La memoria
Tomando unas copas en un bar, tras la cena, un viejo amigo me comenta:
— Creo que si me cruzo contigo por la calle, o con él, os habría reconocido.
— Sí, yo también pienso lo mismo.
— Vaya, que veinte años se hacen notar, pero no hemos cambiado demasiado.
— Cierto —asiento—. Seguramente os hubiera reconocido a todos.
— Bueno... Por lo menos nosotros.
— Es verdad. Ellas sí han cambiado.
— Sí, ¡pero que no te oigan! —me responde intentando contener la risa.
— A ella no la habría reconocido nunca —le comento inclinando la cabeza hacia la mujer para que sepa a quién me refiero.
— Ni yo.
— Es más, todavía no sé quién es.
— Creo que si me cruzo contigo por la calle, o con él, os habría reconocido.
— Sí, yo también pienso lo mismo.
— Vaya, que veinte años se hacen notar, pero no hemos cambiado demasiado.
— Cierto —asiento—. Seguramente os hubiera reconocido a todos.
— Bueno... Por lo menos nosotros.
— Es verdad. Ellas sí han cambiado.
— Sí, ¡pero que no te oigan! —me responde intentando contener la risa.
— A ella no la habría reconocido nunca —le comento inclinando la cabeza hacia la mujer para que sepa a quién me refiero.
— Ni yo.
— Es más, todavía no sé quién es.
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