lunes, 6 de abril de 2009

Viajes y trayectos

Todos los viajes deberían hacerse en tren. O en una moto de motor reluciente o un viejo coche sin aire acondicionado, con las ventanillas bajadas por carreteras secundarias. No es que tenga nada en contra de los aviones o las autopistas, pero si todos los viajes se pudieran hacer así, significaría que no tenemos prisa, que nada nos obliga a cumplir con unos horarios o un calendario y que disfrutamos tanto del destino como del trayecto. Y si al tren, como al viejo coche, también se le pueden bajar las ventanillas –lujo este en vías de extinción– entonces el placer del viaje se sublima, deja de ser un mero trayecto, una aséptica línea trazada entre dos puntos.

Algo así es lo que haré este miércoles por la noche. Tomaré el tren de las nueve de la noche, vagón restaurante y cabina para dos con vistas al paisaje que se extiende entre Barcelona y Granada. Allí nos estarán esperando para llevarnos hasta Guadix y más allá, a los pies de Sierra Nevada que, haciendo honor a su nombre, se levanta imponente y cubierta de un manto blanco que tengo intención de pisar en alguno de mis paseos para facilitar la digestión de los opíparos guisos que voy a meterme entre pecho y espalda. Para aclimatarme, ayer compré una caja de cerveza Alhambra Reserva, de la que estoy dando buena cuenta.

Quedan sólo tres días, que de buen seguro se harán largos. Así que para empezar este primero, que para más inri es lunes, no se me ocurre nada mejor que un poco de música para levantar el ánimo y dibujar una sonrisa.


(sugerencia de consumo)
Louis Armstrong y Danny Kaye cantando When the Saints go marching in

2 comentarios:

Celia dijo...

Arrebatos, va a viajar usted como un señorito, en camarote para dos.

chicaconsombrero dijo...

Es una delicia leerte.