Empatía
Dos comentarios recientes –y alguno anterior-, además de llenarme de orgullo, me han hecho recordar un par de canciones que hablan de canciones y de su proceso creativo. Siempre han despertado mi interés estos juegos circulares. Las novelas que hablan de otras novelas o personajes de otras novelas, ya sea a modo de referencias vagas o explícitas –Joyce recordando la duda de un príncipe danés en su Ulises-, ya sea de novelas propias o ajenas –Cervantes homenajeando el Tirant lo Blanc-, incluso el relato de fragmentos de relatos, o la novela dentro de la novela, el collage –no sabría como definirlo- que escribió Italo Calvino en Si una noche de invierno un viajero.
Ocurre lo mismo en la pintura, en el arte en general. Desde la versión u homenaje a otra pintura, las Meninas de Picasso por citar un ejemplo, hasta el cuadro dentro del cuadro de Seurat en sus Models, donde nos muestra un fragmento de otra de sus obras, pasando por la magia geométrica de Escher en su grabado de una galería donde una de sus obras, colgada en la pared, sale del marco para convertirse en el motivo del grabado. Justo lo contrario, aunque no por ello menos interesante, serían las series de cuadros que pintó Pissarro tanto del Boulevard Montmartre como de la Avenida de la Ópera, en París.
Pero me estoy desviando –mucho, demasiado- del motivo que me ha llevado a escribir este post.
En estos comentarios recibidos me “pedían permiso” para usar o reciclar algunas frases o textos míos, algo que yo he hecho en más de una y de dos ocasiones, sin ningún rubor y sin pedir permiso, con textos de autores que admiro. Sinceramente ha sido el mejor elogio posible. Debo admitir que el único mérito que, si acaso, me puedo atribuir es el de la honestidad. Cuando alguien escribe o habla desde el corazón, sin maquillajes ni artificios, el lector lo percibe e incluso lo agradece. Sentir, amar, llorar, sufrir, reír… Todo el mundo ha pasado por eso; es común a todos nosotros. No hay nada nuevo. Mostrándonos desnudos al expresarlo llegaremos a otras personas que sienten o han sentido algo parecido. Habrá empatía y ese es el premio.
El par de canciones a las que hacía referencia al inicio del escrito son Los restos del naufragio de Bunbury y Son las nueve de –cómo no- Calamaro. Reproduzco a continuación el fragmento que me hizo pensar en ellas.
“…
Nos queda Oaxaca, Peyote, San Pedro y amigos
que no nos quieren cambiar.
Nos quedan canciones que llenen los corazones
sobre todo las de los demás.
(...)
Nos queda Leonard Cohen, Tom Waits y Nike Cave,
Jaime, Santiago, el Loco y Andres
Charly, Fito, Espineta, Erica, Andrea y como no, esa mi Julieta.
...”
Los restos del naufragio
El Viaje a Ninguna Parte (2004)
Enrique Bunbury
“…
Canciones de dolor real,
pero canciones no más,
canciones partidas por la mitad,
pero canciones no más.
Canciones de amor perdido,
pero canciones no más,
canciones que confiesan todo,
pero canciones para mí, y los demás...
Pero sí los demás terminan por derramar una lágrima,
o cantar será un premio más valioso que el dinero,
eso ya lo tengo,
y la tristeza también.”
Son las nueve
Honestidad Brutal (1999)
Andrés Calamaro
Ocurre lo mismo en la pintura, en el arte en general. Desde la versión u homenaje a otra pintura, las Meninas de Picasso por citar un ejemplo, hasta el cuadro dentro del cuadro de Seurat en sus Models, donde nos muestra un fragmento de otra de sus obras, pasando por la magia geométrica de Escher en su grabado de una galería donde una de sus obras, colgada en la pared, sale del marco para convertirse en el motivo del grabado. Justo lo contrario, aunque no por ello menos interesante, serían las series de cuadros que pintó Pissarro tanto del Boulevard Montmartre como de la Avenida de la Ópera, en París.
Pero me estoy desviando –mucho, demasiado- del motivo que me ha llevado a escribir este post.
En estos comentarios recibidos me “pedían permiso” para usar o reciclar algunas frases o textos míos, algo que yo he hecho en más de una y de dos ocasiones, sin ningún rubor y sin pedir permiso, con textos de autores que admiro. Sinceramente ha sido el mejor elogio posible. Debo admitir que el único mérito que, si acaso, me puedo atribuir es el de la honestidad. Cuando alguien escribe o habla desde el corazón, sin maquillajes ni artificios, el lector lo percibe e incluso lo agradece. Sentir, amar, llorar, sufrir, reír… Todo el mundo ha pasado por eso; es común a todos nosotros. No hay nada nuevo. Mostrándonos desnudos al expresarlo llegaremos a otras personas que sienten o han sentido algo parecido. Habrá empatía y ese es el premio.
El par de canciones a las que hacía referencia al inicio del escrito son Los restos del naufragio de Bunbury y Son las nueve de –cómo no- Calamaro. Reproduzco a continuación el fragmento que me hizo pensar en ellas.
“…
Nos queda Oaxaca, Peyote, San Pedro y amigos
que no nos quieren cambiar.
Nos quedan canciones que llenen los corazones
sobre todo las de los demás.
(...)
Nos queda Leonard Cohen, Tom Waits y Nike Cave,
Jaime, Santiago, el Loco y Andres
Charly, Fito, Espineta, Erica, Andrea y como no, esa mi Julieta.
...”
Los restos del naufragio
El Viaje a Ninguna Parte (2004)
Enrique Bunbury
“…
Canciones de dolor real,
pero canciones no más,
canciones partidas por la mitad,
pero canciones no más.
Canciones de amor perdido,
pero canciones no más,
canciones que confiesan todo,
pero canciones para mí, y los demás...
Pero sí los demás terminan por derramar una lágrima,
o cantar será un premio más valioso que el dinero,
eso ya lo tengo,
y la tristeza también.”
Son las nueve
Honestidad Brutal (1999)
Andrés Calamaro
3 comentarios:
Te leo y me gusta tanto que me quedo sin palabras...
Te dejo un besito que has tardado un poquito en volver
Definitivo: reconsidero a Calamaro.
Por ti :)
Gracias chato.
Un saludazo desde murcia.
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