Palabras que matan
Esta mañana, hojeando la prensa en la cafetería donde suelo desayunar, he leído que el genial violonchelista y director de orquesta ruso Mstislav Rostropóvich ha sido hospitalizado en Moscú. Parece ser que sufre un cáncer.
De inmediato he relacionado la noticia con un post que escribía hace unos días, donde mencionaba una entrevista que le habían hecho años atrás. También me he sentido invadido por una extraña sensación, un síndrome de Casandra, que viene repitiéndose desde hace algún tiempo.
Hace unos meses, a finales de octubre o principios de noviembre del año pasado, fui al Mercat de Sant Antoni a buscar unos cuantos libros. Los domingos por la mañana, en este mercado barcelonés, se juntan vendedores en un mercadillo ambulante de libros, cómics, discos, pósteres, etc. usados. Estando allí, ya con las bolsas repletas de libros, me dediqué a chafardear en los DVD y encontré el de MASH, de Robert Altman. Pese a que finalmente el precio me pareció excesivo y no lo compré, recuerdo que hice un encendido elogio de esa película a mi paciente acompañante. Días después, los periódicos se llenaban de elogios póstumos hacia este director. Ya entonces pensé en ello, pues no era la primera vez que me sucedía.
Una tarde de domingo de junio de 2005 quedé con esta misma amiga para ir al teatro. Después de ver la representación –mediocre, pues ya está olvidada- estuvimos paseando y tomando unos vinos, alargando la noche, hasta terminar apurando unos cubatas a las tantas de la madrugada en una coctelería del paseo del Born. Durante esa agradable velada estuvimos hablando de esto y aquello, pero sobretodo hablamos de libros, intercambiando cuales nos había gustado más. Recuerdo haber hecho un apasionado elogio de Camí de sirga, de Jesús Moncada, pues es la novela en lengua catalana que más me ha gustado de cuantas he leído. Y no digo la mejor porque me estoy obligando a no creer que lo mejor es lo que a mí me gusta, pero si no fuera por esto… Bueno, la cuestión es que Moncada murió durante mis alabanzas, esa misma noche. Días después, cuando se publicó su fallecimiento en los periódicos, caí en la cuenta. Pensé que, quizás, la mía había sido la última de las excelentes críticas que había recibido a lo largo de su vida. O quizás no fue tan buena mi crítica, ahora que pienso, pues se conoce que mi interlocutora todavía no ha leído a Moncada.
En fin, a lo que iba. Que no es la primera vez que alguien muere poco después de haberle dedicado algún comentario elogioso. Y que esta certeza me ha hecho plantearme algunas cosas, como por ejemplo empezar a escribir elogios sobre políticos, banqueros y demás mangantes.
De inmediato he relacionado la noticia con un post que escribía hace unos días, donde mencionaba una entrevista que le habían hecho años atrás. También me he sentido invadido por una extraña sensación, un síndrome de Casandra, que viene repitiéndose desde hace algún tiempo.
Hace unos meses, a finales de octubre o principios de noviembre del año pasado, fui al Mercat de Sant Antoni a buscar unos cuantos libros. Los domingos por la mañana, en este mercado barcelonés, se juntan vendedores en un mercadillo ambulante de libros, cómics, discos, pósteres, etc. usados. Estando allí, ya con las bolsas repletas de libros, me dediqué a chafardear en los DVD y encontré el de MASH, de Robert Altman. Pese a que finalmente el precio me pareció excesivo y no lo compré, recuerdo que hice un encendido elogio de esa película a mi paciente acompañante. Días después, los periódicos se llenaban de elogios póstumos hacia este director. Ya entonces pensé en ello, pues no era la primera vez que me sucedía.
Una tarde de domingo de junio de 2005 quedé con esta misma amiga para ir al teatro. Después de ver la representación –mediocre, pues ya está olvidada- estuvimos paseando y tomando unos vinos, alargando la noche, hasta terminar apurando unos cubatas a las tantas de la madrugada en una coctelería del paseo del Born. Durante esa agradable velada estuvimos hablando de esto y aquello, pero sobretodo hablamos de libros, intercambiando cuales nos había gustado más. Recuerdo haber hecho un apasionado elogio de Camí de sirga, de Jesús Moncada, pues es la novela en lengua catalana que más me ha gustado de cuantas he leído. Y no digo la mejor porque me estoy obligando a no creer que lo mejor es lo que a mí me gusta, pero si no fuera por esto… Bueno, la cuestión es que Moncada murió durante mis alabanzas, esa misma noche. Días después, cuando se publicó su fallecimiento en los periódicos, caí en la cuenta. Pensé que, quizás, la mía había sido la última de las excelentes críticas que había recibido a lo largo de su vida. O quizás no fue tan buena mi crítica, ahora que pienso, pues se conoce que mi interlocutora todavía no ha leído a Moncada.
En fin, a lo que iba. Que no es la primera vez que alguien muere poco después de haberle dedicado algún comentario elogioso. Y que esta certeza me ha hecho plantearme algunas cosas, como por ejemplo empezar a escribir elogios sobre políticos, banqueros y demás mangantes.
13 comentarios:
procura no escribir nunca, nunca, sobre mi.
ni aunque te lo pida
Esta bien (...), nunca lo haré.
jueces y periodistas...
vengo de releerte hacia atrás
debería haberme quedado en aquel paseo por la ciudad de barcelona, cuando el vino sabía dulce cuando lo bebía una chica.
he decidido no saber como acaba.
Las lecturas hacia atrás a menudo saben amargas. Suerte que, con el tiempo, la memoria se llena de olvidos.
narvala, me lo apunto y añado a la lista a abogados y militares.
Creo que a eso que te sucede le llaman el efecto no se que.
Yo creo que a todos nos ha sucedido alguna que otra vez.
Otro efecto curioso es el de no haber oido en toda tu vida un nombre, conocer un hecho, no sé, cosas así, y de golpe, en unas semanas, recibir imputs encadenados sobre eso.
Cuando leí Camí de sirga, al cabo de pocas semanas fuímos a conocer Mequinensa, el lago y todo eso. Efecto rastreo de las huellas. Je, je.
De todas maneras, mingún efecto como el mariposa, tan bonito y poético, y al mismo tiempo tan real, aunque la mayoria de las veces tan poco cuantificable.
A mi lo que me pasa es que de repente siento una necesidad apremiante de escuchar una canción que hacía muchísimo que no escuchaba, recuperar del fondo de la estantería un cd olvidado que me pongo y a partir de ahí..parece que en la radio no saben poner otra cosa.. todos los santos días.. Cosas que pasan. Creo que si buscamos, siempre podremos hallar alguna relación entre cualquier par de cosas que se nos ocurran. Quizá estén realmente relacionadas.. o quizá todo sea fruto de nuestra turbulenta y curiosa actividad neuronal...
Bueno siempre podrás pensar que entonces le estabas dedicando una elegía sin saberlo.
No creo en nada, pero hay algún tipo de conexión entre todos nosotros que desconocemos
Qué bien, siempre me ha gustado el número 11...
Estoy convencida que tu interlocutora tuvo que leer Camí de Sirga, de hecho, casi puedo decir con absoluta certeza que motivada por tu excelente crítica, y curiosa por la desafortunada casualidad, tardó "sólo" 4 días en devorarlo.
Cómo llevas lo de "les cues de pansa"... ... ...?
Vaya, parece que la realidad aparece para fastidiarme una bonita historia... :P
Lo reconozco, no me acordaba.
"Ningún gran artista ve las cosas como son en realidad; si lo hiciera, dejaría de ser artista."
O. Wilde
;)
Publicar un comentario