martes, 23 de agosto de 2005

Sólo un día más

Ayer fue mi primer día de trabajo tras las vacaciones. Fue estupendo.
La noche anterior, que fue de cena con velas, vino y conversación a media voz en la terraza, antes de acostarme puse el despertador a las 7:30. Me desperté a esa hora, apagué el despertador y amanecí a las nueve.

... giro la cabeza sobre la almohada y la miro, que me mira, a los ojos. Un roce de labios, un beso húmedo, las manos se pierden entre sus rizos. Con mis ojos cerrados veo que también los suyos están cerrados. Una caricia, el tacto de la piel, cálida bajo las sábanas…
(…)
… y salgo de la ducha para dirigirme de nuevo al dormitorio. Ella sigue allí, tendida sobre la sábana, desnuda y despeinada, sonriendo en un sueño ligero que se desvanece con un dulce beso en su frente. Voy a ducharme –dice ella. Son las diez y media –digo yo-, pero no hay prisa.

Durante los meses de verano, el ayuntamiento de Barcelona, a fin de no incomodar a los ciudadanos que se quedan en casa, decide llenar la ciudad de obras, socavones e interrupciones. Este año, como lujo extra, han decidido cortar dos líneas de metro, convirtiéndolo en un medio de transporte lento e ineficaz. Por ese motivo he ido directamente a por el autobús, que ya de por sí es un medio de transporte lento e ineficaz –más aún en verano, con frecuencias de paso de diligencia en el lejano oeste- pero que por eso mismo ya no se espera nada bueno de él.

Tras cuarenta minutos de espera y media hora de trayecto –las 12:15- hemos decidido que no valía la pena ir a trabajar…

(llamada, excusa, falacia…)

… y hemos ido a pasear por el centro de la ciudad.

Con gran pena en el corazón, hormigueo en los dedos y un vacío en el pecho, hemos conseguido superar la tentación de salir cargados de libros de una librería de viejo, cerca de las Ramblas. Ese olor a papel gastado y a tinta, las portadas manoseadas de tacto rugoso, los títulos que ya no suelen verse en los estantes de las librerías, donde el best-seller es el rey… Ha sido duro.

Pero saliendo de unos grandes almacenes hemos visto una sección de libros en oferta… y hemos caído de lleno en la trampa. Tras una hora de mirar, remover, buscar, encontrar, manosear, sonreírnos, de basta ya, de espera un poco, de ¡mira éste!, de ¡hala!, de creo que lo tengo… hemos hecho acopio de dieciséis libros. Nos hemos mirado a los ojos, viendo más allá de ellos, justo hasta nuestro pensamiento, coincidiendo en que era excesivo. Tenemos un montón de libros aún por leer –he dicho yo. Más yo, que tengo todos los tuyos aún por leer –ha dicho ella.

Y hemos pasado esa selección de nuevo por el tamiz, quedando reducida la lista a los siguientes títulos:
  • Noches blancas de Dostoievski. Incluye, además del mencionado, los relatos cortos Un pequeño héroe y Un episodio vergonzoso. Todo lo que he leído de este escritor ruso me ha emocionado.
  • Obras Selectas de Kavafis. Lo reconozco, no he leído nada de él. Le tengo ganas.
  • De profundis y El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde. El segundo ya lo cuento entre los leídos, no así el primero. Wilde es uno de mis predilectos.
  • Fausto, de Goethe. ¿Qué voy a decir? Supongo que es un imprescindible.
  • El sabueso de los Baskerville, de A.C. Doyle. Lo compré en un arrebato adolescente. Disfrutaba leyéndolo.
  • Poemas Selectos de Rimbaud. Siento debilidad por los "poetas malditos".
  • Aaaaaaahhh... Dotze contes eròtics, de varios autores. A ver si me alegran el día.
  • Las mejores recetas de sopas, de Xavier Franco. Sí, es cierto, me gusta cocinar. Lástima que mi piso sea pequeño y no pueda invitar a mucha gente...

Y así ha transcurrido mi no primer día de trabajo tras las vacaciones.



(sugerencia de consumo)

yo iba pensando en Es sólo un día más de los Tequila

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