martes, 9 de marzo de 2010

La nieve

La mañana nos ha nublado la vista, borrando de nuestro horizonte el perfil familiar del Tibidabo para dejar en su lugar una sopa lechosa y cenicienta, una lluvia desganada y monótona que a mediodía ha comenzado a flotar y dejarse mecer por el viento como un campo de almendros, con esa característica leve consistencia de la nieve, que llega en silencio y se deshace en un sucio, blando y apagado desmayo sobre el asfalto mojado. “No cuajará” era la frase más repetida, como un mantra a contrapelo del corazón que desea que toda esa calle fría y gris, aunque sólo sea por un día, se convierta en un blando y limpio manto de nieve. Y viendo ese lento y volátil caer de los copos que se deshacían en charcos, todos daban la razón a esa voz. “No, no cuajará”.

Passeig Sant Joan nevado

Pero la nevada se ha hecho más intensa, la nieve flotaba más gruesa, arremolinándose las ráfagas en los cruces y esquinas, escarchando las negras membranas de los paraguas, enharinando los coches aparcados y los tejados. Y finalmente ha cuajado. En el paseo San Juan de Barcelona los parques infantiles estaban desiertos, abandonados por los niños que, abrigados a conciencia por sus madres, recién descubrían lo mucho más divertido que es tirarse bolas de nieve o moldear muñecos. Las autopistas y carreteras han quedado cortadas, el servicio de tren interrumpido y los autobuses urbanos, en esta Barcelona que aspira a ser capital de los Juegos Olímpicos de invierno, también han suspendido el servicio buena parte de la tarde. Pero, será cosa de los privilegios, sólo los autobuses municipales, pues las empresas privadas han funcionando con normalidad.

Y la nieve ha seguido cayendo toda la tarde, con su leve consistencia, con su monótono y apagado vuelo, acolchando superficies, enfriando pies y manos, alegrando el día a unos, fastidiando a otros, pero ajena a estos conflictos.


(sugerencia de consumo)
Chet Baker canta Grey December

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