Ruido
Vivo en un apartamento (tiene más letras la palabra que metros el mío) en una finca que se construyó hace más de cincuenta años. Un ático sin ascensor y con una escalera estrecha y empinada, sin luz natural y a menudo tampoco artificial.
Las paredes de cartón son tan permeables al frío como a las conversaciones y sonidos cotidianos de mis vecinos. El techo, por el contrario, no deja pasar así sin más el sonido. No. Sin duda está construido con materiales que sobraron en la construcción de algún auditorio, pues lo amplifica. Así, el leve clinc de una cucharilla de café cayendo al suelo se convierte en un tremebundo estrépito acompañado de una violenta vibración en ondas expansivas y explosivas que hacen temblar los cristales de las ventanas (uno ya se agrietó), las copas de IKEA y las cuerdas de la guitarra ngggggnnn del vecino de abajo. Y además, lo que más me jode, me estropea el vino y claro, me lo tengo que ir bebiendo más aprisa de lo que la prudencia aconseja.
Pero eso no es lo peor. Quién no ha intentado escuchar música suave bajo una pantalla de ruido a volumen brutal. Por no hablar de concentrarse en una lectura mientras, desde el piso de arriba, retumba una voz de verdulera por televisión y el de al lado ha decidido, precisamente hoy, colgar toda su colección de cuadros en la pared. Bien, pues todavía eso no es lo peor.
¿Quién no ha intentado tararear una melodía, o crear una melodía, mientras suena otra de fondo? Quedémonos con esta idea.
Buscando el calor en el cuerpo acostado a mi lado, pues la cama todavía está fría. Sólo deseo que esa luz siga encendida un rato, que no se gire para apagarla. La atraigo hacia mi cuerpo para rozar su mejilla con un beso. Ella se acerca más a mí. Acopla sus curvas a mi cuerpo que reacciona bombeando sangre en una sola dirección. Susurra algo que interrumpo con otro beso. Me regala un gemido al acariciar su cuello con la punta de la lengua. Tengo la certeza de que no me quedaré a oscuras. Poso mi mano abierta sobre su vientre. Da un respingo. La chaqueta abierta me descubre unos pechos llenos con los pezones endurecidos de deseo. Los rozo con la palma de mi mano y gime suavemente mientras busca mis labios con sus labios. Siento su sabor y algo vivo, caliente, que busca en mi boca, que rodea mi lengua para retirarse y volver de nuevo a la vez que con la palma de mi mano voy recorriendo el contorno de su pecho inabarcable, su costado, sus caderas. Sincronizamos el ritmo de nuestra respiración, pero solamente un instante. El suyo se dispara cuando dejo olvidada mi mano sobre su pubis y empiezo a presionar levemente su clítoris a través de la tela. Desciendo desde sus labios, por su cuello, hasta sus pechos. Atrapo un pezón con los labios. Ella empieza a buscar, a palpar con su mano, hasta que encuentra lo que desea. Lo acaricia, lo rodea. Gimo. Recuperamos la sincronía. De nuevo respiramos al mismo ritmo, gemimos y bombeamos sangre como uno solo. Te quiero dentro me susurra. Y yo obedezco. Acoplando nuestros cuerpos, nuestra respiración y movimiento, en una lenta y suave cadencia de música de habanera.
Y casi al mismo tiempo, amplificados en un brutal impacto de onda expansiva, empiezan a oírse a los vecinos de arriba, ya con la faena más avanzada, a gritar, gemir y traquetear con la jodida cama coja a una velocidad y ritmo distinto al nuestro, más veloz, a ritmo final, desconcertándome, desconcentrándome, perdiendo nuestro ritmo y la suave cadencia de música de habanera y lanzándonos a un frenético rocanrol de caderas lanzadas.
Me han dicho que con pladur y un falso techo podré hacer el amor a mi gusto y sin interferencias.
(sugerencia de consumo)
Las paredes de cartón son tan permeables al frío como a las conversaciones y sonidos cotidianos de mis vecinos. El techo, por el contrario, no deja pasar así sin más el sonido. No. Sin duda está construido con materiales que sobraron en la construcción de algún auditorio, pues lo amplifica. Así, el leve clinc de una cucharilla de café cayendo al suelo se convierte en un tremebundo estrépito acompañado de una violenta vibración en ondas expansivas y explosivas que hacen temblar los cristales de las ventanas (uno ya se agrietó), las copas de IKEA y las cuerdas de la guitarra ngggggnnn del vecino de abajo. Y además, lo que más me jode, me estropea el vino y claro, me lo tengo que ir bebiendo más aprisa de lo que la prudencia aconseja.
