En fiestas
Esta tarde alguien que se supone que no está me ha hecho una propuesta. Resulta que en Barcelona hay un par de japos disparando miles de fotos a edificios de Gaudí, y como además de japos son perspicaces, pues se han dado cuenta que en la ciudad estamos de fiestas.
Y quieren que los llevemos a ver lo típico de las Festes de la Mercè.
Así que mañana por la mañana me convertiré en una especie de cicerone patriota català y de entrada me los llevaré a ver castells -qué dulce la melodía de la gralla- a la plaza Sant Jaume. Si aguantan el gentío y el plantón bajo el sol de mediodía sin quedar secos como la mojama, seguiré la ruta hacia el Moll de la Fusta, junto al puerto, que es donde está instalada la Mostra de vins y caves de Catalunya, ahí es ná. Les propondré beber vino blanco de Alella, vino tinto de Costers del Segre, cava del Penedès y quizás algún moscatel del Priorat. Acabarán cantando el "Kioto patria querida", pero con acento català, es decir geminant las eles, las enes y si me apuras las efes también.
Si conseguimos entendernos, y si todavía mantienen la vertical, iremos a comer un arròs negre a la Barceloneta, acompañado de un buen caldo de la terra. Y digo lo de entendernos porque se supone que ella iba a ser por lo menos la intérprete, pero las cosas se han complicado estas últimas horas, y ahora resulta que ya no está aquí, sino en Tokio. Lo que me tiene más desconcertado de esta situación es ¿con quien coño he dormido yo la siesta esta tarde?
En fin, que no solo les mostraré a estos turistas venidos del país del sol naciente lo más granado de las tradiciones y cultura (cultura sí, que lo de los demás es folclore, pero si és català és cultura) catalanas, sino que además les tendré que dar clases de este bello idioma para poder hablar con ellos, porque yo el japonés lo llevo un tanto oxidado. Vaya, que como mínimo me merecería la Creu de Sant Jordi (qué ilusión), pero para eso tendría que empezar a escribir en catalán (y borrar el rastro de mi traidor pasado).
Y quieren que los llevemos a ver lo típico de las Festes de la Mercè.
Así que mañana por la mañana me convertiré en una especie de cicerone patriota català y de entrada me los llevaré a ver castells -qué dulce la melodía de la gralla- a la plaza Sant Jaume. Si aguantan el gentío y el plantón bajo el sol de mediodía sin quedar secos como la mojama, seguiré la ruta hacia el Moll de la Fusta, junto al puerto, que es donde está instalada la Mostra de vins y caves de Catalunya, ahí es ná. Les propondré beber vino blanco de Alella, vino tinto de Costers del Segre, cava del Penedès y quizás algún moscatel del Priorat. Acabarán cantando el "Kioto patria querida", pero con acento català, es decir geminant las eles, las enes y si me apuras las efes también.
Si conseguimos entendernos, y si todavía mantienen la vertical, iremos a comer un arròs negre a la Barceloneta, acompañado de un buen caldo de la terra. Y digo lo de entendernos porque se supone que ella iba a ser por lo menos la intérprete, pero las cosas se han complicado estas últimas horas, y ahora resulta que ya no está aquí, sino en Tokio. Lo que me tiene más desconcertado de esta situación es ¿con quien coño he dormido yo la siesta esta tarde?
En fin, que no solo les mostraré a estos turistas venidos del país del sol naciente lo más granado de las tradiciones y cultura (cultura sí, que lo de los demás es folclore, pero si és català és cultura) catalanas, sino que además les tendré que dar clases de este bello idioma para poder hablar con ellos, porque yo el japonés lo llevo un tanto oxidado. Vaya, que como mínimo me merecería la Creu de Sant Jordi (qué ilusión), pero para eso tendría que empezar a escribir en catalán (y borrar el rastro de mi traidor pasado).
1 comentario:
¡Este es mi Arrebatos!
Veo que has vuelto a cogerle el pulso a la escritura y que de nuevo recurres a la ironía. Las musas es lo que tienen, que son muy antojadizas, pero si por casualidad nos vienen a visitar, o nos pillan trabajando o se van sin decirnos nada.
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