lunes, 12 de noviembre de 2007

Finanzas de café

A esa hora de la tarde, ahora que anochece temprano y el jardín exterior se vuelve desapacible, la mayoría de los socios charlan o toman sus consumiciones en el interior de la cafetería. Sin embargo, todavía queda alguna mesa ocupada en el jardín. Junto a mí, tres hombres de mediana edad, con el aspecto sobrio y confiado que otorga una cartera abultada a los hombres de negocios, charlan animosamente. Mientras fumo distraídamente, su conversación va captando mi atención. Uno habla de inversiones ventajosas, mientras otro atiende, asiente y de vez en cuando pide alguna aclaración o cifra concreta. Está hablando de divisas y en concreto de la ventajosa paridad del euro respecto al dólar. El otro, el tercer hombre, sigue la conversación con una sonrisa torcida colgando de los labios. No interviene si no es para apuntar algún sarcasmo y se nota que disfruta pillando en falso al primero. “Ya verás, si al final resultará que nos saldrá a cuenta jubilarnos en Nueva York" suelta esperando la reacción del otro, siempre a la defensiva, que afirma con cierto titubeo que el dólar bajará hasta uno sesenta o sesenta y dos por euro. Ese será el momento de comprar, porque después volverá a subir hasta uno treinta dólares por euro.

La conversación sigue unos minutos más. Ya he terminado mi primer cigarrillo, pero he encendido otro para seguir escuchando sin que parezca muy evidente. No es que tenga intención de invertir. De hecho, no puedo invertir un excedente del que carezco, pero me interesan sus reacciones. De repente, el primero mira su reloj y se levanta algo apurado; se disculpa amistosamente y después de estrecharse las manos y algunas fórmulas de cortesía, coge su maletín de piel y se va. Los dos permanecen en silencio un rato, hasta que el tercer hombre interviene. “No le hagas ni caso” le dice, para añadir con aire condescendiente. “Este ni tiene ni tendrá nunca dinero, te lo digo yo”. “¿Por qué lo dices?” pregunta el segundo. “Fíjate, los hombres que manejan dinero, los que de verdad tienen y ganan grandes cantidades de dinero, sólo leen prensa generalista, nunca estos periodicuchos de color salmón”. Se queda un rato en silencio, como esperando que sus palabras se asienten y dejen la impresión esperada en su interlocutor. “Estos periódicos publican noticias para los pequeños y medianos inversores, por eso son noticias sin ningún valor. En el momento que aparecen en el papel salmón ya están anticuadas. Los grandes capitales ya han movido ficha unos días antes, con la información fresca. Se publican para que los peces chicos muevan sus ahorros en beneficio de los grandes. Porque, no te olvides de un detalle. En la bolsa, como en la vida, para que uno gane mucho, muchos tienen que perder algo”.

Apago la colilla que ya me quema los dedos y me levanto, que la conversación me ha entretenido y ya llego tarde, como siempre. Por el camino pienso en lo afortunado que soy –quien no se consuela es porque no quiere–. No tengo ni un euro para perder en bolsa, ni la ambición necesaria para hacerlo. When you got nothing, you got nothing to lose que cantaba el judío aquel
. El dinero se quema en mis manos. Si acaso tengo alguna riqueza, es de esas que no se pueden perder, sólo compartir. Y al revés de lo que ocurre con el dinero, esta riqueza cuando es compartida se multiplica en lugar de dividirse. En fin, que hoy es lunes. Nos queda toda una semana por delante, ya lo sé, pero sin duda que esta música nos animará un poco hasta el domingo.


(sugerencia de consumo)
un bellísimo Sunday Smile de Beirut


Descubierto por cortesía de El Hombre Que Comía Diccionarios

5 comentarios:

Portarosa dijo...

Eres afortunado, también lo creo yo.
Ese mundo y sus protagonistas me parecen vomitivos.

Un saludo.

pitima dijo...

A mi me dan miedo: Esas movidas de ficha y lo que suponen para mucha gente... Me viene a la cabeza aquello de que quien amasa mucho dinero es a costa del sufrimiento de los demás.. y no puede ser decente. Tendré vocación comunista.
Yo también lo tengo claro: mejor compartir.

arrebatos dijo...

Mucho me temo que estamos un poco solos...

Nepomuk dijo...

Nosotros les miramos con lástima a ellos, ellos nos miran con lástima a nosotros...

... y yo sigo sin un duro e invirtiendo en tomate frito marca DIA para los macarrones cocidos con nada.

Pensemos que el dinero no hace la felicidad y que el que se inventó la frasecita, tampoco tenía un duro.

arrebatos dijo...

Uy, mucho mejor el tomate frito del Lidl, andevaparar! Por lo menos el tetrabrik tiene más colorines, y te alegra la vista a la par que los macarrones.

Parafraseando a Les Luthiers, el dinero no hace la felicidad, la compra hecha.