Peticiones
Acabo de llegar a casa después de estar pedaleando a buen ritmo por las calles de Barcelona. Hace calor, quizás demasiado tratándose de finales de abril. O quizás sea el fuerte pedaleo y después cargar la bici al hombro por la estrecha escalera hasta mi ático. Sea como fuere, la cerveza que he vaciado en dos tragos me ha sabido a gloria. La segunda la estoy tomando a sorbos, paladeándola, mientras escucho Mannish Boy, un blues en una versión en directo de los Stones.
Pienso en la tarde noche de ayer. De todas las peticiones que se pueden esperar de una mujer, la de ayer jamás podría ni siquiera haberla imaginado.
Hace tres o cuatro noches estaba escuchando esta canción de Bunbury y pensé que sería bueno concederme una noche noestoyparanadie. Llegar a casa con la calma de no tener ningún compromiso ni tener que madrugar la mañana siguiente. Poner esos discos que me gustan, desenpolvar el frasco donde guardo la maría y ausentarme por unas horas. Estar durante un tiempo desconectado y sabiendo que nadie va a importunar mi desconexión. Conducirme a ese estado de confusión de los sentidos, cuando la música se ve nítidamente y escucho imágenes sin ruido.
Le comenté a ella mis pensamientos y ella me concedió una noche que finalmente ha sido un fin de semana entero. No era eso lo que yo deseaba. En absoluto. Pero así ha sido. Ella se organizó el fin de semana completo con actividades desde el sábado muy de mañana, cena de cumpleaños con una amiga a la que no ve desde hace tiempo y el domingo a ver la final del trofeo Conde de Godó de tenis. Como a mí no me apetecían ninguna de las actividades me ha parecido bien.
Pero ayer me sorprendió cuando me dijo necesito una stripper. Supongo que mi cara de pero qué coño me estás diciendo la obligó a explicarme. Resulta que su amiga, la de la cena de cumpleaños, ha decidido regalarle a su marido (pues el que cumple años es él) una stripper. Para más señas vestida de policía. Y como ella no sabe a quién acudir se lo ha pedido a ella… Creo que la explicación me dejó más anonadado, si cabe, que antes. Supongo que es una opinión muy personal (pero para eso es mía), pero no se me ocurre regalo más patético que este. Que una mujer le regale a su marido una stripper no sé qué puede significar. Supongo que en mi caso la reacción sería de incomprensión primero, y más tarde, de indigestión. Y yo me pregunto ¿qué le regalará él a ella? ¿Un tío vestido de bombero con una manguera que desenrollada le llegue hasta la rodilla? Porque eso sí, la stripper tenía que estar muy buena, porque para estar sólo buena ya la tiene a ella.
Lo que me dejó más desconcertado fue que ella me preguntara a mí. Pues no, no conozco a ninguna furcia, le he dicho. Una furcia no, una bailarina de streeptease, ha dicho ella. Da igual, no conozco a nadie ni sé dónde puedes encontrar. No sé por qué me preguntas a mí. En mi vida no he pagado ni un céntimo por sexo. Como eres un tío… me ha respondido. Claro, como soy un tío tengo que conocer a todas la bailarinas y furcias de Barcelona, es obvio. Eso sí, pobre de mí que comente que a las mujeres no hay quién las entienda, porque entonces ella montará en cólera por incluirla en el genérico mujeres. Pero lo mío es distinto. Yo soy un tío.
Pienso en la tarde noche de ayer. De todas las peticiones que se pueden esperar de una mujer, la de ayer jamás podría ni siquiera haberla imaginado.
"Hoy no estoy para nadie
dejé conectado el contestador
la nevera está llena
de latas vacías
no me importa qué digan
o qué piensen de mí
…"
Hace tres o cuatro noches estaba escuchando esta canción de Bunbury y pensé que sería bueno concederme una noche noestoyparanadie. Llegar a casa con la calma de no tener ningún compromiso ni tener que madrugar la mañana siguiente. Poner esos discos que me gustan, desenpolvar el frasco donde guardo la maría y ausentarme por unas horas. Estar durante un tiempo desconectado y sabiendo que nadie va a importunar mi desconexión. Conducirme a ese estado de confusión de los sentidos, cuando la música se ve nítidamente y escucho imágenes sin ruido.
Le comenté a ella mis pensamientos y ella me concedió una noche que finalmente ha sido un fin de semana entero. No era eso lo que yo deseaba. En absoluto. Pero así ha sido. Ella se organizó el fin de semana completo con actividades desde el sábado muy de mañana, cena de cumpleaños con una amiga a la que no ve desde hace tiempo y el domingo a ver la final del trofeo Conde de Godó de tenis. Como a mí no me apetecían ninguna de las actividades me ha parecido bien.
Pero ayer me sorprendió cuando me dijo necesito una stripper. Supongo que mi cara de pero qué coño me estás diciendo la obligó a explicarme. Resulta que su amiga, la de la cena de cumpleaños, ha decidido regalarle a su marido (pues el que cumple años es él) una stripper. Para más señas vestida de policía. Y como ella no sabe a quién acudir se lo ha pedido a ella… Creo que la explicación me dejó más anonadado, si cabe, que antes. Supongo que es una opinión muy personal (pero para eso es mía), pero no se me ocurre regalo más patético que este. Que una mujer le regale a su marido una stripper no sé qué puede significar. Supongo que en mi caso la reacción sería de incomprensión primero, y más tarde, de indigestión. Y yo me pregunto ¿qué le regalará él a ella? ¿Un tío vestido de bombero con una manguera que desenrollada le llegue hasta la rodilla? Porque eso sí, la stripper tenía que estar muy buena, porque para estar sólo buena ya la tiene a ella.
Lo que me dejó más desconcertado fue que ella me preguntara a mí. Pues no, no conozco a ninguna furcia, le he dicho. Una furcia no, una bailarina de streeptease, ha dicho ella. Da igual, no conozco a nadie ni sé dónde puedes encontrar. No sé por qué me preguntas a mí. En mi vida no he pagado ni un céntimo por sexo. Como eres un tío… me ha respondido. Claro, como soy un tío tengo que conocer a todas la bailarinas y furcias de Barcelona, es obvio. Eso sí, pobre de mí que comente que a las mujeres no hay quién las entienda, porque entonces ella montará en cólera por incluirla en el genérico mujeres. Pero lo mío es distinto. Yo soy un tío.
3 comentarios:
Oh, strippers, qué desastroso.
Bueno, gustos son gustos.
Y tíos o no tíos, veo horribles a los strippers con todas esas contorsiones que me dejan fría. Qué quieres que haga, no soy para eso. Prefiero ver una peli gore, aunque sea otro el terreno...
:)
Soy una pesada.
"Yo no quiero un amor civilizado...
yo no quiero ni libre ni ocupado
ni carne ni pecado
ni orgullo ni piedad
yo no quiero saber por qué lo hiciste"
La Bailarina
Jajaja... Y porque ella misma (la esposa de él) no le oficia de stripper? Y después ellas se ofenden si uno anda de parranda...
O te estarían probando, a ver que tanto sabías o no sabías de esas cosas de la calle?
En fín, que nadie las entiende, a las mujeres...
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