lunes, 13 de julio de 2009

La divina proporción

La tan repetida solución arquitectónica de la doble columna entre la que se inscribe un punto de acceso o entrada principal a un espacio, hoy tan justamente denostada si bien sigue aplicándose en algunas construcciones de discutible gusto estético, principalmente en fincas de –paradojas de la vida- ricos empresarios de la construcción o deportistas de precaria formación académica y peor autoestima, es cierto que tuvo su justificación formal y estructural en la época clásica (y obviamente en su repetición renacentista dos mil años después) debido a los materiales de que se disponía. Hoy en día, con la disponibilidad de novedosos materiales constructivos, ya no es así, pues son los materiales los que deben definir las formas y no al revés. Son los materiales los que nos permiten liberarnos del corsé de las formas ortodoxas de equilibrio estructural para dejar caer este peso –valga la metáfora- en su propia resistencia (sirva como ejemplo la celebérrima “Casa de la cascada”, aunque aquí se le fuera un poco la mano al bueno de Frank y se mostrara demasiado optimista respecto a la resistencia del hormigón armado). Así pues, todo lo demás, ya sean columnas o frisos, es ornamental y por tanto innecesario (véase “Ornamento y Crimen” de Adolf Loos o, para profanos en la materia, “El Manantial” de King Vidor con un soberbio Gary Cooper secundado por la bellísima Patricia Neal).

Sin embargo, tanto en arquitectura como en cualquier otro arte y oficio, es aconsejable alejarse de posicionamientos radicales. He planteado el ejemplo típico de la figura ornamental de la puerta de entrada inscrita en una doble columna, pero no olvidemos que todavía hoy (y espero que por muchos años) existe una forma, cuya existencia es fundamental, basada en esta doble columna. Y hago hincapié en esta palabra: fundamental, pues no es solamente una función estética, que también y vaya si lo es, sino también y sobre todo estructural. No es concebible esa entrada, ya sea frontal o trasera, sin la estructura de las dos columnas que la sostienen. Véase a modo de ejemplo clarificador la figura 1 al final del artículo.

Obviamente la solución debe guardar unas formas y proporciones (véase “De Architectura” de Vitruvio) para que, además de funcional, sea bella y armónica. Sin duda el arquitecto no debe excederse en la tentación de rematarla con un capitel demasiado voluminoso (véase en la figura 1, segmento a-b y b-c, que guarda una proporción de 1 a 6, es decir, que debe ocupar sólo una sexta parte de la longitud total de la columna), pues el conjunto se resiente irremediablemente. El fuste debe ser liso o aterciopelado, con cierta ondulación en sus formas (jamás recto), dejando la mitad superior algo más ancha que la inferior (véase los segmentos paralelos que arrancan en e y f) y toda la columna (esto es importante, pues de lo contrario puede echarse a perder la armonía del conjunto) debe reposar sobre una basa que será la parte más estrecha de la pieza. Por último, la entrada debe estar en el eje de simetría (véase el punto d inscrito en la circunferencia) del conjunto.

La divina proporción

-Figura 1-

9 comentarios:

Gregorio Luri dijo...

Es usted un arquisexo.
Por cierto, ¿acaso no concede relevancia ni al friso ni al frontón? ¿Y las metopas? ¿Qué pasa con las metopas?

arrebatos dijo...

Y a los triglifos también, Don Gregorio, pero tenía por aquí pululando a la Divina Proporcionada y me temo que ya empezaba a estar hasta las gárgolas.

Xavi dijo...

se considera usted mejor arquitecto o fotógrafo? :)

arrebatos dijo...

Xavi, yo soy básicamente observador. Vaya, lo que se conoce como un "badoc" de toda la vida.

Gregorio Luri dijo...

No se degrade usted, don Arrebatos. Observar es el griego "theorein", de donde procede nuestra teoría. Digamos entonces que pertenece al gremio de los teóricos de la belleza transeúnte.

Anónimo dijo...

Eso, eso... mi abuela te hubiera llamado degenerado, pero "badoc" queda mucho más chulo!!!

(este post reafirma mi teoría de que basta enseñar un culo para que los comentarios se disparen)

arrebatos dijo...

Don Gregorio, si Pla se consideraba a si mismo un badoc, yo con eso ya me conformo. Pero qué duda cabe que la pátina de honorabilidad y distinción que da pertenecer al "gremio de los teóricos de la belleza transeúnte" es como para pensárselo e incluso mandar hacer unas tarjetas de visita con ese título.

arrebatos dijo...

degenerado, da.

(Del part. de degenerar).

1. adj. Dicho de una persona: De condición mental y moral anormal o depravada, acompañada por lo común de peculiares estigmas físicos.

¿Lo de los peculiares estigmas físicos te refieres a que soy, digamos, piloso? Porque si es otra cosa, según tu teoría eso lo serán los que comentan.

berto dijo...

En todo caso la teoría es de mi abuela... si puedes esperar e
al lunes que vaya a verla, le expongo el tema y a ver qué dice.

Jejejeje...