Tardes de verano
Tarde extraña, de vacaciones frustradas (o frustrantes), de ganas de ver y descubrir, pasear y visitar, pero con una mirada nueva, no como ahora que vago por paisajes trillados pese a la tendencia a cortar por calles poco habituales. Pese a las paradas en bares nunca hasta hoy vistos.
Curiosa esta Barcelona de bares gallegos regentados por chinos o asadores castellanos con acento árabe. Nada en la carta ni en las tapas tras la vitrina de la barra da pistas sobre el lugar de origen del propietario. Con acento árabe me sirven una caña (Mahou para más señas) y me dan a elegir entre ensaladilla rusa, banderillas, anchoas en aceite, bombas, tortilla de patatas (con cebolla por supuesto), callos y morcilla encebollada. Tras él, la pared luce espléndida tapizada de botellas de vino. A mi vera, un grupo de dominicanos celebran un quinto aniversario de bodas con orujo de hierbas. El hijo del matrimonio homenajeado, de ocho meses, comienza a conocer los placeres de la vida.
Curiosa esta Barcelona de bares gallegos regentados por chinos o asadores castellanos con acento árabe. Nada en la carta ni en las tapas tras la vitrina de la barra da pistas sobre el lugar de origen del propietario. Con acento árabe me sirven una caña (Mahou para más señas) y me dan a elegir entre ensaladilla rusa, banderillas, anchoas en aceite, bombas, tortilla de patatas (con cebolla por supuesto), callos y morcilla encebollada. Tras él, la pared luce espléndida tapizada de botellas de vino. A mi vera, un grupo de dominicanos celebran un quinto aniversario de bodas con orujo de hierbas. El hijo del matrimonio homenajeado, de ocho meses, comienza a conocer los placeres de la vida.
6 comentarios:
Es que la ciudad es un medio estéril. A la parte pública me refiero. En él no puede hacerse casi nada, salvo pasar y apenas estar; difícil leer; imposible dormir... Un lugar reservado a los jóvenes y adultos ágiles y dotados de todos sus sentidos. Porque hay que simplificar: unos bancos más o menos incómodos y mal colocados; algunas papeleras más o menos rebosantes y una fila de árboles sedientos y sin excepción mal podados, son más que suficientes. Hay que tomar ejemplo de Estados Unidos, y no dejar que la gente se acomode con lujosos servicios públicos; si quieres comodidades, te espabilas, medras y te compras un chalete ulifaminiar con jardín.
Glo, no sé si Estados Unidos es un buen ejemplo para muchas cosas. Desde luego, en cuanto a urbanismo se refiere lo dudo. Ni siquiera me gustaría vivir en alguna de esas hiperbólicas urbanizaciones de patrones repetitivos, con sus casitas clónicas y centro comercial cada diez manzanas. Es un modelo que no me seduce: es caro en todos los sentidos, requiere seguridad privada y obliga a usar el coche incluso para ir a comprar el pan.
Me quedo con el modelo de ciudad europeo, con todos sus defectos. Si bien prefiero el del norte de Europa que el mediterráneo (pequeños núcleos urbanos bien comunicados frente a grandes urbes), todos están condicionados por el coste de llevar el agua.
Nada mejor que alejarse del mundanal ruido para poder descansar y vivir, eso sí, con un pueblo mediano cerca para no prescindir de los servicios que nos hacen la vida más fácil. Claro que debo ser más bien misántropa, así que quizá se me ve el plumero.. Parece que arrebatos, un licántropo confeso, se desenvuelve como pez en el agua en esa metrópolis barcelonesa. Pero lo que me intriga es: ¿a qué placeres te refieres en la última frase? ¡¿le daban orujo al bebesito?!! Aisss.. ¡qué recuerdos!, cuando mi mami me daba los lingotazos para los cólicos de barriga.. jajajaja
Más o menos Pitima. Le mojaban la punta del chupete en el vaso de orujo y se lo metían en la boca. El bebé lo recibía con cara sorprendida y hacía algunos aspavientos, pero después se reía a carcajadas.
My Godness!
Glo, no me digas que a ti de pequeño no te mojaron los labios con algún licor... ¿Ni siquiera pan con unas gotitas de vino y azúcar?
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