Historias que me cuento
Me cuento historias cuando duermo solo, cuando la cama parece más grande de lo que es y más fría, pero también me las cuento cuando Niágara está ahí y se duerme entre murmullos complacientes, casi como si también ella se estuviera contando una historia. Más de una vez quisiera despertarla para saber cómo es su historia (solamente murmura ya dormida y eso no es de ninguna manera una historia), pero Niágara vuelve siempre tan cansada del trabajo que no sería justo ni hermoso despertarla cuando acaba de dormirse y parece colmada, perdida en su caracolito perfumado y murmurante, de modo que la dejo dormir y me cuento historias, lo mismo que en los días en que ella tiene horario nocturno y yo duermo solo en esa bruscamente enorme cama.
Historias que me cuento
Queremos tanto a Glenda (1980)
Julio Cortázar
13 comentarios:
Irremediablemente, tengo que saludarte: mi último post es también un texto de Cortázar. Casualidades de la vida :)
Creo que si no me contara historias a mí misma, ya me habría aburrido de ser yo ;)
¡Un saludo!
¿Y quién de nosotros no se ha contado alguna historia en soledad?A veces es nuestra única compañera,pero siempre calla.Un abrazo.
Gracias por recordarnos al amigo Julio.
Saludos cordiales.
Si quieres tener una buena hostoria para contar prueba a tocar una flauta (sin tampar ninguno de sus agujeros) en su oreja cuando acabe de dormirse.
PD: Mi hermana seguro que todavía lo recuerda.
Chusky
hostia! me dejé la i en la primera frase!
Te regalo la o, con otra más y una h ya te puedes hacer cubos de hielo.
Chusky
Tras estos consejos publicitarios de nuestro patrocinador, seguimos con la programación.
Vandalia, lo he leído. Qué duda cabe que Cortázar siempre es bienvenido y bienhallado.
Encontrarás más cronopios, famas y esperanzas en "La vuelta al día en ochenta mundos" que, por su formato (tiene hasta "hipervínculos"), podría considerarse el primer blog de la historia.
Musa, Isabel, ¿cómo diferenciar lo que vemos de cómo lo vemos? Eso ya es, en esencia, contarse historias.
Petrusdom, a Julio no lo recuerdo nunca. Es que nunca lo olvido.
Gus (o Chusky), tienes que explicarme qué son esas pastillas rojas que te tomas... ¿o son las amarillas?
Conseguí comprar "La vuelta al día en ochenta mundos" hace unos ocho años, después de patearme todas las librerías de Madrid. Al final lo conseguí en una de Buenos Aires. Soy la orgullosa poseedora de la obra completa.
Un saludo.
caracolito perfumado...esa es la mejor definición que he leido de la posición fetal de un ser querido...maravilloso hasta cansarse...
Publicar un comentario