martes, 12 de junio de 2007

Herencias

Hasta los cinco años estuve viviendo en el barrio del Poblenou de Barcelona, con mis padres, mi hermana y mi abuela materna. Después nos mudamos a un piso más salubre, sin todas esas humedades que dejaban el papel pintado enrollado en el suelo, junto a la pared. Sin embargo, nunca abandonamos el barrio, pues quedó buena parte de la familia viviendo todavía allí. Recuerdo con especial cariño los finales del verano, cuando íbamos a las fiestas del Poblenou y nos reuníamos toda la familia en la terraza del Casino L’Aliança o en la horchatería del Tío Che, en plena rambla. Comíamos churros y bebíamos horchata.

Dicen que de mi padre lo heredé todo excepto la disciplina y la responsabilidad. Él se convirtió en un hombre de provecho, mientras que yo soy un hombre que aprovecho cuanto puedo. De mi madre heredé el segundo apellido y algunos genes recesivos.

Hace un par o tres de semanas, saltando de vídeo en vídeo en el youtube, tropecé con una auténtica joya. Desconocía su existencia, pero si está en youtube está en la mula, y viceversa. Así que lo busqué y di con él, lo trasladé a mi casa (no sé por qué, esta acción la relaciono con un reloj de arena) y lo grabé en un CD para llevarlo a casa de mis padres. Una vez allí, y pese a que iba a cenar y ya era tarde, le dije a mi madre que se sentara en el sofá mientras ponía el disco en el DVD. Encendí la tele y aparecieron unas imágenes en blanco y negro. De esa época en que la tele era una, grande y libre. Un señor entrevistaba hordas de mujeres de edades dispares, desde niñas a ancianas, todas ellas hablando un castellano de as muy abiertas, peculiarmente catalán. A mi madre se le empezaron a humedecer los ojos. Me miró inquisitiva. “És L’Aliança oi que si?” En lugar de responder, me acerqué un dedo a los labios, como esas enfermeras de los carteles en los hospitales, y la conminé a no perder detalle de lo que sucedía en la pantalla. Las letras sobreimpresas le quitaron un poquito de magia al momento, pero cuando él apareció sobre el escenario de un local abarrotado de mujeres, mi madre ya no pudo contener las lágrimas.

Corría el año 1974 cuando se grabó este concierto. Nosotros todavía vivíamos ahí, en el Poblenou. Mi madre, tras escuchar embelesada la primera canción, entre suspiros “què guapo, però què guapo era!”, le reprochó a mi padre que no la hubiera llevado a verlo ese día. En realidad, además del segundo apellido y los genes recesivos, también heredé de mi madre el placer que me produce escuchar a Joan Manuel Serrat.

Por cierto que esa noche cenamos tarde.


(sugerencia de consumo)
Joan Manuel Serrat cantando Mediterráneo al lado de mi casa, en el 74.


(y otra más)
Cançó de bressol, para todas las mamás...

11 comentarios:

Gregorio Luri dijo...

Gran texto, don Arrebatos. Y no es nada fácil ser comedido con la melancolía.

Celia dijo...

ah
hace dos semanas o así que yo di con estos videos en el youtube...también buscaba algunas imagenes, pero al final solo vi el concierto entero y no dije nada más.

era muy guapo.

marta dijo...

Aún se me ponen los pelos de punta. Lo que hace la nostalgia. Mi padre intelectual periodista. Mi madre (antes de irse al mundo del yoga) manager de cantautores. Mi más tierna niñez (era un bebé) vivida en conciertos de cantos a la libertad. Cançó de bressol está basado, como dice serrat, en una canción popular aragonesa. Y como buena mañica me emociona escucharla una y otra vez.

Anónimo dijo...

Serrat: los sinfónicos del Vallés fuimos de gira con él justo antes de operarse de ese mal canalla. Escribí una crónica de uno de esos conciertos:
http://espiademahler.blogspot.com/2006/10/serrat-y-yo.html

Recuerdo que mientras tocaba, se me agolpaban los recuerdos de la infancia. Una sensación extraña, reconstruir la música que ha participado en tu propia construcción sentimental. Como si me estuviera interpretando a mí mismo...

Comparto la opinión de Gregorio sobre tu texto. Gracias

Saludos

Anónimo dijo...

Sigue siendo mi canción favorita. La escucharé 1000 veces y 1000 veces me pellizcará, aunque el Mediterráneo lo tengo a unos kms.

