La peste
Llegando a la mitad del S.XIV Europa fue asolada por una devastadora pandemia de peste, reduciendo su población en un tercio. Penetró al continente por Venecia y Génova, agazapada a la sombra de las bodegas de barcos fantasma que venían de oriente próximo y atracaban en esos puertos con toda la tripulación muerta, con el cuerpo cubierto por sanguinolentas pústulas. Y tal como llegó se fue, pues la única arma que tenían en esa época era la fe, que se reveló insuficiente frente a la suciedad y falta de higiene que campaba a sus anchas por las ciudades medievales. Suciedad, ignorancia y miseria siempre han sido buenas aliadas. Ahora sabemos que la peste la contagiaron las ratas, y que con un mínimo de higiene y aislamiento el coste en vidas hubiera sido mucho menor.
En pleno S.XXI, otra epidemia se ha empezado a extender rápidamente desde EEUU, con epicentro en Wall Street, llegando a afectar directamente a todo el continente europeo y buena parte del asiático e indirectamente al resto. La propagación también ha sido a través de los puertos, o de su equivalente actual. En lugar de la suciedad, en esta ocasión el caldo de cultivo ha sido la opulencia y la codicia, aunque también ha crecido y se ha propagado por un desmedido exceso de fe. Sabemos cuáles son las ratas que la están contagiando; sabemos donde viven y de qué se nutren. Pero en lugar de cortarles la cabeza de un tajo nos dedicamos a alimentarlas con el mejor idiazábal para que sigan extendiendo la epidemia.
Lo del S.XIV fue ignorancia, por lo que es disculpable, pero lo de ahora es simple y llanamente estupidez perversa con el agravante de la alevosía. Y eso no tiene ninguna defensa.
En pleno S.XXI, otra epidemia se ha empezado a extender rápidamente desde EEUU, con epicentro en Wall Street, llegando a afectar directamente a todo el continente europeo y buena parte del asiático e indirectamente al resto. La propagación también ha sido a través de los puertos, o de su equivalente actual. En lugar de la suciedad, en esta ocasión el caldo de cultivo ha sido la opulencia y la codicia, aunque también ha crecido y se ha propagado por un desmedido exceso de fe. Sabemos cuáles son las ratas que la están contagiando; sabemos donde viven y de qué se nutren. Pero en lugar de cortarles la cabeza de un tajo nos dedicamos a alimentarlas con el mejor idiazábal para que sigan extendiendo la epidemia.
Lo del S.XIV fue ignorancia, por lo que es disculpable, pero lo de ahora es simple y llanamente estupidez perversa con el agravante de la alevosía. Y eso no tiene ninguna defensa.
'Let them eat crack' de Bansky
1 comentario:
Osti... qué analogía más buena, inspirada en el graffity de Bansky, supongo! Si pudieramos, si no cortarles la cabeza, al menos meterlos a todos en una jaula, pero como también leí por ahí, el problema ahora es que la jaula está dentro del pájaro...
Un abrazo
Publicar un comentario