Réquiem por un quesito
Durante buena parte de mi infancia la merienda diaria consistió en un pedazo de pan y un quesito; una de esas porciones de queso –una octava parte de la circunferencia– envueltas en papel de aluminio. De forma ocasional esa porción de queso era substituida por un trozo –cuatro cuadros de la tableta– de chocolate. Pero sólo en los días especiales. Otras veces, por fortuna las menos, la porción envuelta era de membrillo. Pero la reina indiscutible, la que más veces ayudó a tragar el pedazo de pan, fue la porción de queso.
Y hoy, cuando esa época quedó ya tan atrás y es sólo a través del sentido del gusto que todavía puedo evocarla, he leído la noticia del cierre de la entrañable fábrica de quesitos “El Caserío”. Hoy se ha roto uno de los pocos –quizás el último– lazo que me ataba todavía a mi infancia.
Y hoy, cuando esa época quedó ya tan atrás y es sólo a través del sentido del gusto que todavía puedo evocarla, he leído la noticia del cierre de la entrañable fábrica de quesitos “El Caserío”. Hoy se ha roto uno de los pocos –quizás el último– lazo que me ataba todavía a mi infancia.
5 comentarios:
Vaya, pues más de uno vamos a sentir lo mismo que tu...Un besito.
Yo mismo. Un abrazo.
P.D. El sábado 20 hay una quedada bitacoreroliteraria. Sé que no sueles venir, pero yo te aviso igualmente.
La memoria sentimental debería estar nacionalizada. Si no, a este paso ¿cómo vamos a creernos a nosotros mismos en un futuro próximo?
Te haces viejo cuando algo se queda colgado en los recuerdos de la infancia.
Saludos cordiales
Nen!
A mi me daban:
pan con jamón
pan con chorizo
pan con tortilla
leche frita
masa frita ¿sabes lo que es?
farinato ¿sabes lo ques?
...
esta gente de ciudad!
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