El fuego y el mar
El cerebro humano dispara sus alertas cuando percibe movimiento. Entramos en una sala donde el tiempo se ha detenido, todo es quietud. A través del cristal de los grandes ventanales cerrados, la luz de la luna, redonda y magnífica, se posa sobre los objetos inertes, dotándolos de cuerpo y forma, jugando a las sombras. Nada nos llama la atención hasta que, por el rabillo del ojo, vemos la manecilla de un reloj que avanza por la esfera, sin obstáculos, ininterrumpidamente. Automáticamente fijamos nuestra atención a ese movimiento. El cerebro nos ha puesto alerta, pero perdemos interés rápidamente al observar un movimiento monótono y repetitivo. Esa rutina que sigue la manecilla ha sido registrada y olvidada. No hay ninguna novedad que nos haga estar atentos.
Ahí, en su constante agitación, radica la magia del fuego y el mar. Siempre en movimiento, siempre siguiendo un mismo patrón, pero siempre distinto. Nuestra mente no puede registrar una pauta repetitiva en esa suave cadencia siempre cambiante. No existe la quietud. Por esa razón nos podemos quedar horas ante una chimenea, observando el temblor ondulante de las llamas, o mirando al mar. No podemos apartar la mirada, desviar la atención. Nos hipnotiza.
Esa fue la razón que nos encaminó hacia el faro entre las rocas, hacia el rompiente del mar, olvidando por completo un antiguo monasterio que era el motivo por el cual habíamos ido hasta ese cabo.
Ahí, en su constante agitación, radica la magia del fuego y el mar. Siempre en movimiento, siempre siguiendo un mismo patrón, pero siempre distinto. Nuestra mente no puede registrar una pauta repetitiva en esa suave cadencia siempre cambiante. No existe la quietud. Por esa razón nos podemos quedar horas ante una chimenea, observando el temblor ondulante de las llamas, o mirando al mar. No podemos apartar la mirada, desviar la atención. Nos hipnotiza.
Esa fue la razón que nos encaminó hacia el faro entre las rocas, hacia el rompiente del mar, olvidando por completo un antiguo monasterio que era el motivo por el cual habíamos ido hasta ese cabo.
5 comentarios:
Tanto se ha dicho sobre el mar y sin embargo cada vez hay más en el imaginario, en la retina, dentro...
el mar, siempre el mar y los faros.
Bueno no se si es una milonga, es mas bien una demanda. Estoy recolectando faros para mi blog, ya hay unos cuantos, -entre otras muchas cosas-, si esta foto es tuya o tienes otras de faros, me gustaría poderlas incluir en mi blog, nombre, país, lugar y todo eso.
Muchas gracias de antemano. Seguimos en contacto.
patrullaxnem@hotmail.com
Por cierto se parece mucho al faro de Muxía, pero está muy pintadito, tal vez los sobornos del petróleo dieron hasta para eso, la última vez que lo vi daba pena.
mas información en
www.hidralia.com (ver especiales)
"Navidad en Costa da Morte".
Si sigues el enlace de la fotografía de este faro (que sí, es el faro de Punta da Barca en Muxía) irás a mi cuenta de flickr, en la que tengo algún faro más.
Toma "prestadas" las que quieras.
No se trata de tomar prestadas, se trata de que a ti te interese colaborar con mi blog, sino no tiene gracia, no quoiero fotos "robadas" ni "pirateadas" sino aportaciones, una foto, un pequeño, texto un pensamiento, solo eso. Mira que pintar el faro, un día buscaré las que yo hice y las comparamos, pero era tarde y están cortas de luz. ¡Has visto la página de la que te hablaba, "Navidad en Costa da Morte"?
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