cuna no es más que un prólogo al ataúd. Soy puro hielo. No sangro. Puedes atravesarme la cabeza con un picahielos y solamente escucharas un suave crujir como de heladera. Soy pura muerte. Caronte es mi único amigo. Yo le llevo la barca cuando se harta de tantas lamentaciones. Nada me importa. Nada me interesa lo más mínimo. Todo es falso. Todo es farsa, efímero. Sé cuando vais a morir todos y cada uno de vosotros. Pero no me lo preguntéis, pues podría decíroslo.





(sugerencia de consumo)
suena en mi cabeza Brain Damage de Pink Floyd

sábado, 1 de abril de 2006

Silba

A través de una pantalla en blanco y negro, en un cine de verano al aire libre, ella se gira antes de salir de la habitación, y posando en mi esa mirada felina, con su seductora voz de ronroneo de gata me dice.
Conmigo no tienes que fingir. No tienes que decir nada. Si me necesitas, silba. Sabes silbar, ¿no? Sólo tienes que juntar los labios y soplar. Y yo acudiré a tu llamada.

Lauren Bacall


Maldita sea -pensé-. Yo no sé silbar.

Actos humanos

Acto humano.
1. m. Fil. El que procede de la voluntad libre con advertencia del bien o mal que se hace.


Matanza de focas en Canadá


No os podéis hacer una idea del asco y la rabia que he sentido mientras buscaba y componía estas fotografías. Por esto -y por muchos otros motivos- creo que la RAE debería redefinir el término. El ser humano no será quien cambie sus actos.