jueves, 22 de abril de 2010

Literatura epistolar

No es nuevo, pero ayer -o quizás fuera anteayer- volví a pensar en ello al leer que se había publicado la correspondencia entre Cortázar y el poeta Félix Grande. Son apenas treinta misivas que abarcan los últimos quince años de vida del argentino, haciendo especial hincapié en el dramatismo de las últimas, las que escribió durante el doloroso trance de la enfermedad y muerte de Carol Dunlop hasta el desolador periodo posterior y su propio fallecimiento en el ochenta y cuatro.

Pese a que no me cuento entre los habituales lectores de este tipo de género literario, no obvio su innegable interés por mostrarnos al autor al margen –o como contrapunto- de su obra, ya sea literaria, científica o filosófica, dándonos una nueva perspectiva que quizás nos ayuda a comprender su legado. Pienso ahora en las cartas de Gil de Biedma recientemente publicadas –con el felizmente hallado título de “El argumento de la obra”-, en la “Carta al padre” de Kafka, el “De profundis” de Oscar Wilde o en la correspondencia cruzada entre Hannah Arendt y Heidegger, Adorno y Walter Benjamin o las fogosas cartas que Emilia Pardo Bazán cruzó con Benito Pérez Galdós.

Pensé en ello porque este es un género literario que ya de facto ha desaparecido. Porque, ¿qué se publicará en el futuro? ¿Los mails, los sms y los twitters de escritores actuales y venideros? Qué cosa más triste.


'Muchacha de azul leyendo una carta' de Johannes Vermeer
("Muchacha de azul leyendo una carta" de Johannes Vermeer)

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