domingo, 14 de enero de 2007

Play it again, Bogart

Fue el tipo duro por antonomasia del Hollywood de los años 40 y 50. Rudo, valiente, adusto, de puñetazo fácil y frío como un témpano con sus enemigos y con las mujeres. Y pese a todo, se casó con la más guapa. Quizás sea porque cuando las besaba se les doblaban las piernas. Y si no que se lo pregunten a Ingrid Bergman en Casablanca o a Audrey Hepburn en Sabrina. No fue gratuito que Woody Allen lo tuviera como ejemplo a seguir en Sueños de un seductor.

Quizás lo único que tenga en común con Bogart sea que yo también estoy comprando boletos para morir de un cáncer de garganta a los cincuenta y ocho años. Bueno, eso, que suelo ir mal afeitado, que mi mirada se ha posado en muchos fondos de vaso, que me gusta el jazz, que me pierden las mujeres, que...

Humphrey Bogart


Hoy se cumplen cincuenta años desde que sólo está entre nosotros en sus películas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Jeff Tweedy habla en el dvd de su gira acústica sobre las personas a las que admiramos... y dice algo así como que uno admira a quien le ayuda a admirarse a sí mismo... debería repasarme esas declaraciones, porque la cita textual es bastante más amplia y más elaborada que la idea que yo te dejo ahí.

saludos!

arrebatos dijo...

No estoy del todo de acuerdo con la idea. Sí es cierto que solemos admirar en función de nuestros intereses, aficiones, carencias, etc. Puedo admirar a Cortázar por cómo escribe y a Calamaro por qué me transmite, por ejemplo. Como un aprendiz de cocinero admirará a Ferrán Adrià o a Santi Santamaria.
Sin embargo, no creo que eso ayude a admirarse a uno mismo, más bien al contrario. La certeza de una genialidad que jamás poseerás puede ser la más frustrante de todas las críticas. No creo que la sorpresa continua que provoca el genio ayude a convivir con la mediocridad

Anónimo dijo...

Es una forma de verlo con la cual no me cuesta nada empatizar, pero supongo que ahí es donde interviene la autoestima. De todos modos, tengo que revisar esa frase porque creo que ese no era el concepto tal y como lo leí en los subtítulos.

Casi todos los músicos, por hablar de algo concreto, parten de unos referentes. Chet Baker se sentía acomplejado cuando veía a otros trompetistas quizás mucho más anónimos que él... siempre encontraba cosas, detalles o matices en los que le superaban... (bueno, este acabó como acabó) pero ahí queda su legado.

Supongo que cuando se llega a ser consciente de lo absurda que puede ser la vida o la realidad es cuando interviene la naturaleza de cada individuo, la reacción... y de ahí una búsqueda.

No creo que los artistas sufran más que el resto de personas. En todo caso, ellos gozan de unos dones y un reconocimiento... y, cuando son "buenos", además de serlo tienen la suerte de ser felices haciendo lo que saben hacer.

Shiba dijo...

Buenas, arrebatos (te he encontrado por tu comentario en mi blog).

Como dices, Bogart era el eterno tío duro, un seductor elegante y pausado. De todos modos, nunca fue mi tipo, aunque siempre lo he preferido frente a otros galanes pusilánimes...

Y siempre unido a su cigarro...

¡Saludos!