lunes, 18 de julio de 2011

Libros en el mercado

A menudo me encuentro con que a la hora de comer, ya sea porque mis compañeros se traen el tuper o porque regresan a comer a casa, me encuentro con que tengo que salir a comer solo. No es algo que me disguste en absoluto, al contrario. De acuerdo que apetece comer en compañía, pero también agradezco de vez en cuando acompañar el menú con la lectura de un libro, o pasear por el barrio hasta descubrir algún bar que después agradezca haber descubierto. O coger la bici y acercarme hasta el Mercat de l'Abaceria, en corazón del barrio de Gracia. No seré yo ahora quien descubra al mundo que la materia prima de estos bares es fresca y de buena calidad.

Esta semana pasada, como tantas otras, fui a comer al mercado. Y como tantas otras veces, al terminar de comer pasé por delante de una parada llena de libros. No es algo raro ver puestos de libros de viejo en los mercados de Barcelona. Que yo sepa, en el Mercat del Ninot hay una y en el de Sant Andreu otra. Pero tanto la de Sant Andreu como la de l'Abaceria tienen en común que están desatendidas. De hecho, en la del Mercat del Ninot he comprado libros en más de una ocasión -La Central del Ninot la llamamos algunos-, pero en las otras nunca me había detenido a curiosear. Quizás el hecho de no ver a nadie a quien preguntar me alejó del lugar. Pero esta semana pasada tenía tiempo para perder, así que estuve ojeando los libros un buen rato mientras me preguntaba qué hacían ahí y a quién tendría que pagarlos en caso de encontrar alguno que me interesara.

Debo reconocer que me sentí muy estúpido cuando descubrí el sistema de pago, yo que tantas vueltas he dado por Barcelona y tantos mercados he recorrido. Yo, que me las doy de curioso y atento observador, he descubierto a los cuarenta que hay una hucha donde debo dejar un euro por cada libro que me lleve. Por fortuna todavía tenemos a gente como Josep Mª Espinàs, porque habida cuenta de mi fina capacidad de observación, está claro que no seré yo quien escriba la gran crónica sobre Barcelona.

Dejé dos euros y me llevé dos libros: “La inocencia del padre Brown” de Chesterton para mí y "The Europeans" de Henry James en inglés para ella. De hecho había un montón de libros en versión original, tanto en inglés como francés, alemán o italiano. Pero sobre todo, en lo que más me recreé fue en mirar los libros que más se repetían, en los que bauticé como worst sellers o, si no los menos vendidos -por lo menos ahí lo eran-, sí los más vendidos en su día pero que a la vez eran los que la gente quería sacarse de encima con mayor vehemencia. El premio se lo llevaron dos, a saber: “Generaciones” de Cristóbal Zaragoza y “Poldark”, el libro sobre la serie de televisión de los años setenta. Que cada uno saque sus propias conclusiones, que yo me siento incapaz.


Libros en el mercado

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