Pero eso no es lo peor. Quién no ha intentado escuchar música suave bajo una pantalla de ruido a volumen brutal. Por no hablar de concentrarse en una lectura mientras, desde el piso de arriba, retumba una voz de verdulera por televisión y el de al lado ha decidido, precisamente hoy, colgar toda su colección de cuadros en la pared. Bien, pues todavía eso no es lo peor.
¿Quién no ha intentado tararear una melodía, o crear una melodía, mientras suena otra de fondo? Quedémonos con esta idea.
Buscando el calor en el cuerpo acostado a mi lado, pues la cama todavía está fría. Sólo deseo que esa luz siga encendida un rato, que no se gire para apagarla. La atraigo hacia mi cuerpo para rozar su mejilla con un beso. Ella se acerca más a mí. Acopla sus curvas a mi cuerpo que reacciona bombeando sangre en una sola dirección. Susurra algo que interrumpo con otro beso. Me regala un gemido al acariciar su cuello con la punta de la lengua. Tengo la certeza de que no me quedaré a oscuras. Poso mi mano abierta sobre su vientre. Da un respingo. La chaqueta abierta me descubre unos pechos llenos con los pezones endurecidos de deseo. Los rozo con la palma de mi mano y gime suavemente mientras busca mis labios con sus labios. Siento su sabor y algo vivo, caliente, que busca en mi boca, que rodea mi lengua para retirarse y volver de nuevo a la vez que con la palma de mi mano voy recorriendo el contorno de su pecho inabarcable, su costado, sus caderas. Sincronizamos el ritmo de nuestra respiración, pero solamente un instante. El suyo se dispara cuando dejo olvidada mi mano sobre su pubis y empiezo a presionar levemente su clítoris a través de la tela. Desciendo desde sus labios, por su cuello, hasta sus pechos. Atrapo un pezón con los labios. Ella empieza a buscar, a palpar con su mano, hasta que encuentra lo que desea. Lo acaricia, lo rodea. Gimo. Recuperamos la sincronía. De nuevo respiramos al mismo ritmo, gemimos y bombeamos sangre como uno solo. Te quiero dentro me susurra. Y yo obedezco. Acoplando nuestros cuerpos, nuestra respiración y movimiento, en una lenta y suave cadencia de música de habanera.
Y casi al mismo tiempo, amplificados en un brutal impacto de onda expansiva, empiezan a oírse a los vecinos de arriba, ya con la faena más avanzada, a gritar, gemir y traquetear con la jodida cama coja a una velocidad y ritmo distinto al nuestro, más veloz, a ritmo final, desconcertándome, desconcentrándome, perdiendo nuestro ritmo y la suave cadencia de música de habanera y lanzándonos a un frenético rocanrol de caderas lanzadas.
Me han dicho que con pladur y un falso techo podré hacer el amor a mi gusto y sin interferencias.
(sugerencia de consumo)
Suena Get Up (I Feel Like Being A) Sex Machine de James Brown
10 comentarios:
Jajj, ufff, arrebatos, excelente el relato, pero claro, te comprendo pues mi casa aunque es de materiales más nobles tiene el mismo defecto, o será que mis vecinos son más "expresivos"...
Sí, es lo mejor, entre arrebatos de las pieles y los corazones que se desbocan, darles ese techo´, esas paredes...
:) un grato salute.
Ah , cómo no decirte que está bellamente escrito lo tuyo...
:)
Gus: podríamos pensar algo para ayudarles en la concentración..
Chusky: dile a ma que se busque a otro que no se despiste de la faena
Gus: burro! que es ma!
Chusky: pues que se cambie el piso con el vecino de arriba
Gus: ostis, pues no es mala idea!
Chusky: que folle con la de arriba!
Gus: animal!
Chusky: je,je,je!
JAJAJAJAJAJAJJA.
GUERA-PA-
:)
El mío se trata también de un piso baratito y con un sonido surround impagable. No señores! no sólo llega de arriba la desconcentración, también las paredes tiemblan con una solista a la voz de "joooder! cómo me corrooooooo!!!"
En fin, chico ingenioso, que me he reído mucho. saludos.
(por cierto, ¿cómo se llama al piso que se encuentra por encima de un ático? :P)
Ja,ja,ja, sabejal, veo que no tengo la exclusiva audioorgásmica. Mi vecino de arriba, el del sobreático, por fortuna está de alquiler. El anterior era más modosito...
jajaajajja, si es que hay gente pa to! muy muy bueno lo que he leido! bravo!
un besote!
Chusky: Que pasa que estamos en huelga y ya no escribes!!
Gus: ya escribirá cuando quiera
Chusky: pues estoy cansado de entrar y no ver nada nuevo!
"Mis padres vivían encima de una discoteca y todas las noches se quejaban, los de la discoteca, porque hacían mucho ruido"
J.S.
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