Noche de comer castañas
Estaba en casa cuando ha descargado una magnífica tormenta sobre Barcelona. Más que una lánguida lluvia otoñal, esta tenía la furia de las que descargan a finales de agosto o primeros de septiembre, de gruesos goterones que redoblaban contra los cristales de la ventana. Cuando ha cesado una espesa bruma se extendía hasta el horizonte de Collserola, cubierta a media altura por pesadas nubes de todas las tonalidades del gris. Ha sido entonces cuando he pensado que esta es la noche ideal para cenar en el sofá castañas y boniatos asados, con una copita de moscatel, mientras vemos una película en blanco y negro.
Cuando regresaba de la bodega con la botella de moscatel, he pasado por delante de una vieja y desangelada tienda de segunda mano que hay cerca de casa. Tienen desde cámaras antiguas (o directamente viejas) hasta discos de vinilo. Ha sido esto último lo que me ha obligado a detenerme. Pasaba por delante cuando, por el rabillo del ojo, he visto en el escaparate un viejo vinilo de Leño. Acercarme ha sido la perdición. Junto a este estaba el single de “El garrotín” de Smash. Y al lado otro single de Màquina!, y otro de Cerebrum, y uno de Pegasus y… Y he tenido que entrar.
Al final he sido prudente y sólo me he llevado uno. Un vinilo. O mejor dicho, el vinilo. El mejor disco español de todos los tiempos. Y en vinilo. Ahí es ná. Y si no que se lo pregunten a mi madre.
Acabo de darle la vuelta; ahora suena la cara B. Es lo bonito que tienen los vinilos, que requieren todo un ritual de gestos cuidadosos, una interacción por parte de quien los escucha. Porque los vinilos se escuchan, no como ocurre a veces con los CD que te olvidas de ellos. De un vinilo no te puedes olvidar; tiene movimiento ligeramente ondulante, la aguja cruje y al final hay que darle la vuelta. O cogerlo con cuidado y meterlo en la funda.
Voy a cortar las castañas.
Por cierto, ahora suena esta.
(sugerencia de consumo)
Lucía de Joan Manuel Serrat (cara B de Mediterráneo)
Cuando regresaba de la bodega con la botella de moscatel, he pasado por delante de una vieja y desangelada tienda de segunda mano que hay cerca de casa. Tienen desde cámaras antiguas (o directamente viejas) hasta discos de vinilo. Ha sido esto último lo que me ha obligado a detenerme. Pasaba por delante cuando, por el rabillo del ojo, he visto en el escaparate un viejo vinilo de Leño. Acercarme ha sido la perdición. Junto a este estaba el single de “El garrotín” de Smash. Y al lado otro single de Màquina!, y otro de Cerebrum, y uno de Pegasus y… Y he tenido que entrar.
Al final he sido prudente y sólo me he llevado uno. Un vinilo. O mejor dicho, el vinilo. El mejor disco español de todos los tiempos. Y en vinilo. Ahí es ná. Y si no que se lo pregunten a mi madre.
Acabo de darle la vuelta; ahora suena la cara B. Es lo bonito que tienen los vinilos, que requieren todo un ritual de gestos cuidadosos, una interacción por parte de quien los escucha. Porque los vinilos se escuchan, no como ocurre a veces con los CD que te olvidas de ellos. De un vinilo no te puedes olvidar; tiene movimiento ligeramente ondulante, la aguja cruje y al final hay que darle la vuelta. O cogerlo con cuidado y meterlo en la funda.
Voy a cortar las castañas.
Por cierto, ahora suena esta.
(sugerencia de consumo)
Lucía de Joan Manuel Serrat (cara B de Mediterráneo)
5 comentarios:
¡Maquina! Yo intenté popularizarlos por Tudela, pero sin demasiado éxito, en mis años mozos.
Qué buena pinta tiene la noche que vas a pasar entre dulces copas y castañitas ricas, bien acompañado de nostalgias en B&N y vinilos.
Buen provecho,amigo.Que lo disfrutes bien.:-)
Ainss, qué envidia. ;-)
Mi madre, y por extensión yo, también es fan.
Que bonito tu blog
Estos placeres tan sencillos son los mejores del día.
Saludos cordiales
Publicar un comentario