Trenes
“Talment hagués estat atrapat, comprimit dins un envàs a pressió, en sortir del túnel el paisatge va escampar-se, omplint tot l’espai lliure que trobava al seu pas, fins aturar-se a l’horitzó. La remor –profunda, gairebé sorgida de les pròpies entranyes- del tren travessant el túnel va desaparèixer fent un buit, igual que quan se’ns destapen les oïdes després que ens hagi entrat aigua.
Distret com anava, capficat en les meves cabòries, aquest canvi sobtat, el pas de la foscor protectora a l’absoluta exposició a la llum incipient del matí, va provocar-me un esglai, com una mena de vertigen fugaç.
Per què vaig a Vitoria –vaig preguntar-me- si allí ningú no m’espera. La resposta va ser ràpida i punyent com una fiblada. Ningú no m’espera enlloc. Hi vaig sol perquè estic sol. M’he plantejat aquest viatge com una mena de fugida. Una ingenuïtat gairebé infantil m’ha fet creure que m’anirà bé marxar, deixant enrere els paisatges coneguts, els costums i les rutines. Se, malgrat tot, que allò de que fujo, tot allò que vull oblidar ho porto sobre, ben carregat a les espatlles i que no serà fàcil descarregar. Tal volta vomitar els meus fantasmes sobre aquests papers serveixi d’alguna cosa, però no hi confio gaire.”
Hace casi tres años compré una libreta, la metí en una maleta junto con algo de ropa y me fui a la estación de Sants. El primer tren de largo recorrido que llegó me llevaba a Vitoria, ciudad que no conocía, así que me subí a él. Empecé a escribir allí mismo, durante el viaje. Primero en catalán, aunque cuando entre nieblas vi asomar el Moncayo, ya llevaba un rato escribiendo en castellano, supongo que por mimetismo con las conversaciones mantenidas o escuchadas. El fragmento anterior corresponde a la primera página de esa libreta.
Me gusta moverme en tren. Me gusta saltar de una ciudad a otra, con poca planificación previa, y escribir mis impresiones durante el trayecto, mientras el paisaje corre y se modifica proyectado en el cristal de la ventana. Este año me tienta llenar de trenes y estaciones otra libreta. Todavía no sé adonde iré, pues eso dependerá de los paneles que indican las próximas salidas. Eso o descender junto al Duero hasta el océano, con todos esos nombres que me saben a vino.
(sugerencia de consumo)
viajando con Jimi Hendrix y su Hear My Train A Comin'
11 comentarios:
Que maravilloso se dislumbra el Moncayo, sobre todo cuando aparece su pico después de las nieblas matutinas...
Creo que este verano lo voy a imitar. Estoy tentado de hacer exactamente eso: ir a la estación y tomar el primer tren.
es curioso, lo cercano que me parece esta texto; un día, en madid, decidí con una amiga que tomaríamos el 1er tren que saliese, y así pasamos dos días en guadalajara (si no fuese por ese impulso, esa ciudad siempre sería una referncia en el mapa)
hace nada hice barna-parís en tren. Qué maravillosa forma de viajar!!
saludos
siloam
Leyendo tu entrañable post sobre el tren, y aunque aquí juega papel el azar, he recordado un post de Sergi Bellvert sobre el tren cuando se coge rutinariamente, día a día, para ir al trabajo. Creo que te gustará. Está enlazado en mi página en el listado de personajes de la historia de la reina Dido. Él tiene el papel de IGRES, cartógrafo. Si tienes tiempo, da un recorrido con ese tren de cercanías, creo que sergi y tú tenéis cierta afinidad ... Saludos cordiales.
Cómo nos marcan sucesos, trayectorias, lugares...El tren por ejemplo, a mí se me presenta como un símbolo de movilidad, no sólo por el hecho de que ésta se desarrolle en el tren, en sí misma, si no porque es el propiciamiento de todo lo móvil que hay dentro de uno. El tren puede descarrilar en la mente con los prensamientos, mas una no sucumbirá ni el tren desaparecerá por eso. Habrán estallidos, paz, ideas, y el regreso...
Albricias por el post, Arrebatos.
Salute.
Hágalo Don Gregorio. Es interesante dejarse llevar por el azar. A mí me relaja saber que no debo cumplir ningún horario ni ruta. Aunque sé de gente que necesita justo lo contario, la planificación hasta el último detalle.
Curiosa forma de conocer Guadalajara siloam (interesante inscripción). Es una de esas ciudades que se suelen ver como "de paso", para tranquilidad de sus habitantes.
Martina, todas la montañas solitarias tienen un irresistible encanto. El Moncayo tiene esa fortuna, lo que permite ver su perfil majestuoso desde muchos kilómetros de distancia.
Muchas gracias por la sugerencia Isabel Romana. Tomaré ese tren de cercanías que parte de Roma conducido por un cartógrafo.
Tomé el tren y disfruté de él de camino a Salamanca, de camino a Granada, de camino a Lugo... La primera impresión que tuve de esos dinosaurios antediluvianos fue de nostalgia. No necesitaba utilizar mi imaginación para viajar al pasado: estaba viajando en el pasado. Entonces no tenía prisa y viajaba por el placer estético (romántico) de viajar, tal y como lo había aprendido de Cela, por ejemplo.
Otras líneas se modernizan, pero no las de la meseta alta, por donde que todavía circulan los talgos roblonados, plateados y rojos, en los que uno no sabe si, al despertar del sueño, se encontrará al generalísimo de todos los ejércitos como compañero de viaje, inaugurando la línea.
En Miranda de Ebro seguían (y siguen) enganchando y desenganchando vagones y locomotoras, como cuando eran de carbón: con lentitud y parsimonia; porque no vamos a ninguna parte donde no puedan esperar nuestra llegada un par de horas más. Los viajeros, al llegar, hacemos una segunda cola en la ventanilla, en la que nos devuelven el importe del infinito viaje, por retrasos...
Con el tiempo, los niños berreadores, la gente que obliga a detener el convoy porque pensaba que estaba en Miranda y no en Burgos y el tedio de un viaje que se niega a terminar, terminaron por arruinarme el placer...
Sí rain, al menos, durante el trayecto en el tren, uno descansa y puede olvidarse de todo o concentrarse en nada, pues ese segmento en el tiempo y el espacio es otro quien lo conduce.
glo, precisamente leía ayer que la línea de Barcelona a La Coruña todavía la recorre un talgo de los años 60. No me sorprendería encontrar en sus vagones a hombres con boina y botijo, acompañados de orondas madriñas con batas floreadas y niños con americana y pantalón corto, con la rodillas peladas de jugar a canicas.
un placer encontrar éste lugar,
además, con un post tan sugerente.
nos vemos pronto...
Bienvenida chica de rojo. Me ha gustado lo poco que he visto en tu blog. Me parece elegante y sugerente. Además, al rojo siempre le sienta bien un fondo gris.
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