Sobre la propaganda
No suelo escribir sobre política aquí en el blog, pero me voy a permitir una excepción.
En el actual panorama político patrio –desolador si me lo permiten- tenemos por una parte a la derecha, arengando a las masas en una estrategia de confrontación que apela a los instintos más bajos del ser humano. Esto es la bandera, la patria, la religión, el territorio, etc. mientras que por otra parte los socialistas observan con perplejidad, con una desalentadora incapacidad para responder y resolver.
El último espectáculo propagandístico de la derecha ha sido la –en palabras de don Gregorio- manifestación preventiva por la supuesta anexión de Navarra al País Vasco y posterior creación de una gran Euskalerría. Y todo ello, claro está, auspiciado por la banda terrorista ETA en connivencia con los socialistas.
No vayan a creer que esta estrategia es nueva, en absoluto.
En 1941, en una Alemania en guerra con todo el mundo, apareció este cartel propagandístico con un curioso mapa de Europa en el que los países aliados se habían repartido el territorio alemán. El título “Deutschland muss sterben” (Alemania debe morir) está escrito con una tipografía que recuerda a la escritura hebrea, con todo lo que eso implica. Los culpables de este reparto, los enemigos de la patria, eran los americanos, los ingleses, los rusos y los judíos encarnados en Roosevelt, Churchill, Stalin y Nathan Kaufman respectivamente. ¿Que quién es este tal Kaufman? Ahí entra la estrategia según la cual, si tienes una buena conclusión, debes inventarte las premisas que te lleven a ella para conseguir un silogismo redondo.
Theodore N. Kaufman era un joven propietario de una pequeña agencia de venta de entradas para teatro, en Nueva Jersey. En marzo de 1941 escribió y se autoeditó un librito de cien páginas titulado “Germany Must Perish!”. En él abogaba, entre otras cosas, por la esterilización del pueblo alemán y el desmembramiento de Alemania, repartiendo los territorios entre los estados vecinos. Este libro no tuvo ninguna repercusión en EEUU, pero en julio de ese mismo año los nazis lo descubrieron. Ahí empezó a fraguarse todo. El aparato de propaganda nazi elevó a Kaufman a la categoría de mano derecha de Roosvelt, miembro de su Consejo y a cuyo dictado el propio presidente escribía sus discursos. Goebbels –quién si no- ordenó la publicación de 5 millones de panfletos para repartirlos por todo el país, arengando de esta forma al pueblo alemán a defender la integridad de la patria.
Quizás esté exagerando mis temores, pero he visto demasiadas coincidencias con lo que ocurre en este país.
En el actual panorama político patrio –desolador si me lo permiten- tenemos por una parte a la derecha, arengando a las masas en una estrategia de confrontación que apela a los instintos más bajos del ser humano. Esto es la bandera, la patria, la religión, el territorio, etc. mientras que por otra parte los socialistas observan con perplejidad, con una desalentadora incapacidad para responder y resolver.
El último espectáculo propagandístico de la derecha ha sido la –en palabras de don Gregorio- manifestación preventiva por la supuesta anexión de Navarra al País Vasco y posterior creación de una gran Euskalerría. Y todo ello, claro está, auspiciado por la banda terrorista ETA en connivencia con los socialistas.
No vayan a creer que esta estrategia es nueva, en absoluto.
En 1941, en una Alemania en guerra con todo el mundo, apareció este cartel propagandístico con un curioso mapa de Europa en el que los países aliados se habían repartido el territorio alemán. El título “Deutschland muss sterben” (Alemania debe morir) está escrito con una tipografía que recuerda a la escritura hebrea, con todo lo que eso implica. Los culpables de este reparto, los enemigos de la patria, eran los americanos, los ingleses, los rusos y los judíos encarnados en Roosevelt, Churchill, Stalin y Nathan Kaufman respectivamente. ¿Que quién es este tal Kaufman? Ahí entra la estrategia según la cual, si tienes una buena conclusión, debes inventarte las premisas que te lleven a ella para conseguir un silogismo redondo.
Theodore N. Kaufman era un joven propietario de una pequeña agencia de venta de entradas para teatro, en Nueva Jersey. En marzo de 1941 escribió y se autoeditó un librito de cien páginas titulado “Germany Must Perish!”. En él abogaba, entre otras cosas, por la esterilización del pueblo alemán y el desmembramiento de Alemania, repartiendo los territorios entre los estados vecinos. Este libro no tuvo ninguna repercusión en EEUU, pero en julio de ese mismo año los nazis lo descubrieron. Ahí empezó a fraguarse todo. El aparato de propaganda nazi elevó a Kaufman a la categoría de mano derecha de Roosvelt, miembro de su Consejo y a cuyo dictado el propio presidente escribía sus discursos. Goebbels –quién si no- ordenó la publicación de 5 millones de panfletos para repartirlos por todo el país, arengando de esta forma al pueblo alemán a defender la integridad de la patria.
Quizás esté exagerando mis temores, pero he visto demasiadas coincidencias con lo que ocurre en este país.
1 comentario:
En el fondo son unos demagogos. Tratan de manipular la realidad para conseguir sus propios fines, volver al poder en el caso del PP, aumentar su espacio vital, caso de la Alemania nazi. Pero esto ya ocurría en Roma con el bando de los optimates.
En fin, un asco la política. Yo estoy cada vez más desengañado, porque cualquier político tiene sed de poder, aunque unos tengan más desvergüenza que otros.
Me ha gustado tu entrada. Me parece seria y rigurosa. Un saludo.
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