viernes, 5 de agosto de 2005

... del verano y hasta pronto

Hace muchos años... vaya, ya parezco mi abuelo cuando empezaba a contar batallitas.
Mejor empiezo de nuevo...

Tiempo atrás (mucho mejor), cuando se acercaba el solsticio de verano, empezaban a sonar machaconamente por la radio las melodías ñoñas acompañadas de letras sin sustancia típicas de los meses estivales. No pasaban de dos o tres, a lo sumo cuatro, cancioncillas tontas que se olvidaban de un verano a otro. Algunas incluso llegado octubre ya habían desaparecido de la memoria colectiva para bien de la humanidad. De éstas, sólo una se alzaba con el dudoso título de canción del verano, que era popularmente aceptado entrado ya septiembre.

Uno de los mayores contaminadores acústicos de la historia veraniega de este país fue el ya mítico (y profesionalmente desaparecido espero) Georgie Dann. Recuerdo que había un locutor de radio que, cuando se acercaba el verano, hacía un llamamiento a todos los puestos de aduanas para que andaran atentos. Si aparecía un tal Georgie Dann con una maleta cargada de discos, rogaba encarecidamente no le dejaran entrar en el país. Nunca le hicieron caso. O eso o es que entraba ilegalmente, que también puede ser.

De un tiempo a esta parte las cosas han cambiado y las insoportables melodías veraniegas han aumentado en cantidad (a la par que han bajado en calidad) al mismo ritmo que la voracidad de la industria discográfica. Ahora suele ocurrir que la gente no se ponga de acuerdo con cuál de todas ha sido las más ¿pinchada? Los discos ya no se pinchan ¿no? De todos modos, mejores o peores, éstas sólo tienen parangón con los villancicos.

Pero me estoy desviando del tema. Yo, en realidad, quería referirme concretamente a una sola canción del verano. Una melodía absolutamente empalagosa acompañada de una letra ridícula que causó furor a principios de los ochenta. Estoy hablando de muchos años atrás, para algunos debe ser una vida o más... Me refiero a la mítica "Los pajaritos" de la no menos mítica (ahora metida en política) Mª Jesús y su inseparable acompañante Acordeón. No sé si la sufristeis en vuestras carnes durante el verano de autos o la habréis sufrido a posteriori. Porque sí, ésta fue, ha sido y es, de las canciones que van escuchándose año tras año, con mayor o menor intensidad. Y es que cada año, algún descerebrado con licencia para poner música acaba por atravesarnos con ella el cerebro.

¿Y a santo de qué os estoy contando esta milonga? Resulta que he recordado ese verano porque, siendo un crío, me fui con mis padres a la montaña durante dos meses enteros. Anduvimos perdidos, totalmente desconectados del mundo. No teníamos tele, ni radio, ni prensa... apenas si teníamos vecinos. Nada. Ningún lazo que nos uniera con la civilización. ¿Y qué ocurrió? Que cuando regresamos a Barcelona a principios de septiembre vimos que a la gente le pasaba algo raro... Andaban todos moviendo los codos con las manos pegadas al pecho... se agachaban moviendo el culo... daban ridículos saltitos... vamos, que se creían pajaritos y lo iban pregonando al ritmo de una melodía ñoña. Todos por igual, sin excepción, se creían pajaritos por aquí, pajaritos por allí.
Lo primero que pensamos fue que los rusos (entonces eran los malos) habían atacado occidente con un gas idiotizante. Más tarde supimos que no, que en realidad se habían vuelto idiotas por culpa de una canción... ¿compuesta por los rusos? pensé yo.

Bien, pues hoy es mi último día de curro antes de vacaciones. Y me voy a la montaña. A un valle perdido (el de la foto) a la sombra de imponentes picos en el que me perderé (sólo) durante una semana. No hay televisión, ni radio, ni ADSL, ni Wi-Fi, ni cobertura, ni leeré prensa, ni usaré electricidad. Pretendo cansarme de caminar, hartarme de comer buena carne, de beber buen vino y (espero no hartarme nunca) de follar.

Quiero perderme, este año también, la canción del verano.


¡Hasta la vuelta!

1 comentario:

Burma dijo...

Que te des-canse el aire ;)