El menú
Me acerco a la caja a pagar el menú, en conjunto mediocre: sabroso el gazpacho, mazacote la paella, quemado el café.
–Serán 9,50€ –me dice el camarero conjugando un incomprensible futuro.
–Pensaba que eran 8,50€… –digo yo, prudente, pero sabiendo que son 8,50€.
–Sí –responde- pero es que Ud. ha tomado café…
–… en lugar del postre –le advierto, acotando la frase.
–Y también ha pedido dos bebidas –insiste-, primero vino y después gaseosa.
–Si me hubieran servido vino en lugar de vinagre de orujo, le aseguro que no habría pedido esa gaseosa.
– (silencio tenso)
–Tenga, cóbrese –acercando un billete de diez.
–Serán 8,50€… hasta diez… Tenga, un euro cincuenta de vuelta…
–Muchas gracias y buenas tardes.
3 comentarios:
¿Y dónde está ese antro? Lo pido para no ir.
Saludos
PS, suerte que el camarero reconoció implícitamente que trabaja en un restaurante estrellado, en el peor sentido del término. Por otra parte, siempre me ha sorprendido como algunos trabajadores de centros comerciales o restaurantes actúan ante los clientes como si fueran los propietarios, defendiendo a la empresa que les paga un sueldo de miseria.
Ay, espía. Porque existen las ilusiones seguimos vivos.
mmm... café quemado. la alegría del dia
La pena es que el restaurante (sólo apto para menús con prisas, algo cutre pero limpio) sigue sirviendo el mejor gazpacho que he tomado por la zona. De hecho es sólo en verano cuando me acerco a comer allí algún día.
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