Si no fuera por
He regresado esta mañana, en el tren nocturno y en un compartimento (o habitación, o camarote, no sé) mejor que el de ida. Es decir, que o nos estafaron a la ida, o nos regalaron a la vuelta. Que esto de viajar en tren tiene su encanto, su saborcillo a novela de intriga y eso, pero a la ida, porque a la vuelta tiene un regusto de largo trayecto hacia el matadero. Como una lenta agonía de regreso a la rutina que uno no sabe si prefiere encontrarse de golpe y porrazo o despacito, aunque le de tiempo más que de sobras para pensar en ello y entristecerse hasta olvidarse de que todo viaje debería ir acompañado de una sonrisa. Aunque sea el de vuelta.
Y todavía no he deshecho la maleta. Es el último recurso que me queda, el último acto del viaje. Como si no hacerlo significara que todavía estoy ahí, en el pueblo a los pies de Sierra Nevada; ahí donde me hubiera quedado si no fuera por tantos si no fuera por. Porque pese a no ser mi pueblo, pese a no ser nada mío, me he sentido arrancado de raíz. Arrancado de su aire frío y seco, arrancado de su sol y de sus cielos que no se acaban nunca. Arrancado de la caña con tapa, la primera, la segunda y la tercera. Arrancado de sus guisos, de sus dulces de semana santa, de los chistes y chismes de sus gentes, de sus cerezos en flor y de sus paseos para buscar espárragos que después haremos en tortilla con huevos todavía calientes. ¡Si por tener tienen hasta una recién estrenada bodega con vinos más que dignos!
Que estoy aquí de nuevo pero sin quererlo. Que me gustaría volver para quedarme, si no fuera por.
Y todavía no he deshecho la maleta. Es el último recurso que me queda, el último acto del viaje. Como si no hacerlo significara que todavía estoy ahí, en el pueblo a los pies de Sierra Nevada; ahí donde me hubiera quedado si no fuera por tantos si no fuera por. Porque pese a no ser mi pueblo, pese a no ser nada mío, me he sentido arrancado de raíz. Arrancado de su aire frío y seco, arrancado de su sol y de sus cielos que no se acaban nunca. Arrancado de la caña con tapa, la primera, la segunda y la tercera. Arrancado de sus guisos, de sus dulces de semana santa, de los chistes y chismes de sus gentes, de sus cerezos en flor y de sus paseos para buscar espárragos que después haremos en tortilla con huevos todavía calientes. ¡Si por tener tienen hasta una recién estrenada bodega con vinos más que dignos!
Que estoy aquí de nuevo pero sin quererlo. Que me gustaría volver para quedarme, si no fuera por.
5 comentarios:
¿Vinos más que dignos??? Andayá!!!!
Una producción especial de Rey Zagal, del que se han embotellado poco más de 3000 unidades.
Más recomendable que muchos brebajes agazapados bajo denominaciones de origen que no merecen.
Y yo resistiendo la tentación de probar la sangre de mi pueblo...
Espero que lo hayáis disfrutado!
Pues tú ve resistiendo, ve, que como te lo encuentres picado ya verás tú que risas. ¡Es que ni siquiera lo guardaste en posición horizontal!
Para qué quieres guardar un buen vino para una ocasión especial, si basta con descorcharlo para que ya sea una ocasión especial.
Vayamos por partes!
El vino lo recogió mi tío y lo dejó tal cual en casa! Yo ni siquiera he tocado esa caja.
Luego, el día que lo encargue tuve la oportunidad de hablar con uno de los socios de la cooperativa, que me vio degustando el etiqueta negra/roja, y me comento que era un vino muy bueno, el numerado, pero que necesitaba aun mas tiempo en botella.
Yo confío en su palabra y por eso aun conservo las dos botellas que me traje en verano, en posición horizontal, claro está, empapando bien el corcho.
Aunque me cuesta resistir.
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