lunes, 16 de abril de 2007

Encuadres

Me apasiona la fotografía. Hasta el punto de andar por la calle haciendo encuadres mentales. Me paso la vida fotografiando sin cámara, ya sean esos árboles ahora en flor, formando un tupido colchón colorista sobre el que se asientan las torres de la Sagrada Familia al fondo; o ese cruce de calles por el que, cada mañana, se cuela un rayo de luz que lo atraviesa en diagonal; quizás también ese niño que echa a correr tras las palomas, que vuelan despavoridas en todas direcciones. Mi cabeza es un enorme archivo de fotografías esperando el clic.

En el extremo opuesto, encontramos a esas personas que sólo saben ver la vida en las fotografías o a través del visor. Con este tipo de gente, uno tiene la certeza de que no viven el momento, no saben. El presente lo utilizan para fotografiar lo que, más tarde y en su casa, observarán en la fotografía. Viven una vida evocada. Esta gente es fácil de detectar, sobretodo estando de viaje. Son esos que se abrirán paso a codazos entre la multitud que rodea a un músico o un mimo ambulante, dispararán su cámara y volverán sobre sus pasos sin siquiera detenerse a observar la vida que tienen ante sus narices. Lo único que les interesa es lo que pueden almacenar en su cámara. Carecen de la capacidad para retener lo vivido y recordarlo siempre que lo deseen. Para ellos, visitar un lugar nuevo se reduce a almacenarlo en fotos. Son las fotos lo que justifica la visita y el viaje. Así, cuando les preguntes por su viaje a la India, te amenazarán con un ya verás, hemos hecho más de mil fotos.

Esta mañana he escuchado una canción que me ha recordado una anécdota de un viaje a Irlanda, de ahí mi reflexión, por llamarla de algún modo. Estaba en Dublín y fui a cenar a Temple Bar, decantándome por el Oliver St John Gogarty, que además de ser un notable irlandés amigo de Joyce y Yeats, es también un célebre pub y hostel que desde 1838 abre sus puertas en el corazón mismo de la ciudad. Mientras me comía mi cazuela de mejillones a la Guinness, fui gratamente sorprendido con un concierto de un grupo local que mezclaba el pop-rock con la música tradicional irlandesa. Lo recuerdo como uno de los momentos más intensos de mi viaje. Ahí encaramado a un taburete en el segundo piso de un viejo pub todo de madera, cenando rodeado de irlandeses –y turistas como yo-, con mi pinta de Smithwicks bien a mano y escuchando buena música. Es ese tipo de recuerdo que no puede quedar delimitado por cuatro esquinas, pues tiene que ver con las sensaciones y los sentimientos, pero que permanece indeleble en nuestra memoria. O eso creía yo, pues justo a mi lado, una pareja de españoles se lamentaban de no haber llevado la cámara para inmortalizar el momento. Ella le estaba reprochando su olvido mientras que él se defendía como podía, asegurando que juraría haberla puesto en la mochila. Estuvieron discutiendo un rato, ajenos a la música y a todo lo que les rodeaba. E importunándome a mí, pues los tenía al lado. Hasta que al final, ante mi mirada atónita, él se bajó del taburete y le dijo que se iba al hotel a buscarla, que no tardaría demasiado. Naturalmente, cuando terminó el concierto él todavía no había regresado, pero ya no me quedé a ver el final de la historia.

Os dejo con los Waterboys… with light in my head, and you in my arms.

16 comentarios:

Gregorio Luri dijo...

Vengo a ponerme al día. Ya sabe usted que me gusta pasar por aquí. Aprecio tanto el tono de su voz como la variedad de los temas que trata. No encuentro -se lo digo sinceramente- muchos espacios tan amenos como el suyo.

arrebatos dijo...

Toco muchos temas sin llegar a profundizar en ninguno. Pero siempre he sido así, un tasta olletes que decimos en catalán.

Sepa don Gregorio, que pese a que yo le trate de usted, me resulta harto extraño que haga ud lo mismo conmigo. Quizás sea porque ni yo mismo me guardo respeto. O quizás porque le veo -y no creo que sea el único- como el maestro en el café de ocata.

Lorena dijo...

