Errores y aciertos
De entre todos sus dibujos, pinturas, planos, apuntes y esquemas rescato este que Leonardo Da Vinci dejó escrito en 1485:
Y junto a esta afirmación dejó una serie de bocetos del diseño de lo que, según él, se debía hacer para construir un paracaídas. Pero no fue hasta cinco siglos después que un británico llamado Adrian Nicholas decidió comprobar si lo que había apuntado Leonardo era correcto. Estuvo estudiando los dibujos e investigando sobre los tipos de telas de esa época, hasta que en el año 2000 consiguió probar el invento según el diseño y materiales originales. Subió en un globo aerostático hasta los tres mil metros de altura, se lanzó con el artilugio de más de ochenta kilos y aterrizó unos minutos después sano y salvo.
Si ochenta y ocho años antes (y más de cuatrocientos después de Da Vinci) el sastre austriaco Franz Reichelt hubiera sido más ingenioso, menos ingenuo y sobretodo hubiera hecho caso de la memoria escrita, no sería hoy en día el personaje histórico conocido por haber sufrido una de las muertes más ridículas e inútiles que se recuerdan. Ya no se trata de estar condenados a repetir los errores del pasado, es que ni siquiera nos fijamos en los aciertos.
“Si se provee a un hombre con una tela pegada de lino de 12 yardas de lado por 12 yardas de alto, éste podrá saltar de grandes alturas sin sufrir heridas al caer.”
Y junto a esta afirmación dejó una serie de bocetos del diseño de lo que, según él, se debía hacer para construir un paracaídas. Pero no fue hasta cinco siglos después que un británico llamado Adrian Nicholas decidió comprobar si lo que había apuntado Leonardo era correcto. Estuvo estudiando los dibujos e investigando sobre los tipos de telas de esa época, hasta que en el año 2000 consiguió probar el invento según el diseño y materiales originales. Subió en un globo aerostático hasta los tres mil metros de altura, se lanzó con el artilugio de más de ochenta kilos y aterrizó unos minutos después sano y salvo.
Si ochenta y ocho años antes (y más de cuatrocientos después de Da Vinci) el sastre austriaco Franz Reichelt hubiera sido más ingenioso, menos ingenuo y sobretodo hubiera hecho caso de la memoria escrita, no sería hoy en día el personaje histórico conocido por haber sufrido una de las muertes más ridículas e inútiles que se recuerdan. Ya no se trata de estar condenados a repetir los errores del pasado, es que ni siquiera nos fijamos en los aciertos.
Por si esta historia no fuera suficiente anécdota, también se sabe que murió de un infarto en pleno vuelo. Es decir, que se murió del susto, no del batacazo.
5 comentarios:
lo malo no es tener una muerte estúpida, lo malo malo malo, es que encima te la filmen...
No sé si peor, pero igual de estúpidamente murió aquel profesor de arquitectura que en una clase práctica se lanzó, delante de sus alumnos, contra un cristal de un rascacielos para demostrar su resistencia.... y quedó demostrada.. la poca resistencia.. (salía en un libro que se dedicaba a recoger ese tipo de anecdóticas y estúpidas muertes).
Cada uno a su manera, ambos tenían una fe ciega en el progreso. Y ya se sabe lo malo que es dejar al amparo de la fe la propia vida.
¿Cómo se dice a lo que te deja perplejo?
un desconcierto, un golpe en el aire...
Hola, he visto por casualidad tu blog al hacer entrada en un post de Billy Wilder... bien, hay cosas que me gustan y que no en todo el blog. (supongo que sto te da igual)
Yo tb soy fan de Calamaro y tengo un blog con mis cuadros lo digo para que eches un vistazo: calamarte.blogspot.com
Puesto que tu blog me ha parecido interesante me gustaría que me dieras tu opinión...
Enhorabuena y amunt.
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