La Sra. Angeles es de la misma comarca que mi familia.

Ay, qué texto y qué música tan increíble. Por suerte, tengo unos minutos para llorar en condiciones :)

Shay dijo...

Puedo imaginarme la escena... en catalán claro, el idioma de la casa, del amor, del reñir, del mamá me voy a la cama, del "bon nadal".
Es tan entrañable...

aunque Ana García Siñériz declare en Interviu que odia esa palabra. ¡A quién le caerá bien esa mujer!

Por cierto
Hola, soy Shay

Anónimo dijo...

Todo lo que cabe en una canción, detrás de las lágrimas de tu madre...

Los primeros recuerdos musicales que tengo también van unidos al nombre de Serrat, de cuando ibamos de vacaciones al pueblo de la Costa Daurada donde veraneábamos y mi madre, en el coche, nos ponía una vez tras otra un cassette que decía Radio 1, lleno de canciones de Serrat, Aute, y Mocedades; antes, mucho antes de que yo pudiera entender algo de aquellas historias que me cantaban.

La primera vez que recuerdo ver llorar a mi padre sonaba Romance de Curro el Palmo, aunque igual la canción no tuviera nada que ver y tenía que ser que mi padre llorara en ese momento sonara lo que sonara, pero todos sabemos como te arrastran las canciones si permites que se cuelen y te dejas llevar... y como yo también tengo un "noséqué" que me hace muy parecida a mi padre, y heredé, no todo, pero si la forma que tenemos de emocionarnos, disimulé mirando por la ventana del coche y le dejé llorando a gusto, que es lo que hubiera querido yo que hicieran conmigo, y que de hecho hicieron luego cuando con esta misma canción me reencontré con las lágrimas, con el dolor, con los recuerdos... con la vida, vamos.

Tampoco se me olvida una de los pocas escenas de complicidad con mi hermana Sonia, una tarde sentadas sobre su cama, intentando averiguar qué quería decir Serrat con aquello de “si cuando se abre una flor, al olor de la flor se le olvida la flor”; algo que ahora nos parece muy obvio, pero a nuestros 13 o 14 años nos parecía un sinsentido, y aún así, nosotras quisimos darle uno. No sé si lo conseguimos, pero hubo muchas risas.

O aquella vez en que mi madre y yo nos enfadamos, llevábamos 3 o 4 días sin hablarnos, yo no quería pedir perdón, ¡maldito orgullo!, y ella no sabía como hacerlo,; y un sábado mientras estaba en El Corte Inglés me llamó pidiéndome que la acompañara a ver a Serrat al Sant Jordi, que a mi padre le dolía mucho la cabeza y mis hermanas ya tenían otros planes, aunque sé que yo fui la primera opción, incluso antes de que a mi padre le doliera la cabeza, que no le dolió.

Y en fin. Serrat... tanto.

arrebatos dijo...

Es asombroso la cantidad (y calidad) de recuerdos que nos trae de vuelta Serrat. Gemma, tú deberías coger este comentario tuyo y dejarlo en tu blog en forma de post. Es un texto muy emotivo.
Ha sido para muchos de nosotros una especie de hilo conductor de nuestra vida. Escuchar una canción suya es regresar a una época o un lugar que quizás habíamos olvidado, pero que agradecemos recuperar.
Mi madre vivió el "Ara que tinc vint anys". Yo recuerdo el "Fa vint anys que tinc vint anys". Y de eso hace ya más de veinte años.

Juan dijo...

A mí Serrat me resbala, pero aquellos que os guste estáis de enhorabuena porque hay un tío por ahí suelto que canta igualito igualito que Serrat. Creo que es un tal Ismael Serrano. Curiosamente a mí el que me produce nostalgia no es Serrat sino su versión clónica, y esque lo solía poner en el coche una novia que tuve.

Anónimo dijo...

Ufff eso es comparar a dios con un ........

Se puede imitar la voz, pero el encanto, lo que transmite, la ternura, el talento, lo que hace sentir, ... eso es lo que diferencia a un artista, a un grande, de cualquiera de los otros.

A Serrat que no me lo toquen! :D

arrebatos dijo...

No es que Ismael Serrano no me guste, pero... Vaya, que no me dice nada. No me transmite ninguna emoción, ni positiva ni negativa.

Eso sí, me parece aventurado (por decirlo suave) compararlo con Serrat. Lo veo igual que comparar el chopped con el jabugo.