Hola,
precisamente ayer, cuando ibamos hacia Madrid, hablaba con Fran de los recuerdos, y de esa necesidad de alguna gente de guardarlo todo, desde tickets de CDS, a palos de helados, a ... No me parece mal conservar algún objeto que me evoque algún recuerdo, lo que sucede es que algunas veces se amontonan y se llenan de polvo y más que recuerdos podrían llamarse olvidos.

Lorena dijo...

ah! gracias por visitar mi blog.

Anónimo dijo...

hola! qué grande la historia (por cierto, irlanda tiene que ser fascinante).

susan sontag escribió cosas muy interesantes sobre la fotografía, como algo que justifica un viaje por sí mismo para muchas personas, que sacan el 100% de sus fotos interponiendose entre el paisaje y la cámara...

Es obvio que las fotos son un soporte muy bueno para captar la esencia de los momentos pero, ciertamente, como dices o sugieres no siempre tiene sentido captarlo todo... hay momentos que no pueden grabarse en ningún otro sitio, e incluso a veces dan una especie de "placer doloroso"... por su intensidad.

cuando estuve en NY, la primera semana sentía que no podría fotografiar ni coleccionar todo lo que me estaba pasando, y viví cosas intensas que sólo están ahí, en el recuerdo... conciertos, paseos, washington square nevada mientras trataba de encontrar el gerde's (que ya no existe), el primer paseo por las calles del downtown... supongo que esa era la esencia de la ciudad... que paradójicamente está en la cabeza de todos nosotros, los que hemos ido y los que no, gracias al cine, las películas, la música, los libros, etc...

pero vamos, entiendo y comparto lo que dices! y a veces me pregunto si no estaré almacenando demasiados papeles entre esto y aquello y lo otro.

saludos!

Celia dijo...

No se arrebate, arrebatos, que a mi Luri, me llama Doña Celia, y yo no sé si lo hace por tocarme las narices, o por mucha educación, jejejeje

arrebatos dijo...

¡Ay! (suspiro) Me hago mayor...

marta dijo...

Y es que no es lo mismo lo que ven nuestros ojos a lo que capta el visor...

Celia dijo...

arrebatos
no me sea vanidoso
que seguro que las canas le caerán bien :p

arrebatos dijo...

Xavi, todos tenemos cierta tendencia a almacenar aunque, sin duda, los constructores han visto que era un mal vicio y es por ello que hacen los pisos caros y minúsculos.
El "problema" de las fotos es la frecuencia con que te decepcionan. Pero es por esa imposibilidad de captar la esencia, las sensaciones que te transmite un lugar, más que el paisaje de ese lugar.
Y sí, por cierto, Irlanda es difícil de olvidar. Al menos hace diez años lo era.

arrebatos dijo...

Martina, es lo que le decía a Xavi. Que no sólo vemos con los ojos.

arrebatos dijo...

celia, no seas mala. ¿También tú me hablas de ud? Si podría ser tu... ¿hermano mayor?
Todavía no me he acercado al Grecian2000, así que de las canas no me quejo. El problema es que cada vez duran más las resacas...

marta dijo...

Exacto. Y hay gente que saca fotos como el culo y otros que ven con el culo (esto último se soluciona con lentes lo primero ya es más dificil).

Celia dijo...

En japonés hermano mayor es Oniisan, que a la vez es la forma educada de decir "señor" a un hombre de menos de 40(o de espíritu joven).
Yo utilizo el usted de puro vicio, pero nada, para seguir siendo educada a partir de ahora voy a usar el "niichan" que sería la forma familiar de decir hermano mayor.
Niichan, la manera de que no duren las resacas es encontrar el alcohol adecuado a nuestro organismo ya algo oxidado. Para llegar a este fin será necesario, beber mucho y un poco de todo, para testearlos todos.

Anónimo dijo...

Enhorabuena artista, ya empieza a salir a flote el resto del iceberg. Eres grande, t'ho començaràs a creure d'una vegada??!! ;)

Gregorio Luri dijo...

En realidad esto de utilizar el "don" es una cuestión de estética, o mejor, de contra estética. De pura resistencia contra la tentación universal del coleguismo.