martes, 18 de diciembre de 2007

La Navidad que viene de oriente

Si en algo destacan últimamente los chinos es en su enorme, incluso alarmante, capacidad de mimetismo y copia. Sin embargo, siguen conservando ese grotesco toque kitsch que los identifica y envuelve sin que puedan desprenderse de él. No sólo es lo que producen, pues pueden llegar a copiar el original de manera bastante resultona. Me refiero más bien a cuando mezclan elementos propios y ajenos o cuando tienen libertad para crear, organizar o distribuir. Basta echar un vistazo a cualquiera de los miles de bazares regentados por chinos para comprender a qué me refiero. Ese abigarramiento de miles de objetos dispares, generalmente con presunta función decorativa, que se mueven, centellean o parpadean en sus tiendas es único y exclusivo de ellas; una característica afortunadamente endémica de estos bazares. En un mismo estante de mecano podemos encontrar desde un cenicero-calavera hasta un bonito pisapapeles-bolaluminosa con sonido, pasando por unas pinzas de tender la ropa de vivo color fosforescente (para tender de noche) o unas cajas de cerillas con caracteres chinos para encender unas velas-buda con purpurina y olor a vainilla. Pero el verdadero espanto, el horror ese del que hablaba el coronel Kurtz, es cuando llega la Navidad y atiborran el escaparate de su comercio con todos (repito, todos) y cada uno de los elementos decorativos para estas entrañables fiestas. Renos que cabecean, papanoeles que cantan y ríen ho-ho-ho, tiras de bombillitas chimpúm chimpúm, guirnaldas con villancicos, reyes magos que saludan, abetos dorados plegables, belenes encajados en jarrones y un sinfín de iconografía navideña pasada por el tamiz kitsch chino, convirtiendo ese escaparate en una suerte de feria a la que sólo le falta el perrito piloto y la chochona. Y cuando todo eso sucede, da un resultado tal que así:

La Navidad que viene de oriente

5 comentarios:

pitima dijo...

¿Pero que haríamos sin los bazares chinos en Navidad??.. Cuando ya estás a la desesperada buscando ese último detalle para la prima, hermana, cuñado, sobrino.... Son muy resultones, claro que sí..

arrebatos dijo...

Siempre he pensado que los bazares chinos son los mayores generadores de basura de occidente. Desde las cosas que se compran de urgencia y que duran cuatro días (si llegan) a los regalos de compromiso que acabarán en la basura con el mismo papel de regalo con el que fueron envueltos.

Isabel dijo...

Nada que ver con esos bellisimos escaparates venecianos llenos de máscaras maravillosas,desde luego..
Recuerdo un dia, escuchando la radio,que una señora llamaba a todos esos artículos de bazar "pongos",por aquello de recordarle esos regalitos indeseables que a veces nos hacen y siempre acabamos diciendo: ¿donde lo "pongo"?(Para ver si así se rompe antes)
Pues eso,un escaparate lleno de "pongos",así sin más. Un besote.

arrebatos dijo...

¡Hostia, es verdad! Cuando estuve en Venecia alucinaba con esos escaparates con muñecos, máscaras e increíbles miniaturas. Eso sí, a precios prohibitivos.

pitima dijo...

Cierto lo de la basura, pero la Navidad en sí misma supone un incremento de basura impresionante, porque el consumismo es también desorbitado.
Todas las fiestas suponen una orgia de basura.. somos así de espléndidos.. jaja.