Culpa y desorden (arrebato XIII)
Muchas cosas han cambiado en mi vida durante el último año. Poco a poco, con esfuerzo y ayuda, he conseguido abrir algunos huecos en mi caparazón. Tras mucho tiempo observando la vida tras el cristal ahora, sin duda, formo parte de ella, me dejo impregnar de ella y la absorbo por todos mis poros, me llena los sentidos. He purgado mis culpas, todas ellas auto impuestas, y comienzo a gozar el riesgo, antes impensable, de tomar decisiones. Al contrario que Pink en The Wall, he logrado quitar, uno tras otro, los ladrillos de mi particular muro aislante.
Sólo un detalle enquistado sigue causándome cierto desasosiego. Mi vida sigue adoleciendo de eterna provisionalidad, de precariedad atrancada en lo cotidiano. Mi pequeño apartamento sigue aparentando una reciente mudanza. Mi mirada se pierde en el vacío de paredes desnudas, algunas todavía sin pintar, otras ya manchadas de vino. Mis pasos zigzaguean entre cajas por abrir, bolsas por ordenar, sillas prestadas, pertenencias extraviadas, mesas regaladas y un sofá desvencijado cuya única utilidad es la de almacén de desbarajustes.
Y esa anarquía no deja de ser un reflejo de mi vida. Aunque ya, después de tanto tiempo, no sé en realidad qué es origen y qué reflejo. Sin duda buena parte de la culpa la tiene mi proverbial inconstancia, mi voluntad voluble. Siempre hay algo mejor, o más interesante, o más urgente o importante. Qué más da. La cuestión es que acaba cerrándose un círculo ya de por si vicioso en su inicio. Apenas estoy en casa por sentirme incómodo y jamás estaré cómodo si no estoy en casa para ponerle remedio. Y el círculo gira y gira y lleva girando desde hace casi un año.
Debo enmendar la situación, pero primero debo incluir el verbo debo en mi vocabulario. A menudo queremos vivir el carpe diem olvidando el memento mori.
(sugerencia de consumo)
recordé Confortably Numb de Pink Floyd
Sólo un detalle enquistado sigue causándome cierto desasosiego. Mi vida sigue adoleciendo de eterna provisionalidad, de precariedad atrancada en lo cotidiano. Mi pequeño apartamento sigue aparentando una reciente mudanza. Mi mirada se pierde en el vacío de paredes desnudas, algunas todavía sin pintar, otras ya manchadas de vino. Mis pasos zigzaguean entre cajas por abrir, bolsas por ordenar, sillas prestadas, pertenencias extraviadas, mesas regaladas y un sofá desvencijado cuya única utilidad es la de almacén de desbarajustes.
Y esa anarquía no deja de ser un reflejo de mi vida. Aunque ya, después de tanto tiempo, no sé en realidad qué es origen y qué reflejo. Sin duda buena parte de la culpa la tiene mi proverbial inconstancia, mi voluntad voluble. Siempre hay algo mejor, o más interesante, o más urgente o importante. Qué más da. La cuestión es que acaba cerrándose un círculo ya de por si vicioso en su inicio. Apenas estoy en casa por sentirme incómodo y jamás estaré cómodo si no estoy en casa para ponerle remedio. Y el círculo gira y gira y lleva girando desde hace casi un año.
Debo enmendar la situación, pero primero debo incluir el verbo debo en mi vocabulario. A menudo queremos vivir el carpe diem olvidando el memento mori.
(sugerencia de consumo)
recordé Confortably Numb de Pink Floyd
2 comentarios:
Quizás en vez del verbo debo deberías usar el verbo gozar, disfrutar,la casa debe ser el refugio,no importa como, el caso es sentirla así.
'Si algo le pasa a mi corazón de cristal, un reino entero será destruído'.
Esta palabras son dichas en una escena d euna plei que mi niño está viendo (parece que no mala, creo que tiene algunos diálogos interesantes. ...aunque a vecs abusa del color...
Tu corazón, cuídalo y que sea de un material más fuerte, para que tus ojos
vean todo lo que te rodea con más claridad. Afiches de jazz, yo llenaría por la casa y haría un collage en una pared.
Viernes 11 nov./o5.
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