Pedaleando
Desde hace unos meses que en Barcelona funciona el Bicing, un prometedor sistema público para moverse por la ciudad en bicicleta. La idea es sencilla. Pagas una pequeña cuota anual y puedes coger cualquier bici de las numerosas estaciones que existen repartidas por la ciudad. Por el centro de la ciudad, porque en la mayoría de los barrios, aunque pagamos los mismos impuestos, el sistema brilla por su ausencia. Bien, la cuestión es que coges la bici, recorres el trayecto que sea y la dejas de nuevo en otra estación. Hasta aquí la idea es buena. El problema es que el sistema que gestiona este servicio tiene más fallos que las obras del AVE: Estaciones llenas de bicis a las que no les consta ninguna bici; otras en las que cuando la dejas no se da por enterada, con lo que te expones a una multa considerable; bicis –la mayoría– a las que no les funcionan las luces; la imposibilidad de encontrar una libre en horas punta; el poco respeto por el carril bici que tienen los conductores, transportistas, taxistas y demás, y un largo etcétera que no hace más que desanimar a los usuarios de este servicio, entre los que me encuentro.
De verdad que me parece una buena idea. Por eso espero que se vaya mejorando el servicio, ya que me gusta desplazarme en bici. Me gusta, sí, aunque seguramente no tanto como a ella…
De verdad que me parece una buena idea. Por eso espero que se vaya mejorando el servicio, ya que me gusta desplazarme en bici. Me gusta, sí, aunque seguramente no tanto como a ella…
3 comentarios:
Ese sistema también se está implantando en mi ciudad,pero no sé cómo va aún,todavia no tiene demasiado uso.Se usan más las privadas;aunque desconozco si el incremento del uso de bicicletas puede estar relacionado con el tema del video..jaja .Muy sugerente, jaja.Buenas noches,con una sonrisa.:-)
A mi también me gusta la bici...
Pero como yo vivo en un pueblo quiero una para mí solita.... jajaja, como la que ella usa??.... jejeje.
Yo también preferiría usar la mía, pero vivo en un ático sin ascensor... Además que, aquí en Barcelona, una bici en la calle dura menos que un caramelo en la puerta de un colegio.
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