lunes, 4 de junio de 2007

Déjà vu

"Ese breve intervalo, apenas dos latidos del corazón, fue suficiente para darme cuenta de que la conocía. Esa cara me quería traer algún recuerdo demasiado escondido, quizás demasiado lejano o fugaz. Pero no lograba ubicarla en otro tiempo y lugar que no fuera ahora, en ese restaurante. Intenté recordar. Cerré los ojos y los volví a abrir, consciente de lo inútil que resulta permanecer ciego mientras se revisa el archivo de los recuerdos. En una rápida sucesión, vi mentalmente diversos lugares donde encajarla: el trabajo actual, el anterior, el bar de los desayunos, las copas nocturnas, el autobús… ¿O era anterior? Pasé por la escuela, por los veranos en la playa y las excursiones a la montaña. Sentía un leve hormigueo en las sienes y detrás de las orejas; una ligera presión en la nuca, justo en la base del cráneo. De todos esos espacios surgieron fotografías de rostros. Pasaron a velocidad de fotograma amigos, conocidos, rostros habituales en horarios de rutina, amaneceres de resacas y sábanas compartidas, amigos de mis amigos y amigos de los amigos de mis amigos. Pensé que quizás era un recuerdo muy lejano, y que en el aquí y ahora debía transformar como el tiempo me había transformado a mí. Tuve la certeza de estar muy cerca, tanto que tan solo debía alargar un poco el brazo para retirar un último velo, ese que me ocultaba el rostro en su ubicación correcta. Pero igual que vino se diluyó sin razón, y cuantos más eran los rostros que intentaba encajar en transparencias superpuestas, más se desleía el original. Empecé a perder sus rasgos. La impresión que había quedado de esa cara en mi retina se iba debilitando, transformando por la superposición de otros ojos, otros pelos y otros labios. Los trazos esquematizados se fueron extendiendo como una mancha de aceite, hasta que de todo ello no quedó más que la estela que deja un barco al pasar y que no es posible mantener sobre la superficie del agua. Quise, en un intento desesperado, recuperar esa imagen, aprehender ese gesto, pero fue un esfuerzo inútil que dejó un poso de desasosiego e inquietud. Pensé que no era tan importante, que en realidad había sido un simple ejercicio de memoria fallido. Pero la frustración me acompañaría el resto del día, como si de una melodía pegadiza se tratara. Sabía que la reconocería de nuevo, pero al no haber podido situarla en su contexto, había contaminado mis recuerdos con este nuevo lugar."

Quizás sea un fragmento de algo más extenso. Quizás.


(sugerencia de consumo)
del bandoneón de Astor Piazzolla suena Adiós Nonino

5 comentarios:

marta dijo...

Lo bueno de que se vaya diluyendo con el tiempo el recuerdo de alguien es que en un futuro siempre puedes inventarle una cara.

Anónimo dijo...

Qué magia tienen los "déjà vu". Como mínimo pasa por tu memoria el paisaje de rostros que te han acompañado aunque sea por segundos. Es una pequeña muerte, aunque no en el sentido francés.

Además de inventarte una cara, puedes esculpir los recuerdos de cada uno para que no te duelan.

Qué belleza ese tango!

pitima dijo...

A veces vemos nuestro propio reflejo y no sabemos reconocerlo.., sin embargo, se nos hace tan familiar..

Celia dijo...

la cajera del super tío, la cajera del super...

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Alentado, dedicado, constante, así se te percibe, Arrebatos. Animas con este fluir tuyo.

Sí, tu relato tiene sus aristas...


Salutes contentos.