Él los hizo así
Se ha sentado en la mesa de la esquina, junto al gran ventanal, dando la espalda a la barra mientras observaba la sala a través del reflejo que le devolvía el espejo colgado en la pared del fondo. Era un hombre con barba, muy alto, demasiado quizás, pues parecía que sus miembros no acataran al instante los movimientos que se les ordenaba. Le ha encargado una botella de vino al camarero y, entre sorbo y sorbo, uno pensaría que estaba ahí intentando descifrar los titulares del periódico que tenía abierto un tipo sentado tras él; descifrando sin girarse sino a través del espejo, con las palabras vueltas del revés, como a él le gustaba dejarlas. Cansado de este juego, ha dado otro sorbo y se ha puesto a leer y hacer anotaciones en una libreta. En ese instante Juan ha entrado en el café y sentándose en un taburete junto a la barra ha pedido una copa de Sylvaner, que ha vaciado de un trago. Mientras pedía otra ha entrado Hèlene colgada del brazo de Oliveira. Juan no ha podido evitar una fugaz mueca de disgusto, de la que se ha repuesto al momento para pedir solícito otra copa para ella y un vodka con hielo para Horacio. No gracias, le ha cortado con frialdad Hèlene, también tomaré vodka. Juan ha bajado la cabeza y ha estado un buen rato mirándose los zapatos como si fueran la cosa más sorprendente del mundo mientras los otros dos charlaban animadamente. Justo en ese momento han entrado Calac y Polanco armando bronca, chamullando y haciéndole requiebros a Talita, que se reía estrepitosamente. Oliveira se ha sonreído, ha sacado un piolín rojo de su bolsillo y ha comenzado a enrollarlo entre los dedos de su mano izquierda mientras devolvía las chanzas de Polanco y Calac y Juan, que con la presencia de ese par de boludos se ha reanimado. En la cafetería ha empezado a sonar el Duke, el gran cronopio, y Calac ha recordado que sólo faltaba una por llegar. Che, no me seas petiforro, le ha soltado Polanco. Y usted no me sea cronco, le ha espetado Calac. Faltan todavía dos, ha insistido Polanco, justo cuando ha cruzado el umbral Johnny Carter llevando su trompeta. Ha pedido una cerveza y se ha acodado en la barra, entre Talita y Juan, que ahora discutía con ese par de boludos sobre la calidad artística de un retrato del doctor Daniel Lysons pintado por Tilly Kettle. Tocá algo de Colleman, Johnny, ha pedido Oliveira. No, que toque su Amorous. Todos se han girado hacia esa nueva voz que asomaba desde la entrada. Ahí, recortada en el trasluz, su silueta delgada inscrita en el marco de la puerta, estaba la Maga, sonrisa en ristre. Horacio ha mirado a Talita, después a la Maga y ha dado un respingo. Se ha vuelto hacia la barra y vaciando el vodka de un trago ha vuelto a pedir otro. Otro para mí, le ha pedido la Maga. Johnny, la espalda apoyada en la barra, ha empezado a tocar Amorous y la música saliendo de su trompeta en cintas de seda de colores que se ondulaban y subían y bajaban y formaban lazos inundando la sala los ha dejado a todos en silencio. Al terminar la pieza, todavía las últimas cintas de música cayendo levemente sobre las mesas y el suelo en damero, el hombre de la esquina junto a la ventana ha cerrado la libreta y se ha levantado para acercarse a la barra, ahora vacía, para pagar. ¡Ha visto!, se ha exclamado el camarero, que no daba crédito a sus ojos. ¡Se han largado todos sin pagar las consumiciones! No se apure, le ha respondido él, ya me hago cargo yo. Ellos no tienen la culpa: Yo los hice así.
(sugerencia de consumo)
Duke Ellington y su orquesta tocan Satin Doll
(sugerencia de consumo)
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2 comentarios:
¡Un brindis por Cortazar!
Por cierto, hpy he comido con un vino mallorquín extraordinario: "12 volts". ¿Lo conoce usted? Si es que sí, me gustaría saber su opinión. Si es que no, también.
Este no lo conozco, Don Gregorio, pero deje que le apunte el que me ha traído hoy mi flaca: Monte Don Lucio, de la Mancha, que ha ganado el primer premio de su D.O. al mejor sauvignon del 2007. Realmente notable; joven y afrutado pero muy fino y equilibrado.
Y ya que estamos, para un postre con chocolate (y quien dice chocolate dice con un magret de pato), el recién descubierto (por mí) PAR, vino naranja (es decir, vino dejado fermentar con pieles de naranjas amargas) de Huelva. Sorprendente.
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