miércoles, 23 de diciembre de 2009

Tanto aprieta

Las noches para olvidar son, por desgracia, las que difícilmente se olvidan. Porque a esta hora que debería ser temprana, para mí es todavía tardía, de noche en blanco, velando los distintos rincones del cuerpo que tienen el cometido de trabajar sin hacerse notar, hasta el punto que te olvidas de ellos, pero que hoy me recuerdan su disgustada existencia pese a los calmantes. Y no debería ser así. No debería suceder que uno vaya al médico a que le arreglen un descosido y al día siguiente esté con redoblados achaques. Porque si pierdes la fe en los médicos, ¿qué te queda? Pues te quedas solo contigo mismo, observándote hacia dentro, escuchando qué te dice el cuerpo y pensando las peores consecuencias. Y aquí estoy, intentando en balde abandonarme, salir del cuerpo para verlo desde fuera del dolor, mientras este me agarra con el puño apretado y no me deja librarme. Ni dormir me deja de tanto que aprieta.

Esta noche sí que desearía disolverme como una estatua de sal bajo la lluvia.

2 comentarios:

Petrusdom dijo...

Amigo Arrebatos que te sea breve, no se me ocurre nada más. El dolor es lo más íntimo que nos permite sentir de nosotros mismos, por eso en muchas culturas lo expresan con gritos para ver que no están solos.

Que te sea breve.

arrebatos dijo...

Muchas gracias Petrusdom.