jueves, 27 de agosto de 2009

Sylvaner, modelo para armar

Hacía tiempo, mucho tiempo, que le tenía ganas. Desde luego no algo obsesivo, sino más bien ese tipo de deseo latente que sólo se materializa en cuanto vuelves a tropezarte con él.

Mi deseo nacía aquí, desde que:

“Y ya en la cadena de preguntas: ¿Por qué después de entrar en el restaurante Polidor fui a sentarme en la mesa del fondo, de frente al gran espejo que duplicaba precariamente la desteñida desolación de la sala? Y otro eslabón a ubicar: ¿Por qué pedí una botella de Sylvaner? (Pero esto último dejarlo para más tarde; la botella de Sylvaner era quizá una de las falsas resonancias en el posible acorde, a menos que el acorde fuese diferente y contuviera la botella de Sylvaner como contenía a la condesa, al libro, a lo que acababa de pedir el comensal gordo.)”
(…)
“…el libro o la condesa, la imagen de Hélène, la aceptación de ir a sentarse de espaldas en una mesa del fondo del restaurante Polidor. (Y haber pedido una botella de Sylvaner, y estar bebiendo la primera copa del vino helado en el momento en que la imagen del comensal gordo en el espejo y su voz que le llegaba desde la espalda se habían resuelto en eso que Juan no sabía cómo nombrar…”
(…)
“…y de lo que había pasado en Viena en el Hotel Rey de Hungría, pero todo era en última instancia la condesa y finalmente la imagen dominante había sido la condesa, tan clara como el libro o la frase del comensal gordo o el perfume del Sylvaner).”
(…)
“…en una viviente constelación aniquilada en el acto mismo de mostrarse, una contradicción que parecía ofrecer y negar a la vez lo que Juan, bebiendo la segunda copa de Sylvaner, contaría más tarde a Calac, a Tell, a Hélène, cuando los encontrara en la mesa del Cluny, y que ahora le hubiera sido necesario poseer de alguna manera…”
(…)
“Sirviéndose otra copa de Sylvaner, Juan alzó los ojos hasta el espejo. El comensal gordo había desplegado France-Soir y los títulos a toda página proponían el falso alfabeto ruso de los espejos.”

62/ Modelo para armar
Julio Cortázar

Sylvaner Alsacia Domaine Weinbach


Así que hoy, aprovechando que he pasado por la "Vinacoteca" de la calle Valencia, y con la excusa de que teníamos algo importante que celebrar, he comprado un par de botellas de vino blanco. Un Sylvaner “Domaine Weinbach” y un Riesling, ambos –¿hay otros?- alsacianos. Ya veis, mi criterio no es que sea demasiado profesional; digamos que elijo vinos literarios sin importarme demasiado si el autor tiene criterio. Lo que Cortázar no apuntaba en su novela era el maridaje, pues el beodo de Juan hace como yo mismo muchas veces y se bebe metódicamente el vino en ausencia de sólidos. Así que he improvisado, y de alguna forma la intuición me ha dicho que acompañando una merluza en salsa verde con almejas quedaría de lo más resultón. Creo que he acertado en cuanto al Sylvaner. El Riesling lo reservo para el sábado, que caerá un arroz de marisco. Aunque mi conocimiento de los vinos es bastante intuitivo (y no siempre acertado), así que si alguien tiene a bien sugerir un acompañamiento más adecuado…

Por cierto que mientras cocinaba la merluza sonaba...


(sugerencia de consumo)
el mítico Straight, No Chaser de Thelonious Monk, en el 69, en vivo en París

1 comentario:

Tara dijo...

todo está "a doc" por decirlo así ;)