miércoles, 7 de septiembre de 2005

Hay pocos lugares...

pocos bares



donde el tiempo



transcurre



tan aprisa



(sugerencia de consumo)
la aguja crepitando sobre Rambling On My Mind de Robert Johnson

3 comentarios:

rubens comeclavos dijo...

¿Y qué me dices del piano que hay al fondo, frente a la barra? Es imposible no tocarlo.

arrebatos dijo...

comeclavos:
Por respeto a los parroquianos no lo he tocado nunca.

lubidulia:
Sígueme. Si llevas vida de marinera te cruzarás con un monje con alma de poeta. Si, por el contrario, bajas de las montañas, será un rey quien se cruce en tu camino. No debes detenerte a hablar con ninguno de los dos. Sigue hasta situarte en un punto equidistante. Toma el sendero que comienza cruzando la antesala del palacio. Tus pasos te llevarán por buen camino si sigues mi consejo, pero si te pierdes puedes preguntar a un militar que habita por allí. Fíate de él y acompáñalo un trecho, pues incluso te ofrecerá dulces con azúcar y canela. ¡Pero ojo! No lo acompañes hasta su destino, pues no es el tuyo. Debes abandonar su compañía en el último cruce de caminos, justo antes de saludar a la hija de Amílcar. A partir de ahí el camino debes continuarlo sola, pero ya no tiene pérdida. Te estarán esperando todos los viejos bluesmen colgando de las paredes y vibrando en el aire. Sólo un arrebato quemando camellos con su zippo puede amargarte la velada.

Anónimo dijo...

Hay pocos lugares...
...donde no se fume tanto al conversar como un bar.