Tiempo de vinilos
Hará poco más de media hora que encendí la calefacción, pero aún hace frío. Quizás sea porque mi terraza siempre mira al norte, expuesta al viento que desciende de las montañas; quizás sea por su ausencia. Me he puesto a golpear el teclado con los dedos entumecidos. No es agradable. Pensar que mis padres, cual aves migratorias, cerraron las puertas y ventanas de su casa para emigrar durante unos días a Cuba no ayuda demasiado.
Me he servido una copa de vino que una amiga, conocedora de mis gustos, me trajo de Oporto. Su dulce calor me atempera levemente el cuerpo bajando por la garganta, mientras espero que la calefacción cumpla con su cometido. Lo acompaño con unas galletas caseras de almendras. Busco en las estanterías donde guardo la música algo que me ayude a pasar las horas, que las convierta en fugaces. Cojo uno, lo pongo sobre el giradiscos, levanto el brazo con la aguja y lo dejo cuidadosamente al inicio del surco. Inmediatamente empieza a sonar Perdido exactamente del mismo modo –más frío y distante- que sonó en el Massey Hall hace más de cincuenta años por gracia de Bird, Dizzy, Bud Powell, Charlie Mingus y Max Roach. Todos ellos murieron, pero siguen vivos, ahora, en mi casa.
Hoy no he comprado ningún periódico –ni siquiera hojeado en la cafetería- y sigo sin encontrar una buena excusa para encender el televisor. Pero viendo la fecha en el calendario, de inmediato la he relacionado con un hecho importante aquí en este país. Hoy hace exactamente treinta años que muchos miembros de mi familia –y en otros tantos hogares- estaban celebrando la noticia con champagne. Yo lo miraba con los ojos muy abiertos, contento por esa inesperada fiesta, aunque en esa época sólo tomaba leche. Las botellas habían permanecido, en tensa espera, unos cuantos días en la nevera antes de ser descorchadas. Quizás los mismos días que ellos, el equipo médico habitual, habían mantenido el cadáver putrefacto del dictador antes de dignarse a darlo definitiva y afortunadamente por muerto. Antes de ese día, igualmente putrefacto, el dictador había repartido durante cuarenta años miseria y favoritismos, guerra y muerte, mentiras, odios, ignorancia, aislamiento, mediocridad, hambre y dolor por todo el país. Desafortunadamente su herencia sigue viva, encarnada en señores unos con sotana, otros con medallas y otros más aglutinados en un partido que se siente incómodo en el corsé de la democracia. Su estilo: repetir las mentiras hasta que asemejen verdades. Sus métodos: darse la razón a gritos.
Le doy la vuelta al vinilo y vuelvo a dejar con sumo cuidado la aguja sobre el surco. Qué grande Charlie; qué grande Dizzy. En previsión de una noche de lectura tranquila, dejo a mano a Ben Webster y a Thelonious Monk.
(sugerencia de consumo)
Sonando Bird y Dizzy en buena compañía, ahora atacando A Night In Tunisia.
Me he servido una copa de vino que una amiga, conocedora de mis gustos, me trajo de Oporto. Su dulce calor me atempera levemente el cuerpo bajando por la garganta, mientras espero que la calefacción cumpla con su cometido. Lo acompaño con unas galletas caseras de almendras. Busco en las estanterías donde guardo la música algo que me ayude a pasar las horas, que las convierta en fugaces. Cojo uno, lo pongo sobre el giradiscos, levanto el brazo con la aguja y lo dejo cuidadosamente al inicio del surco. Inmediatamente empieza a sonar Perdido exactamente del mismo modo –más frío y distante- que sonó en el Massey Hall hace más de cincuenta años por gracia de Bird, Dizzy, Bud Powell, Charlie Mingus y Max Roach. Todos ellos murieron, pero siguen vivos, ahora, en mi casa.
Hoy no he comprado ningún periódico –ni siquiera hojeado en la cafetería- y sigo sin encontrar una buena excusa para encender el televisor. Pero viendo la fecha en el calendario, de inmediato la he relacionado con un hecho importante aquí en este país. Hoy hace exactamente treinta años que muchos miembros de mi familia –y en otros tantos hogares- estaban celebrando la noticia con champagne. Yo lo miraba con los ojos muy abiertos, contento por esa inesperada fiesta, aunque en esa época sólo tomaba leche. Las botellas habían permanecido, en tensa espera, unos cuantos días en la nevera antes de ser descorchadas. Quizás los mismos días que ellos, el equipo médico habitual, habían mantenido el cadáver putrefacto del dictador antes de dignarse a darlo definitiva y afortunadamente por muerto. Antes de ese día, igualmente putrefacto, el dictador había repartido durante cuarenta años miseria y favoritismos, guerra y muerte, mentiras, odios, ignorancia, aislamiento, mediocridad, hambre y dolor por todo el país. Desafortunadamente su herencia sigue viva, encarnada en señores unos con sotana, otros con medallas y otros más aglutinados en un partido que se siente incómodo en el corsé de la democracia. Su estilo: repetir las mentiras hasta que asemejen verdades. Sus métodos: darse la razón a gritos.
Le doy la vuelta al vinilo y vuelvo a dejar con sumo cuidado la aguja sobre el surco. Qué grande Charlie; qué grande Dizzy. En previsión de una noche de lectura tranquila, dejo a mano a Ben Webster y a Thelonious Monk.
(sugerencia de consumo)
Sonando Bird y Dizzy en buena compañía, ahora atacando A Night In Tunisia.
6 comentarios:
Cuando murió franco a mi me faltaban poco más de dos años para nacer...y sí...desafortunadamente su herencia sigue viva...
Toda una noche de recuerdos bailando como el vinilo en el giradiscos y el oporto en tu copa.
Besos intemporales :)
Mira, he cerrado el blog a comentarios por falta de tiempo, tengo un trabajal encima. Estaré por el momento en mi otro Apostillas, por si gustas visitarme o darme de vez en cuando una asomadita.
Te dejo la referencia a "casa" aqui en mi nombre.
Muchas gracias, saludos.
nica
Hoy he paseado por tu blog, aunque no sé qué pasaba esta tarde que no funcionaban (al menos a mi) los comentarios en blogger. Mañana regreso, prometido.
¡Ah! Me ha gustado. Veo que hay un argentino loco que nos une.
sonela
Me pareció que tenías una invitada en tu cuarto ¿o me equivoco?
Seguiré visitándote... o visitándoos
Magda
Sí, lo vi esta mañana y me sorprendió. Incluso llegué a pensar que se trataba de algo similar a lo que le pasó a Gus Nielsen.
Celebro (espero) sea temporal, pues en tu blog los comentarios suelen ser muy interesantes. Las notas al margen.
Iré a ojear (de ojo) tus notas.
Hola.
Esta noche bailo y bailo. He recibido una carta larga por correo de cartero con un cd' precioso de jazz que me envía una querida amiga.
Woody Allen and his New orleáns Jazz Band.
Así que leer tu post, pleno de jazz,
complementa este gusto a primavera musical.
¡Salutes! :-) ♫
vir&:
¿Woody Allen? Precisamente actuará en Barcelona a finales de diciembre. Se está convirtiendo en un asiduo a esta ciudad aunque... no creo que vaya. Estuve consultado los precios y me temo que no me voy a permitir los 90€.
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