lunes, 19 de octubre de 2009

De chupasangres

Lo he leído esta mañana en la prensa, “acaba de publicarse (…) Drácula, el no muerto, la secuela oficial (sic) de Drácula”. Hacía tiempo que no leía una gilipollez tan grande. ¡La secuela oficial! ¿Pero es que nos hemos vuelto todos idiotas, o qué está pasando? ¿Alguien me puede explicar qué diablos significa “la secuela oficial” cuando estamos hablando de un clásico de la literatura? Estamos aviados si el detalle de haber sido escrita por un descendiente de Bram Stoker –ni descansar en paz puede, el pobre hombre- en colaboración, eso sí, con un “especialista vampírico”, ya le otorga el crédito de la oficialidad. Pues se podría haber quedado tranquilamente en el sofá de su casa afilando estacas, señor Stoker, en lugar de pisotear el legado de su bisabuelo, que de literatura –por darle un nombre reconocible- oportunista andamos sobrados, créaselo. Porque mira que ya es casualidad que el engendro este, perpetrado a base retales de notas del bueno de Bram, salga precisamente ahora, en plena vorágine de subproductos vampíricos para adolescentes anémicos. Y que además esté escrito con un estilo muy cinematográfico, fíjate tú qué suerte, que podremos aprovechar y vender los derechos a Hollywood.

Yo, que soy muy malpensado –y acertarás-, una vez abierta la caja de Pandora y visto dónde está el listón de lo publicable en el negocio editorial, me estoy temiendo lo peor. Por si acaso ya me voy mentalizando para las "secuelas oficiales" de Ulysses, La montaña mágica y Las uvas de la ira. Menos mal que Cortázar, Poe, Kafka, Stevenson o Pavese murieron sin dejar descendencia.

3 comentarios:

Palimp dijo...

Hay algunas que deberían tener una secuela pero ya. Por ejemplo, Las uvas de la ira. Hay que ponerse inmediatamente en contacto con los descendientes de Steinbeck. Eso sí, a ver que colaborador encontramos, porque si es Leopoldo Abadía igual nos sale una comedia.

arrebatos dijo...

Y "La divina comedia", Palimp. Es necesario empezar a hacer una buena limpieza en las instituciones públicas, y no estaría nada mal someter a las más refinadas torturas a algunos personajes que las ocupan.

Celia dijo...

La Divina Comedia escrita por un español contendría frases del tipo: Contenta tienes que estar España, que bien representada estás en el Infierno.
La Divina Comedia escrita por un catalán tendría frases del tipo:
Ai, estimada Catalunya, així estiguis satisfeta, doncs l'Infern és ben ple d'il·lustres compatriotes.

y etc
etc
etc