jueves, 26 de abril de 2007

Pseudónimo

Iba en el metro, con las gafas oscuras y la cabeza gacha, mirando fijamente la punta de mis zapatos. El vagón estaba lleno de gente, muchos de ellos con un ejemplar del diario con mi foto. En un momento de distracción imperdonable, mi mirada se ha cruzado con la de una mujer que iba sentada, con el periódico abierto ante ella. Me ha mirado con fijeza hasta rozar la descortesía. Después ha bajado los ojos hacia el periódico y, retrocediendo algunas páginas, ha fijado su mirada en una que, sin yo verla, ya sabía qué contenía. Después me ha vuelto a mirar y se ha levantado esgrimiendo un bolígrafo y una extraña sonrisa que me ha producido un escalofrío.

He retrocedido unos pasos hacia atrás, pisando sin querer algún pie y provocando un leve altercado. Eso ha sido fatídico. En unos segundos, todas las miradas estaban fijas en mí. Al momento, todos retrocedían páginas en sus diarios y fijaban la mirada en un punto muy concreto. Algunos –casi todos los que no llevaban- miraban hacia esa foto impresa por encima del hombro de quien sujetaba el diario abierto. Poco después, igual que zombis a quien se les da una orden inapelable, han empuñado bolígrafos como quien empuña un puñal y han comenzado a andar hacia mí, acercándose desde todos lados, rodeándome sin apartar de mí esa mirada de loco en pleno delirio.

En menos de un minuto, pero que ha parecido una eternidad, he quedado acorralado entre la puerta cerrada del vagón y las miradas desquiciadas del resto de pasajeros. Me han dado un breve suspiro, parecía que dudaran, pero como un resorte todos se han abalanzado de golpe hacia mí, levantado sus bolígrafos con el puño cerrado sobre sus cabezas, para después descargarlo con violencia, empujándome contra la puerta cerrada, arañándome, clavándome bolígrafos en el cuerpo mientras murmuraban autógrafo, autógrafo, autógrafo en una insoportable y gutural letanía.

El tren seguía avanzando a gran velocidad a través del túnel, pero sin razón aparente se ha abierto de golpe la puerta contra la que me comprimían, cayendo hacia las vías justo cuando pasaba otro tren en sentido contrario. Un golpe brutal en la cabeza contra la mesilla de noche me ha hecho rebotar, cayendo de la cama y recibiendo un buen costalazo contra el duro suelo. Todavía confundido, lo primero que he pensado ha sido en usar un pseudónimo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajajaajajajajajajaa
La próxima vez, aprende de Martirio y que sean las fotos las que lleven gafas oscuras... :)

Gregorio Luri dijo...

A mi me pasa al revés yo sueño mis yos vicarios en cuanto me caigo por el agujero de la cama.

arrebatos dijo...

Limonade, es lo que yo quería... pero no me dejaron. Fui obligado a quitarme las gafas de sol. Mi madre fue la cabecilla del complot, pero no la única.

Don Gregorio, yo no sé cómo me lo monto, pero siempre me toca correr. O volar.
La cuestión es que amanezco agotado.

Celia dijo...

Mira, yo tengo un sueño recurrente, en el que se me caen los dientes. La cosa es que se van cayendo y cayendo, y yo me tengo q dedicar a recogerlos y a guardármelos en los bolsillos por si aquello tiene arreglo, y me paso el sueño con la boca apretada, sin hablar, para qe nadie se entere de lo que me pasa.
Pero a mi la boca se me sigue llenado de dientes que se caen por si solos.

Que mal lo paso.

Yo no golpeo la mesita de noche, porque duermo sobre el tatami directamente. Pero por la mañana me duelen los maxilares de tanto apretar la boca para que no se escapen.

marta dijo...

Pero si tu querida fan del metro te reconoció por la foto que más daría un pseudónimo??? Mejor un pasamontañas o ya puestos un burka.

pitima dijo...

Buscais la fama.. pero la fama cuesta.. Y así es como empezareis a pagar.. ¡con sudor!..
Qué pesasilla hombre.. pero si la gente es buena.. jajajajaja. Vete ensayando una firma sencillita con dedicatoria escueta y multivalente.. y verás que se conforman sin clavarte sus afilados bolis. A tí te gusta atormentarte ¿verdad?, así te inspiras mejor.. Está bien.
Un saludo.

Anónimo dijo...

aissh, lo siento, no me he podido resistir ni en sueños (yo era la que empuñaba el Pilot azul, la próxima vez llevaré un lápiz con goma en su extremo)

Un besito en el chichón y un autógrafo en la boca, con tu permiso, claro.

Anónimo dijo...

Acabas de describir perfectamente una de las secuencias de la película "línea mortal"