Noticiario grotesco
Hay días que uno lee el periódico y todo le parece como sacado de un manual de noticias pintorescas para publicar el día de los santos inocentes. Porque aunque un secuestro nunca deba tratarse como cosa de broma, resulta inevitable la media sonrisa ante la ironía de que secuestren a un experto antisecuestros. Sí, de humor negro la sorna con la que los secuestradores habrán planeado su acción.
Mención aparte merecería la noticia financiera de la jornada, la que ha destapado la mayor estafa de toda la historia, cincuenta mil millones de nada. O por lo menos la mayor estafa de toda la historia perpetrada por una sola persona, porque parece que ya nos hayamos olvidado de las ayudas a fondo perdido para rescatar los bancos que alegremente han dilapidado sus arcas en (entre otras minucias) inmorales sueldos a sus directivos. Y digo que merecería mención aparte si no fuera porque en este país estamos curados de estos espantos, y si ya antes no nos parecía raro que un gran triunfador de las finanzas fuera en realidad un grandísimo chorizo –estoy pensando en Mario Conde, en Javier de la Rosa y en tantos otros que avalan lo que digo–, a día de hoy hasta nos parece de lo más normal.
Pero lo que más me ha llamado la atención –no en balde es la noticia de la semana– es el asunto del zapatazo. No la acción en sí, por mucho de épica y poética que atesore, sino por el simbolismo que ha generado: el zapato como símbolo del rechazo a Bush y por extensión al ejército de ocupación de EEUU por parte de la población iraquí. No me negaréis la belleza de la metáfora. Es tanto o más bella que los claveles taponando los fusiles en el Portugal de 1974. Me pregunto si habrá una revolución de los zapatos. Y me pregunto también si habré sido sólo yo, o quizás a algún aficionado a encontrar analogías también le habrá pasado por la cabeza esa escena (a partir del tercer minuto y treinta segundos) de “La vida de Brian”…
Mención aparte merecería la noticia financiera de la jornada, la que ha destapado la mayor estafa de toda la historia, cincuenta mil millones de nada. O por lo menos la mayor estafa de toda la historia perpetrada por una sola persona, porque parece que ya nos hayamos olvidado de las ayudas a fondo perdido para rescatar los bancos que alegremente han dilapidado sus arcas en (entre otras minucias) inmorales sueldos a sus directivos. Y digo que merecería mención aparte si no fuera porque en este país estamos curados de estos espantos, y si ya antes no nos parecía raro que un gran triunfador de las finanzas fuera en realidad un grandísimo chorizo –estoy pensando en Mario Conde, en Javier de la Rosa y en tantos otros que avalan lo que digo–, a día de hoy hasta nos parece de lo más normal.
Pero lo que más me ha llamado la atención –no en balde es la noticia de la semana– es el asunto del zapatazo. No la acción en sí, por mucho de épica y poética que atesore, sino por el simbolismo que ha generado: el zapato como símbolo del rechazo a Bush y por extensión al ejército de ocupación de EEUU por parte de la población iraquí. No me negaréis la belleza de la metáfora. Es tanto o más bella que los claveles taponando los fusiles en el Portugal de 1974. Me pregunto si habrá una revolución de los zapatos. Y me pregunto también si habré sido sólo yo, o quizás a algún aficionado a encontrar analogías también le habrá pasado por la cabeza esa escena (a partir del tercer minuto y treinta segundos) de “La vida de Brian”…
3 comentarios:
¡Qué reflejos, los de Bush!
Sr. Arrebatos, lo ha conseguido: ha empezado la revolución de los zapatos.Vease:http://www.elpais.com/articulo/internacional/zapatos/voladores/llegan/Casa/Blanca/elpepuint/20081218elpepuint_11/Tes
Saludos cordiales, aunque no comente sepa que lo visito asiduamente.
Pues espero que los señores de la CIA no lean este blog y me tomen por un agitador... En todo caso, eso sí, será una revolución con los pies en el suelo.
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